EL PAíS › OPINION

Qué hacer después del canje

Por Alejandro Vanoli *

Después del canje, lo importante es mantener el criterio de sustentabilidad, conservando la oferta en cualquier escenario de “aceptación” y rechazando presiones por mayores pagos.
Los compromisos asumidos implican de por sí un servicio de deuda muy exigente, aún bajo supuestos de refinanciación de la deuda emitida postdefault, por muchos años y un alto nivel de endeudamiento en relación al PBI y las exportaciones.
Para evitar una futura crisis se requiere una política de desarrollo económico y social que permitan sostener altas tasas de crecimiento en el mediano y largo plazo.
Por fuera del obvio esfuerzo fiscal (superávit continuo por varios años) que requiere alcanzar un nivel de recaudación comparable con otros países, como por ejemplo Chile y Brasil, es necesario cerrar tres brechas adicionales que los economistas neoliberales han olvidado y por eso nos condujeron del sobreendeudamiento al default.
En primer lugar se precisa mantener el equilibrio externo bajo control. Recordemos que la deuda se generó y multiplicó en forma directa por las políticas de apreciación cambiaria, liberalización comercial y financiera, tanto en el Proceso como en la convertibilidad, y dichas políticas generaron un endeudamiento adicional de manera indirecta por las políticas de socializaciones de pérdida que emergen siempre de procesos de crisis como los seguros de cambio en los ’80 y la pesificación asimétrica de 2002.
Por lo tanto, mantener un tipo de cambio relativamente alto, controles en la cuenta capital y una política de sustitución selectiva de importaciones, son absolutamente centrales para evitar otro ciclo de desindustrialización y endeudamiento. También está claro que para alejar definitivamente el fantasma del default se deberá tener una estrategia financiera y de manejo de la política de endeudamiento muy prudente.
Con posterioridad al default se producirán oportunidades de acceder a los mercados voluntarios de capital, dado el horizonte de apreciación del peso y de baja del riesgo país. Sin dudas que los mercados miran mucho más las expectativas futuras que la historia crediticia.
Por cierto que esta vez el endeudamiento externo debería ser muy limitado. Es necesario encarar un programa de administración de pasivos que tienda a minimizar no sólo el riesgo de monto de la deuda sino también los riesgos de tasas de interés, tipos de cambio, plazo, etc., como exitosamente encararon Irlanda y Nueva Zelandia, entre otros países que ingresaron en un sendero virtuoso de desendeudamiento relativo, reducción de riesgos y crecimiento.
Es hora de encarar un agresivo desarrollo del sistema financiero que está emergiendo de la crisis y generar un mercado genuino de capitales, un mercado nacional que permita intermediar el ahorro nacional en inversión productiva.
Más allá de contar con buenas políticas financieras y el desarrollo de los canales resulta absolutamente fundamental promover agresivamente el ahorro interno, mediante políticas de crecimiento para evitar futuras crisis externas.
El equilibrio externo se entronca con el equilibrio productivo y fiscal. El desajuste entre la oferta y demanda interna de bienes requiere una estrategia de desarrollo y reconversión productiva. Esto supone más mercado interno y más exportaciones, lo que generará, además, alivio de la brecha externa y mayores recursos fiscales. Obviamente para evitar la brecha productiva y crecer sostenidamente se necesitan inversiones en infraestructura y energía. Dada la experiencia de los años ’90 es imprescindible recuperar la inversión pública, lo que limita los recursos disponibles para el pago de la deuda.
Un crecimiento sostenido implica también, políticas activas para profundizar la diversificación productiva a efectos de minimizar la elevada exposición al precio de las materias primas, lo que permite unamayor creación de empleo y mejoras salariales, aspectos estos que nos conducen a la brecha social.
Por cierto se requiere cerrar la brecha social. La solvencia financiera y la posibilidad de repago de la deuda dependen crucialmente de la existencia de un mercado interno y de un país que genere más empleo y salarios. Existe abundante evidencia empírica que refleja que la equidad está entroncada con el crecimiento y la prevención de crisis.
El análisis de las cuatro brechas se unifica también en la necesidad de incrementar el gasto público para mejorar la provisión de bienes públicos (mejor salud, educación, seguridad, promoción científica y tecnológica) para todos, por razones elementales de equidad, pero también de eficiencia. Hace falta aumentar la inversión y un elemento crucial es invertir decididamente en recursos humanos –mediante remuneraciones y bienes públicos– para obtener ganancias duraderas en competitividad.
Así se podrá empalmar la actual recuperación macro con un programa estratégico de desarrollo con equidad que formule el gobierno nacional y que genere el necesario consenso de la inmensa mayoría de los sectores políticos y los actores económicos y sociales. Se requiere un verdadero Pacto Social y un plan nacional de desarrollo que permita evitar no sólo un default financiero en el futuro sino también alejar definitivamente el default económico, productivo, social y moral que lo ocasionó.
* Economista del Plan Fénix.

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