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Un congreso casi secreto

Por M.P.

Tras una convocatoria que no fue comunicada a los medios, el PJ porteño que encabeza el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, realizó ayer su congreso partidario en el Teatro ND/Ateneo. Se trató del primer congreso tras las elecciones internas del 14 de abril, que terminaron con la intervención judicial y elevaron a Fernández como hombre fuerte del partido. En la asamblea estuvieron presentes 257 congresales, el 85 por ciento del total.
Como en todo congreso partidario, al inicio se eligió un presidente para que organizara las votaciones: fue Víctor Pandolfi, conocido como Tito o el Gordo, el último presidente que tuvo el Concejo Deliberante hasta su disolución, en noviembre de 1997. Por ese cargo fue vinculado con la investigación por la causa de los ñoquis, y el juez Alberto Baños llegó a procesarlo en 1999. Además, Pandolfi estuvo ligado al grossismo desde principios de los ‘80: en 1985 le ganó una interna a Lorenzo Miguel en su zona de influencia, Villa Lugano. Luego se convirtió en hombre de confianza del ex ministro del Interior del menemismo, Carlos Corach.
Tras nombrar a Pandolfi como presidente, se votaron dos mociones importantes. Primero se aprobó por unanimidad la convocatoria a internas para cargos nacionales el 7 de agosto. Después se eligió una terna de dirigentes para que conformen frentes electorales “con agrupaciones políticas afines”. La votación, también unánime, ubicó en ese lugar al subsecretario de Seguridad, Alberto Iribarne, el sindicalista del Suterh, Víctor Santa María, y el propio Fernández. De los tres delegados, sólo Santa María estuvo presente en el congreso. Ni Fernández, ni Iribarne, como tampoco la funcionaria Patricia Vaca Narvaja y el ministro Carlos Tomada, fueron de la partida.

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