EL PAíS › MAS ALLA DE FRAY BENTOS, QUE PASA CON LAS PAPELERAS ARGENTINAS

Y por casa cómo andamos

La polémica por la instalación de las fábricas de pasta de celulosa en Uruguay tiene un costado hasta ahora oculto: lo que sucede de este lado del río. Aquí, una investigación de la industria local de papel. Son diez empresas que en su mayoría usan tecnología contaminante. Dónde están y cuáles son las denuncias en su contra. Los casos que lleva la Justicia.

 Por Pedro Lipcovich

Hay otras papeleras, que es como decir: hay otra historia. Las otras papeleras son las que, silenciosamente hasta ahora, vienen produciendo y en muchos casos, según denuncias, contaminando en la Argentina. Las más conflictivas son Alto Paraná y Celulosa Puerto Piray, en Misiones; Celulosa Argentina, en Capitán Bermúdez; Ledesma, en Jujuy; y Papelera del Tucumán. Este último caso es el único donde cabe anotar una victoria en la lucha por preservar el medio ambiente, ya que la Cámara Federal de Tucumán dispuso el procesamiento de los directivos de esa empresa. En la otra historia que enseñan estas papeleras, el problema de la contaminación no se reduce a la tecnología empleada (el debate central en torno de las plantas de Uruguay) sino que, aun antes de que haya empezado a funcionar la primera máquina, empieza en el desastre ambiental que pueden causar las plantaciones de pinos foráneos –como se denuncia en Misiones– o en las enfermedades causadas por el bagazo usado como materia prima –como se denuncia en Jujuy–. Las denuncias sobre Misiones ejemplifican la “piedra libre” que las empresas estarían en condiciones de lograr, no sólo por la inacción de las autoridades reguladoras sino por la extorsión de hecho a la que pueden ser sometidas las poblaciones cuando sus fuentes tradicionales de subsistencia –por caso, el cultivo de yerba mate– les han sido sustraídas.

Hay que empezar por aclarar que las denominadas papeleras, tanto las que son tema de esta nota como las que se construyen en Fray Bentos, en rigor son fabricantes de pasta de celulosa, que pueden a su vez utilizar este producto para producir papel –es el caso de Ledesma, o el de Papel Prensa– o bien venderlo como materia prima a otras empresas, éstas sí fabricantes de papel. En la Argentina, las fábricas de pasta de celulosa son: Alto Paraná (Puerto Esperanza, provincia de Misiones); Papel Misionero (Capioví, Misiones); Celulosa Puerto Piray, en esa localidad misionera; Papelera del Tucumán (Lules); Ledesma (Libertador General San Martín, Jujuy); Papelera del NOA (Palpalá, Jujuy); Celulosa Argentina (Capitán Bermúdez, provincia de Santa Fe); Papel Prensa (San Pedro, provincia de Buenos Aires); Massuh (Quilmes, Buenos Aires); y Productos Pulpa Moldeada (Cipolletti, Río Negro).

Varias de ellas no registran objeciones destacables desde el punto de vista ambiental. En todos los casos esto puede explicarse por las particularidades técnicas de su producción. Massuh, Papel Prensa, Productos Pulpa Moldeada y Papelera del NOA fabrican pasta para papel de inferior calidad (embalajes, impresión de diarios, etcétera), lo cual les permite usar procedimientos de blanqueo menos rigurosos, que no requieren el uso de cloro, factor tóxico fundamental. De las demás, todas menos Alto Paraná utilizan cloro elemental, la tecnología de blanqueo más contaminante.

En 2005, la Cámara Federal de Apelaciones de Tucumán dispuso procesar por contaminación ambiental a los directivos de Papelera del Tucumán (ver aparte).

Distinta fue la actitud de los jueces de la Cámara de Apelaciones de San Pedro, provincia de Jujuy, que en diciembre pasado rechazaron el recurso de amparo presentado por el Comité para la Defensa de la Salud, la Etica Profesional y los Derechos Humanos (Codesedh), inicialmente a favor de Olga Márquez de Aredez, quien falleció durante el proceso. Alberto Palacio, representante del Codesedh, explicó que “la acción de amparo contra la empresa Ledesma se originó en la contaminación ambiental producida por el bagazo de la caña de azúcar, destinado a la producción de pasta de papel, que ellos almacenan a la intemperie: en el bagazo se desarrolla un hongo cuyas esporas, diseminadas por la localidad de Libertador General San Martín, causan en sus habitantes la enfermedad llamada ‘bagazosis’, de la cual falleció Olga Aredez”. Codesedh apeló la resolución de la Cámara y deberá intervenir la Suprema Corte de la provincia de Jujuy.

“Piedra libre”

Ricardo Carrere forma parte de la ONG Guayubira, que viene sosteniendo una oposición militante a la instalación de las plantas de celulosa de Botnia y Ence en Fray Bentos –que incluyó la presentación de una carta abierta al gobierno uruguayo firmada por decenas de investigadores universitarios–. Este ambientalista efectuó una investigación en la provincia de Misiones, donde observó que “en Papel Misionero hay una contaminación tremenda del río; apenas han puesto una redecita para que no se note la espuma”. Pero la planta que más interesaba a Carrere era Alto Paraná, que utiliza una tecnología de blanqueo (parcialmente libre de cloro) similar a la que emplearán las fábricas de Fray Bentos. Empezó por advertir el “lamentable estado del río, donde los peces han desaparecido, las aves brillan por su ausencia y el aire huele a huevo podrido”.

Además, el ambientalista se detuvo en un problema que no depende de la tecnología de blanqueo: el reemplazo de la biodiversidad propia de la selva misionera por uniformes plantaciones de pinos: “El sector forestal insiste en llamar ‘bosques’ a los monocultivos de árboles: intentan convencer de que están llevando una ‘reforestación’ pero estas plantaciones no tienen nada en común con un bosque y menos aún con la enormemente diversa selva misionera”, comentó Carrere. Un ejemplo serían los efectos causados por “el polen de los pinos: tratándose de grandes masas de árboles de una o dos especies, todos florecen en la misma época y desprenden enormes cantidades de polen, generando problemas respiratorios y alérgicos”. Otro efecto ecológico impensado es “la invasión de mosquitos”: porque “el alto consumo de agua por las plantaciones de pinos hace desaparecer a las ranas, que controlaban la población de mosquitos”, explicó Carrere.

Esto se articula con las manifestaciones de vecinos del triángulo formado por las localidades de Puerto Esperanza, Puerto Libertad y Wanda, donde viven unas 40.000 personas, en las proximidades de la planta Alto Paraná. Todos ellos pidieron a Página/12 reserva de sus nombres. Es que, según uno de ellos, a quien llamaremos Vecino A, “al principio yo denunciaba mucho pero tuve que dejar de hacerlo cuando empecé a recibir amenazas y la familia me puso un freno”. Este vecino advirtió que “Alto Paraná desmonta hasta la orilla de los cursos de agua y así las aguas se contaminan con agrotóxicos y algunos arroyos, sin la protección del bosque, se secan”. El vecino que llamaremos B afirmó que “cuando se corrió la bola de que compraban tierras, hubo una estampida de colonos queriendo venderles la chacra: por la yerba, que fue hace unos años el oro verde, ahora no pagan más que 18 centavos el kilo; y lo mismo pasa con el té, con los citrus”.

Vecino C contó que “en los cítricos se forman pintitas negras, las mandarinas se secan. Tengo tres árboles de mandarina y ninguno está dando fruta; los vecinos más viejos dicen que, antes de la fábrica, no era así”. Este vecino vive al sur de la planta, adonde “cuando hay viento norte, el olor se siente muchísimo más fuerte. Es nauseabundo”. Y “en los lugares del Paraná donde arrojan el desecho, el río cambia de color, toma un color amarillento, hay peces muertos, qué sé yo qué echan ahí”.

Y, en cuanto a las personas, “aumentaron mucho las enfermedades respiratorias y también las de la piel, y hay mucha gente con distintos tipos de cáncer”, según el Vecino A. “Hay mucha gente con asma, todos los problemas respiratorios se agudizan”, afirmó el Vecino C. Pero “ni los médicos ni nadie quiere hablar –sostuvo el Vecino C–; los efectos ambientales no se pueden demostrar porque el Ministerio de Ecología jamás hizo un estudio, y, si lo hizo, nunca conocimos los resultados”.

La empresa Alto Paraná, por su parte, sostiene que “desde junio de 2002, las operaciones forestales de esta empresa cuentan con la certificación ambiental ISO 14.001, lo que garantiza a nivel internacional que se realizan de acuerdo con la legislación vigente y compromete a la empresa a mantener un programa de mejoramiento ambiental continuo. ISO 14000 es el nombre del conjunto de normas ambientales de la International Organization for Standarization”. Según la firma, “muestra de nuestro compromiso hacia el cuidado del ambiente es la conservación de una reserva forestal de más de 16.000 hectáreas de selva paranaense y 11.000 hectáreas de bosques naturales”.

En contrapartida, según el Vecino C, “las empresas tienen piedra libre: en Celulosa Puerto Piray, hace seis años, el Ministerio de Ecología llegó a labrar un acta por falta de tratamiento de efluentes, pero la empresa amenazó con cerrar la planta y, como todo el pueblo depende directa o indirectamente de ella, la gente misma pidió levantar la medida”.



1) Alto Paraná (Misiones). Cuestionada por ambientalistas y vecinos por contaminación de agua, aire y destrucción de bosques nativos. La empresa afirma cumplir el estándar internacional. Tecnología: ECF.

2)Celulosa Puerto Piray (Misiones). Cuestionada por vecinos por falta de tratamiento de efluentes. Tecnología: utiliza cloro elemental.

3)Papel Misionero (Misiones). Cuestionada por ambientalistas por falta de tratamiento de efluentes. Tecnología: TCF.

4)Celulosa Argentina (Santa Fe). La tecnología que usa es una incógnita. Los ambientalistas dicen que el proceso es con cloro elemental, la empresa lo niega. Es denunciada por contaminar el aire y el río Paraná. Provoca mal olor.

5)Papel Prensa (Provincia de Buenos Aires). No se registraron cuestionamientos ambientales. Tecnología: TCF.

6)Massuh (Provincia de Buenos Aires). No se registraron cuestionamientos ambientales. Tecnología: TCF.

7) Productos Pulpa Moldeada (Río Negro). No se registraron cuestionamientos ambientales. Tecnología: TCF.

8) Papelera del Tucumán (Tucumán). Sus directivos están procesados penalmente por la Cámara Federal de Tucumán por contaminación de aguas y destrucción de especies autóctonas con efectos perjudiciales para la agricultura y la salud. Tecnología: utiliza
cloro elemental.

9) Papelera del NOA (Jujuy). No se registraron cuestionamientos ambientales. Tecnología: TCF.

10) Ledesma (Jujuy). Cuestionada por ambientalistas por contaminación del aire causada por la materia prima. Tecnología: utiliza cloro elemental.


Nota: Respecto de las empresas
no cuestionadas, no puede excluirse la posibilidad de objeciones
ambientales que no hayan llegado
a ser registradas.

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