EL PAíS › EL JEFE DE LA FUERZA AEREA HIZO SU AUTOCRITICA CON ALGUNOS LAPSUS

“No hay solidaridad con la tortura”

A escasas dos semanas del 30º aniversario del último golpe militar, el brigadier Eduardo Augusto Schiaffino dijo que “la Fuerza Aérea asume la obligación moral ante la Nación de reconocer y repudiar los hechos contra la dignidad cometidos por integrantes de nuestra institución”. En rigor, se olvidó de leer repudio y después lo aclaró.

 Por Nora Veiras

El jefe de la Fuerza Aérea, Eduardo Augusto Schiaffino, se paró al frente de sus hombres con el objetivo de hacer una autocrítica explícita a la represión ilegal. La hizo, pero tuvo sus lapsus. “La Fuerza Aérea que hoy me toca conducir asume la obligación moral ante la Nación de reconocer y repudiar los hechos contra la dignidad del hombre cometidos por integrantes de nuestra institución en aquellos días”, estaba escrito. Al leerlo, el brigadier obvió “el repudio”. Después del acto aclaró que “fue un error en la lectura que corrijo”. Sin equivocaciones, remarcó que “no hay solidaridad con el delito, no hay solidaridad con la tortura y no hay solidaridad con la cobardía”. La ministra de Defensa, Nilda Garré, se declaró “muy satisfecha” por el anunciado discurso del aviador a escasas dos semanas de los treinta años del último golpe militar y destacó “la firme decisión de los cuadros de hoy de quedar claramente diferenciados de lo que fue aquel proceso de aplicación del terrorismo de Estado”.

Después de hacer un racconto de los planes de la Aeronaútica, Schiaffino señaló que “quisiera detenerme y reflexionar sobre el respeto a la ley, y hacerlo en relación con lo que significa el próximo 24 de marzo, cuando se cumplan 30 años de un hecho doloroso para los argentinos, ya que no se puede obviar la responsabilidad que la Fuerza Aérea tuvo en el mismo”. A renglón seguido, el brigadier no tuvo un fallido, pero apeló a un sustantivo que provocó más de una mirada incómoda: “El quebrantamiento de la ley y el no respeto de esos valores dieron como resultado excesos (sic) agraviantes a la dignidad humana que están siendo investigados por la Justicia”, dijo.

La palabra “excesos” evoca el cinismo de los dictadores. En 1979, Jorge Rafael Videla dijo en Nueva York al término de una reunión de presidentes de América que el Ejército “no torturó, ni secuestró, ni asesinó. Sólo hubo excesos”. Lo mismo repitió su sucesor como presidente de facto Roberto Viola. Durante décadas siguieron apelando a los “excesos” para excusarse, a pesar, inclusive, de la sentencia del Juicio a las Juntas que ya en 1985, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, probó la existencia de “un plan criminal” ejecutado desde el Estado en el que “los excesos” como tales eran parte constitutiva.

Ante todos los brigadieres y comandantes de las unidades aéreas del país, Schiaffino destacó que “el cumplimiento de la ley no es una elección, es una obligación, en el convencimiento que sólo en el marco de la verdad y la justicia se podrá alcanzar la cohesión necesaria para concretar el proyecto de Nación que pretendemos y merecemos. Hoy, la Justicia deberá valorar los hechos, hombres y circunstancias para legar a las generaciones futuras, la verdad en toda su amplitud y profundidad”.

El jefe de la Fuerza Aérea señaló que “los derechos humanos son una conquista moral de la humanidad y tienen por objeto establecer los límites de acción de los poderes del Estado, para evitar abusos y proteger la integridad y la dignidad de la persona humana. Su quebrantamiento por parte de quien es su garante nos remite a la más oscura barbarie”.

Schiaffino llegó a la cúpula de la aeronaútica a fines de febrero del año pasado, en reemplazo de Carlos Rohde, un brigadier que había tenido un primer traspié hace dos años con su fallida autocrítica y fue desplazado tras el escándalo de las narcovalijas en Souther Winds. “Hubo errores y horrores de ambas partes”, había dicho Rohde, quien al día siguiente se tuvo que rectificar mediante un comunicado de prensa en el que aclaró que ésa había sido una “expresión desafortunada” y que, en realidad, los aviadores rechazaban “categóricamente el accionar ilegal de las fuerzas estatales” durante la dictadura.

El discurso de Rohde había sido en la misma línea que el pronunciado en 1995 por su antecesor, Juan Daniel Paulik, días después de la autocrítica del general Martín Balza. “No se puede juzgar un solo sector”, había dicho Paulik, desandando la asunción de “responsabilidades institucionales” y la condena al cumplimiento de órdenes inmorales invocada por el principio de obediencia debida realizada por Balza. La Fuerza Aérea había ensayado una tibia revisión de la dictadura ante la repercusión pública del veredicto del Juicio a las Juntas. El entonces titular del Estado Mayor Conjunto, Teodoro Waldner, dijo: “Debemos reconocer que las características de esa lucha llevaron las acciones de violencia a un límite tal que ha permitido dudar de la legitimidad de muchos actos de la represión desatada”.

De las tres fuerzas, la Aeronaútica es la que menos casos de militares procesados tiene en la actualidad: tres, según información de fuentes castrenses, sobre un total de más de ciento cincuenta uniformados detenidos por causas vinculadas con las violaciones a los derechos humanos.

A dos semanas del 24 de marzo, después del segundo mea culpa del jefe de la Armada, Jorge Godoy, quien respaldó la entrega de la ESMA para convertirla en Museo de la Memoria; a casi dos años de una de las imágenes imborrables del disciplinamiento de los militares al poder político como aquella del general Roberto Bendini descolgando los retratos de Videla y Reynaldo Benito Bignone de la galería del Colegio Militar por orden del presidente Néstor Kirchner, los dichos de Schiaffino completaron el rompecabezas de las autocríticas castrenses.

En este contexto, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde, quien escuchó en vivo y en directo al brigadier, consideró que “estas palabras reivindicando los derechos humanos, condenando el pasado dictatorial y planteando la absoluta sujeción a la ley son un paso positivo en un camino de reencuentro de las Fuerzas Armadas con los principios fundamentales que nunca debieron haber abandonado”.

“No hay nada más valioso, para obtener el reconocimiento y el respaldo de los habitantes de la Patria, que una institución militar respetuosa de los derechos fundamentales del hombre y de sus tradiciones”, leyó Schiaffino. “El discurso respondió a una necesidad institucional y personal del jefe de la fuerza”, comentó un colaborador de Schiaffino, mientras desde la cartera de Defensa destacaban la presencia y apoyo de los brigadieres y comandantes de todo el país.

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El brigadier general Eduardo Augusto Schiaffino junto a la ministra de Defensa, Nilda Garré.
Imagen: Ana D’Angelo
 
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