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“Las fábricas no ponen al alcance toda la información que tienen”

El biólogo canadiense Wayne Dwernychuk, contratado por el Banco Mundial para realizar el informe sobre el impacto ambiental que producirán las pasteras, destaca que las fábricas no brindan toda la información, pero considera “excesivas” las críticas.

“Las fábricas no están poniendo al alcance la información que tienen, ése es el principal problema con el que nos enfrentamos”, sostiene Wayne Dwernychuk, el biólogo canadiense contratado por el Banco Mundial para realizar el informe final sobre el impacto ambiental de las papeleras. La idea inicial era rever el borrador que realizó la institución y que tantas críticas despertó entre las organizaciones ambientales. Pero lo cierto es que el documento aportado por el contratista del Banco Mundial terminó abriendo nuevas contradicciones y mayores interrogantes al curso del conflicto. En diálogo con Página/12, el director del proyecto intenta aclarar las diferencias. Aunque defiende los métodos de control aplicados por Botnia y Ence, cuestiona la falta de información que han proporcionado sobre el tema. Al respecto asegura que “el ecosistema en Entre Ríos no tendrá cambios significativos con estas fábricas pasteras” y, en este sentido, vuelve a reiterar que las objeciones planteadas por Argentina “son excesivas”.

–¿Cree que las dos fábricas no van a contaminar el río Uruguay?

–En primer lugar, considero que varios de los comentarios que ha realizado no sólo el gobierno argentino sino también los grupos ambientalistas de Argentina y Uruguay son expresiones un tanto excesivas. Conociendo las consecuencias, los problemas y el funcionamiento de este tipo de producción a nivel mundial, mi conclusión es que muchos de estos comentarios y preocupaciones son infundados o no cuentan con toda la información disponible sobre el tema.

–Bueno, ésa ha sido justamente una de las recomendaciones que usted les planteó a las empresas, que aporten mayor información sobre sus procesos productivos.

–Efectivamente ése es otro de los problemas. Tendría que haber mayor información disponible para que así los ambientalistas y las organizaciones civiles pudieran formular las conclusiones correctas. Incluso nosotros tuvimos ese problema. Algunos de los informes que recibimos tenían dos años de antigüedad, es decir, eran de cuando recién comenzaba este proceso, y no estaban actualizados. Lo que más llama la atención es que estas fábricas están usando la mejor tecnología y que no pongan, entonces, al alcance la información adecuada sobre ese tipo de tecnología.

–Una de las recomendaciones formuladas por las organizaciones ambientalistas es que ambas plantas deberían aplicar el sistema de blanqueo Totalmente Libre de Cloro (TCF).

–No soy especialista en el tema, ésa es una cuestión que corresponde más a un ingeniero que a un biólogo. Pero lo que sí puedo afirmar es que hay varias empresas que habían adoptado ese sistema, pero ahora lo están cambiando porque no hay mercado para el tipo de pasta de celulosa que se produce con ese método. Si estas fábricas aplican la otra tecnología, la de blanqueo Libre de Cloro Elemental (ECF), y toman en cuenta además otros recaudos que nosotros hemos presentado en nuestro informe, podrían mejorar las condiciones de producción al punto que evitan los efectos nocivos para el ambiente.

–Sin embargo, usted planteó varias consecuencias que pueden llegar a generar las papeleras, como el cambio de color del río.

–No, nunca aseguramos que el río cambiará de color. Lo que mencionamos en el informe es que debería estudiarse esa cuestión en particular. Mire, yo he estado en esa zona hace varios años. Visité Paysandú, Salto Grande y Concordia, así que conozco las características particulares que ofrece el río Uruguay. Y el color es justamente una. Se trata de un río con un color muy particular, dado por la sedimentación que hay en esa zona. Y es por ello que considero que el color es una condición de río que debería ser estudiada. Un estudio acabado del impacto ambiental en la zona debería contemplar las características actuales y los posibles cambios que se pueden llegar a observar tras la instalación de las plantas.

–¿Qué fue lo que les solicitó el Banco Mundial cuando los convocó para este estudio?

–Yo y mi equipo debíamos ver el primer borrador elaborado por la CFI. Se trataba de un documento producido por consultores de Estados Unidos. Nosotros debíamos ver si tenía omisiones, errores, o cualquier cosa que pudiera ser mejorada. Para ello, tuvimos que tomar en cuenta todas las críticas y comentarios que recibió el Banco Mundial de parte del gobierno argentino y los organismos de defensa del medio ambiente.

–¿Usted está al tanto de cuáles son los pasos a seguir por la institución?

–Tengo entendido que ahora el Banco Mundial discutirá nuestro informe con Botnia y Ence, y desarrollará un plan de acción a partir de nuestras recomendaciones. En este sentido, sé que están tomando en cuenta muy seriamente los puntos que hemos desarrollado en nuestro informe y que intentarán tomar los recaudos necesarios para poder responder a nuestras recomendaciones.

–¿Ya habían realizado estudios similares para el Banco Mundial?

–No, es la primera vez que trabajo para esa institución.

–En Canadá, ¿cómo son los métodos de control?

–Son similares a los que se están aplicando sobre Botnia y Ence. Nosotros ahora estamos haciendo una investigación sobre los efectos en el río que atraviesa la Columbia Británica. Se trata de un río con un caudal diez veces menor al del río Uruguay, y el impacto que las fábricas de celulosa han tenido sobre ese río ha sido mínimo. Con lo cual, si uno lo compara con el volumen del río Uruguay, mi opinión es que Botnia y Ence no representan un problema ambiental serio.

–Sin embargo, también se ha objetado que el volumen de producción de Botnia será mucho mayor que el común de este tipo de industrias.

–Sobre nuestro río funcionan tres pasteras que manejan un volumen similar al de Botnia. Por supuesto que las posibilidades de contaminación son menores cuanto más avanzada es la tecnología que se aplica. Por ello, hemos recomendado la aplicación de técnicas para bajar los niveles de producción. Pero con el volumen de agua que tiene el río, el ambiente en Entre Ríos no sufrirá cambios significativos por las dos papeleras.


Reportaje: Carolina Keve.

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La empresa finlandesa Botnia es la más avanzada y la más renuente a paralizar la obra.
Imagen: AFP
 
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