EL PAíS › OPINION

La desinformación y los mediocres

Por Sergio Luis Provenzano*

Las instituciones de nuestro país están atravesando una profunda crisis de valores que las han llevado al triste deterioro ético que las caracteriza en la actualidad, lamentablemente casi sin excepción.
Pertenecemos a una gran Nación que fue construida en base al trabajo y esfuerzo de cientos de miles de inmigrantes llegados a estas tierras, huyendo de la miseria y la falta de trabajo y buscando un porvenir. Con sus manos, sudor y tozudez hicieron de la nada algo grande.
La inmensa mayoría de nosotros descendemos de ellos, pero es evidente que esas características fueron superadas por una cultura del facilismo, la corrupción, el desapego, el egoísmo, la falta de identidad nacional y tantas otras actitudes que nos llevaron a estar como estamos. Todos los que hoy ejercemos alguna función pública más que nunca debemos participar de su refundación.
La Universidad nacional no es ajena a esta crisis de valores. Sin embargo, ha demostrado a comienzos de este año, a través de la elección democrática de sus autoridades, su voluntad de cambio y deseo de adaptarse a la realidad.
De las ideas de los que la transitan puede aparecer la luz que no vemos y un poco de esperanza. Para esto se requiere poner en práctica actitudes valientes y decididas, fijar roles y competencias, ser intransigente con lo que no es correcto, dar el ejemplo con honestidad y transparencia, exigirnos como funcionarios para poder exigir en la misma medida a los que dependen de nosotros.
Los que intentamos recuperar el protagonismo de la Facultad de Medicina como una institución líder y ejemplo en el mundo académico, desterrando el partidismo y las prebendas políticas, nos vemos a diario enfrentados con aquellos que gozan de privilegios de una época que dejamos atrás y sienten vulnerados sus intereses, y no han comprendido que esa época debe quedar atrás, por nuestro bien y el de nuestro país.
Muy por el contrario, estos grupos pretenden perpetuarse y continuar gozando de los mismos privilegios y ocupando lugares que no les corresponden. Si alguien intenta interferir, buscarán la forma de tomar revancha, asustarlo o quitarlo del paso de las formas más siniestras y desleales.
Cuando asumí como vicedecano de Medicina de la UBA, intenté poner en práctica aquellas ideas fuerza que fueran acompañadas por la mayoría de los docentes de nuestra facultad.
Este tipo de estrategias basadas en el sentido común y el desinterés económico de quien las lleva a la práctica, afecta visiblemente los intereses de algunos grupos que se defienden de la única manera que saben y pueden: poniendo trabas, ensuciando y desprestigiando con mentiras.
Por un lado, los estudiantes rechazaron el proyecto ya aprobado por el Consejo Directivo de rendir un examen al final de la carrera, que hubiera permitido a la Facultad de Medicina garantizar a la comunidad graduados con el mínimo nivel académico e idoneidad para satisfacer los requerimientos de la gente. Esta medida no fue rechazada por la mayoría del alumnado que, por lógica, luego de años de estudio no se atemorizaba ante una evaluación más. Los que se opusieron fueron aquellos cuya única preocupación no pasaba por adquirir capacitación en Medicina sino que deseaban acumular espacios de poder político y manejo de recursos económicos que les permitieran vivir sin trabajar siguiendo modelos perversos de épocas, por suerte, pasadas pero que aún dejan huellas.
Paralelamente, puse mi atención en la racionalización y control del uso de los recursos económicos de la facultad, limitando al máximo, dentro de mis posibilidades como vicedecano, el gasto innecesario e incluso inmoral (control en los procedimientos de compras, supresión de gastos y cargos superfluos, control del uso particular de elementos de propiedad de la Facultad, etc.).
Apoyé y apoyo en forma activa el proyecto sobre implementación de medicamentos genéricos lanzado desde el Ministerio de Salud de la Nación, avalado por otras instituciones nacionales, formadoras de recursos humanos en salud y donde la Facultad de Medicina de la UBA, es una de las líderes.
En lo relacionado con la actividad académica, hace años que trabajo para implementar una nueva currícula para la carrera de Medicina, mediante la cual nuestros graduados estén habilitados para desarrollar las prácticas que les permitan satisfacer la demanda que se plantea en el primer nivel de atención, es decir, centros de salud, consultorios externos, etc. donde consulta y se resuelve el 90 por ciento de la demanda de la población. Para esto es muy importante que nos preocupemos por mejorar la relación médico paciente. Funcionando bajo este esquema sencillo y de bajo costo, disminuye la concurrencia de la población a los centros asistenciales de mayor complejidad (hospitales) y se racionaliza el gasto de los escasos recursos de la salud, evitando estudios innecesarios o prescribiendo medicamentos inadecuados y lejos del alcance de los consultantes.
Por otra parte, la recomposición de alianzas en el Consejo Directivo le permitió a los estudiantes y graduados, acompañados por algunos profesores, utilizar los mecanismos que determina el Estatuto Universitario, alcanzar el control de los niveles de decisión y manejo de los recursos de la Facultad, neutralizando con cualquier herramienta, las acciones que pudieran afectar sus intereses.
Me queda claro que he asumido responsabilidades y que he comenzado a implementar cambios que han molestado dentro del ámbito de la Facultad o fuera de ella a ciertos grupos que buscan mediante informaciones incorrectas y tendenciosas, mi descrédito personal.
Querer hacer tiene riesgos que estoy dispuesto a correr, en la idea que si cada uno desarrolla su función con idoneidad y honestidad por más pequeña que esta sea, es un eslabón más para colaborar en la reconstrucción de la República y podremos dejarles a nuestros nietos el país que desearon nuestros abuelos.

* Vicedecano de la Facultad de Medicina, UBA

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