EL PAíS › JORGE DI LELLO, FISCAL FEDERAL ELECTORAL

“Es difícil hacer fraude”

 Por Santiago Rodríguez

“Que haya un fraude significativo en elecciones presidenciales es muy difícil”, aseguró a Página/12 el fiscal federal con competencia electoral de la Capital Federal, Jorge Di Lello, y detalló las diferentes trabas previstas en el sistema de votación para impedir que se haga trampa. El funcionario judicial señaló también que si la decisión fuese suya no convocaría veedores internacionales para las presidenciales del próximo 28 de octubre y anticipó que ese día “los escrutinios van a tardar muchísimo” por la excesiva cantidad de boletas diferentes con un mismo candidato a la Presidencia. “Hay más actividad política que indicios de fraude, salvo lo sorprendente del resultado”, evaluó Di Lello sobre las situaciones planteadas en Córdoba y Chaco, aunque aclaró que “eso no quiere decir que no haya problemas con votos que puedan alterar resultados”.

–¿Es posible realizar fraude en las elecciones nacionales?

–Depende a qué se llame fraude. Hacer fraude en una mesa es matemáticamente posible. También puede haber eventualmente fraude en algún pueblo chiquito, donde el intendente y alguna otra gente importante vayan de prepo a sacarles el documento a los wichis. Pero que haya un fraude significativo en elecciones presidenciales es muy difícil.

–¿Por qué es muy difícil?

–El fraude requiere la transferencia ardidosa a otro de una cantidad de votos. Una hipótesis podría ser que se cambiaron votos o se agregaron votos, pero las urnas llegan cerradas a cada mesa, ahí hay que abrirlas, porque los elementos vienen adentro de cada urna, y al momento de la apertura debe haber normalmente una o dos autoridades de mesa; además, los sobres vienen en blanco y después vienen los fiscales. Al cierre del comicio tienen que coincidir los votantes con los votos. Supongamos que la autoridad abrió la urna en un momento que no había fiscales, ¿cómo hace para que los que vienen después a votar no lo hagan para que le cierre el número de votantes? Los sobres también se firman al llegar y la autoridad de mesa tiene obligación de darle certificados a los fiscales, que son copias manuscritas del acta que firman también los propios fiscales.

–¿No se pueden alterar los datos al cargarlos en el sistema informático?

–Sí, es posible, pero eso sería una maniobra política de alcance corto porque están las actas dentro de las urnas, de las cuales tienen copias las autoridades de mesa y los fiscales. La única forma que no saltara el fraude sería que a nadie se le ocurriera protestar y abrir las urnas; ¿por qué nadie va a protestar si no coinciden los certificados? Otra cuestión: ¿Cómo hace alguien para saber qué presidente de mesa va a ir y cuál no? Y si tuviera esa información, ¿cómo se asegura de que ninguno de los que van y participan de la maniobra fraudulenta diga nada? Lo mismo pasa con los camiones: para cambiar las urnas durante el traslado debería arreglar al personal de las Fuerzas Armadas que va en el camión. Y si alguien pudiera cambiar las urnas, ¿cómo hace para que los certificados coincidan y que los sobres estén firmados por las autoridades y los fiscales de cada mesa?

–¿Y si la elección se define por escaso margen?

–Si una elección presidencial termina con mil votos de diferencia y hay casos raros a lo largo del territorio, se podría decir que se alteró la voluntad de la gente a partir de esos casos puntuales, pero de ahí a hablar de una maniobra de fraude es distinto.

–¿Entonces por qué se habla tanto del tema?

–Porque las elecciones anticipadas se han hecho con estructuras provinciales y eso presupone una estructura mucho menor a la habitual que hace a la Justicia Federal y al Comando Electoral Nacional, en el marco además de un fenómeno de dispersión mayor que hace que haya muchas más boletas para separar. Y porque hay una cuestión de maniobra política de los que pierden de cuestionar la elección.

–¿La excesiva cantidad de boletas con un mismo candidato a presidente puede ser una complicación el próximo 28 de octubre?

–Sí, claro. Los escrutinios van a tardar muchísimo y no por la computación, sino por el conteo en cada mesa. Además, hay muchas autoridades de mesa que enganchan en el momento y no están preparadas.

–¿Qué impresión tiene de las elecciones de Córdoba y Chaco?

–En Córdoba, Luis Juez fue cambiando sus argumentos y están escrutando las mesas donde hay diferencias; puede que haya habido errores de conteo o de transcripción. Lo de Chacho parecería ser un problema de software.

–¿Usted, entonces, no hablaría de fraude en ninguno de los dos casos?

–Son casos para analizar, pero me parece que hay más actividad política que indicios de fraude, salvo lo sorprendente del resultado. Eso no quiere decir que no haya problemas con votos que puedan alterar resultados, pero el fraude es una acción deliberada para cambiar el resultado.

–¿En cuánto disminuye la posibilidad de fraude el voto electrónico?

–Elimina el error humano en el recuento de los votos y teóricamente disminuye la posibilidad de fraude porque es instantáneo; el problema es que haya hackers, porque se trata de un voto sin soporte documental.

–¿Usted convocaría veedores internacionales?

–No. La historia argentina del ’83 hasta ahora no tiene ningún caso de fraude; es más, ha sido felicitada por organismos internacionales y ninguna protesta se tradujo nunca en una causa concreta. Además, los veedores son para situaciones donde ha habido problemas institucionales.

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