EL PAíS › A VEINTE DIAS DE LAS ELECCIONES

Postales de kampaña

Mientras prepara avisos publicitarios, Cristina Kirchner fortalece el vínculo con Moyano y los empresarios. Pone sobre la mesa los nombres que seguirían en funciones si gana las elecciones y analiza su relación con la prensa.

 Por Diego Schurman

El pacto social que promete Cristina Kirchner, en caso de resultar ganadora el domingo 28, comenzó a tomar forma esta semana, cuando el Gobierno le prometió amor al titular de la CGT, Hugo Moyano, y reunió a lo más granado del empresariado en una cena de campaña. A sólo tres semanas de las elecciones, y sin ballottage a la vista, la primera dama también puso en marcha la confección de su gabinete y analizó el vínculo con los medios.

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Oficialismo full time. El jueves, los teléfonos de la Casa Rosada

sonaron insistentemente. Algunos empresarios solicitaban un lugar en la cena que Cristina organizaba para su campaña a 5000 pesos el cubierto. Esa mañana la comidilla en el despacho de Néstor Kirchner fue la parábola de varios hombres de negocios, a quienes en el 2003 el santacruceño les suplicaba en vano que lo ayudaran a llegar al poder.

El radio de amistades del empresariado es laxo. Pero su línea de conducta es prácticamente unívoca: son siempre oficialistas. Un caso paradigmático es el de Cristiano Rata-zzi (Fiat), quien de cuestionar inmisericorde al Gobierno pasó a relacionarse con la primera dama como si se tratase de viejos amigos.

En la cena del Hotel Sheraton del jueves no había nada que horadara la sonrisa de Ratazzi como tampoco la de otros CEO de holdings empresarios. Repsol-YPF, Telefónica, Telecom, Techint, Swiss Medical fueron sólo algunas firmas allí representadas. También estaba Lan Chile, una de las que a último momento solicitó no estar ausente.

A tres semanas de los comicios, ninguna encuesta abriga la posibilidad de un ballottage. Seguramente en ello –y no sólo en la situación económica– resida buena parte de la actitud del empresariado respecto del kirchnerismo. Aquel mundo de oropel soportó impertérrito una comida con discursos encendidos –los de los ministros Carlos Tomada y Daniel Filmus–, clichés proselitistas y hasta ironías, como aquella de Cristina sobre su divorcio con Julio Cobos. No salió de los candidatos ningún compromiso hacia los principales invitados. A decir verdad, nadie lo esperaba. Estas galas suelen medir, contrariamente, el acompañamiento del empresariado a la fórmula anfitriona. Algunos exageraban la nota, como Julio Werthein, quien no dejaba de repartir loas hacia Cristina.

–¡Pero por qué no la voy a votar! –decía el empresario como si expresar lo contrario o mantenerse enigmático fuera una afrenta.

Para tomar palabras de la propia candidata: “It’s too much”.

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Arriba del camión. Esta semana la Casa Rosada decidió involucrarse de lleno en la interna sindical. La avanzada del barrionuevismo sobre Hugo Moyano tuvo dos aliados impensados: el estatal Andrés Rodríguez y el superintendente de Salud Héctor Capacciolli. Se trata de dos hombres de estrecho vínculo con Alberto Fernández. Nunca se sabrá si fue una jugada del kirchnerismo para condicionar al titular de la CGT o una aventura sin el aval oficial. Lo cierto es que el jefe de Gabinete llamó a Capacciolli para cuestionar su comunión con los muchachos de Luis Barrionuevo. Y hasta lo conminó a desistir de cualquier futuro encuentro con ese sector.

Fernández telefoneó después a Rodríguez para que devaluara las ínfulas golpistas. El titular de UPCN le expresó que no quería vaciar de poder a Moyano ni voltearlo, pero que estaba cansado de su “personalismo”.

El cuadro se completó con declaraciones de amor de Fernández al camionero. “Yo no tengo nada que ver con esas reuniones. Capacciolli dijo haber ido por su cuenta. Quiero que quede claro: Barrionuevo es un hecho maldito de la política argentina y con el negro Moyano nosotros tenemos un deber moral”, exageró.

El viernes, cerca del mediodía, Kirchner recibió en su despacho al titular de la CGT. Del encuentro participó el propio Fernández y se aclararon los tantos. A las palabras, la Casa Rosada le sumó gestos. Por la tarde envió a dos de sus representantes –el vicepresidente Daniel Scioli y el ministro de Trabajo, Carlos Tomada– al acto donde se blanqueó la alianza del poderoso gremio mecánico (Smata) con Moyano. Un día antes el camionero dio muestras del “pacto implícito” que mantiene con Kirchner. Se sumó a la jornada de protesta de Ctera en repudio al asesinato del docente neuquino Carlos Fuentealba, ocurrido en una provincia cuyo gobernador, Jorge Sobisch, es candidato a presidente y va a competir con Cristina.

El abogado de la CGT y diputado K, Héctor Recalde, hizo fuerza para que Moyano participe de la jornada y comparta una conferencia de prensa con el titular de la CTA, Hugo Yasky. Aunque se opone a que esa central alternativa obtenga su personería gremial, el abogado cegetista creyó políticamente conveniente esa foto en vísperas de elecciones. Para los desmemoriados: Cristina fue quien presentó el libro Crónica de una ley negociada, que Recalde escribió sobre la ley de flexibilización laboral, también conocida como ley Banelco.

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El plantel del 2008. La próxima temporada del kirchnerismo –ahora en su versión cristinista– traerá novedades, pero en muchos casos repetirá los protagonistas. Alberto Fernández, ya fuera de la lucha por el cetro porteño, tendría un lugar asegurado. El jefe de Gabinete exuda cierto cansancio y desgaste por el papel asumido en los últimos años, pero pocos le dan crédito a su deseo de abandonar las jinetas.

Fernández es miembro de la mesa chica, confidente y jefe de campaña de Cristina, un papel que –en rigor de verdad– comparte con Néstor Kirchner.

Su tocayo en el gabinete, Aníbal Fernández, comenzó a cotizar en alza. Cristina valora su tarea en materia de seguridad, un área sensible y que igualmente sigue siendo la que más preocupa a la sociedad, según demuestran todos los sondeos.

Aníbal Fernández, excluido de las listas de diputados bonaerenses, puede quedarse en su lugar o ir a Trabajo o Defensa, pero difícilmente reincida como vocero oficial, más allá de su galopante cristinismo (hay que recordar que siempre se refiere a la candidata como “el cuadro político más importante que dio el país en los últimos años”).

–Aníbal es una bestia –resaltan en la Casa Rosada, sin develar si aquel adjetivo es un elogio al ministro adicto al trabajo o una condena al vocero de lenguaje prosaico.

Su eventual salida de la cartera política acrecentaría las expectativas de Eduardo Fellner, quien resignó su reelección como gobernador de Jujuy por pedido de Kirchner. “Es uno de los tipos que más queremos, también podría ser presidente de Cámara, hay que ver”, dijo un contertulio K. La misma expectativa cabe para Florencio Randazzo, el ministro de gobierno bonaerense que tiene excelente relación con la Casa Rosada.

Cristina pidió que Alicia Kirchner no fuera por la gobernación de Santa Cruz para que siguiera administrando la política social desde el Ministerio de Desarrollo de la Nación. Se descuenta que Miguel Peirano se mantendrá al frente del Palacio de Hacienda, muy a pesar de las versiones que catapultaban a Mario Blejer.

El Ministerio de Relaciones Exteriores tampoco sufriría alteraciones. La primera dama mantiene con Jorge Taiana un excelente vínculo, que se ha profundizado en los sucesivos viajes internacionales. Se especula que Carlos Zannini, el estratega legal de los Kirchner, sería un insustituible del gabinete. En cambio, hay dudas sobre la continuidad del ministro de Planificación, Julio De Vido.

El secretario de Medios, Enrique Albistur, aspira a mantenerse en su lugar, saltar a Cultura o eventualmente manejar una flamante área de Cultura y Comunicación. El vocero Miguel Núñez, quien acompaña a Cristina desde hace años, también tendría asegurado un lugar en el gabinete, lo mismo que el secretario de Turismo, el patagónico Enrique Meyer.

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Spot en ciernes. Para la campaña se echó mano a Leandro Raposo, un creativo cuya juventud no le ha impedido hacer carrera. Su derrotero incluyó las agencias de publicidad Agulla y Bachetti y Walter Thompson. Con esta última se vincula por estos días a través de una firma propia denominada El Hotel. A Raposo le encomendaron bajar al llano, en lenguaje intimista, los indicadores sociales positivos que registra el Gobierno. En diez días se verán algunos spot televisivos donde la política hablará de la vida de los argentinos y no de sí misma.

Cristina estará en pantalla como una imagen pero no actuará para las cámaras. Una voz en off recordará la recuperación de la identidad y aquellos vocablos que la actual gestión dejó en desuso, como por ejemplo “saqueo” o “FMI”. Raposo es parte del engranaje de la Secretaría de Albistur. Participa, junto a jóvenes universitarios, del think tank K, hasta hace poco con sede en el noveno piso del Hotel Panamericano. En el Gobierno reniegan de su rol de publicista estrella, acaso para no emparentar la actual política comunicacional con la de gestiones predecesoras, verbigracia la de Fernando de la Rúa, que se recostaba en el marketing de Ramiro Agulla.

“Agulla representaba el cinismo, la picardía y el humor de los ‘90, Reposo es una apuesta a la intimidad”, dicen en la Rosada sobre el responsable de avisos como el de los calditos Knorr. La búsqueda de un perfil más humano no es casualidad: el esquema del gobierno de Kirchner resaltó en estos años la distancia y frialdad como rasgos distintivos de Cristina.

Un aperitivo de lo que se viene en materia publicitaria se puede encontrar en los videos que la candidata presentó en el Teatro Argentino de La Plata y en el Luna Park. Cristina sonriendo. Cristina lagrimeando. Cristina llevándose las manos al corazón. Se apela, está claro, a la emoción.

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El rey David. Signo de los tiempos, Internet será una herramienta central de la campaña. El Gobierno ya ideó el sitio www.cristina

cobosyvos.com.ar, que tendrá un vivo de 24 horas. Se montará un estudio sobre la calle Alem con dos presentadores. Y la web interactiva transmitirá los actos proselitistas y proyectará cortos con comentarios de personalidades de la cultura, el deporte y la sociedad civil.

El ex árbitro Horacio Elizondo grabó el suyo. Lo mismo hicieron Lito Vitale y Leopoldo Federico. El jueves, durante el acto de campaña en el Hotel Sheraton, sumó su voz David Nalbandian. A propósito, no fueron las raquetas sino los fierros los que enlazaron al tenista con el kirchnerismo. El gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, ofició de puente entre su coterráneo y la Casa Rosada. El rey David necesitaba un sponsor que financiara su otra aventura deportiva: las carreras de rally.

Volviendo a la web, el oficialismo busca profundizar el vínculo con la gente, sobre todo con las franjas más jóvenes de la población, probablemente donde se aloja el votante menos cautivo. Para ellos hay secciones de humor político, con monólogos de Tato Bores y secciones de CQC, el programa de Mario Pergolini, Cha Cha Cha y Capusotto.

El contenido de la web es elaborado por un equipo que comanda Albistur. Pero indefectiblemente necesita la aprobación de la mesa chica, allí donde se cuecen habas y en la que participan Néstor y Cristina Kirchner, además del omnipresente Alberto Fernández.

De ese conciliábulo salió la idea del “vos” que sucede al nombre de los candidatos. “Nuestro slogan es ‘sabemos lo que falta, sabemos cómo hacerlo’, pero también queríamos involucrar al ciudadano, barajar la idea de que esto se hace entre todos. Por ejemplo, diremos que nuestro compromiso es destinar más recursos fiscales a la educación, pero vos tenés que pedir la factura cuando comprás algo. O sea, nosotros hacemos nuestra parte, pero vos hacé la tuya”, señaló uno de los ideólogos de la campaña.

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La prensa. El vínculo con los medios no promete demasiados cambios. Alguien barajó la idea de que Cristina otorgue cuatro entrevistas, a periódicos provinciales del Norte, Sur, Este y Oeste, con el propósito de invertir el circuito habitual de la noticia. O sea, aquel que indica que los medios chicos reproducen lo que publican los masivos.

La propuesta “de los puntos cardinales” no cuajó, amén de que muchos de esos diarios locales son sucursales de los grandes medios. Así las cosas, la primera dama daría reportajes selectivos a dos o tres periódicos nacionales. La ausencia de conferencias de prensa es una asignatura pendiente del kirchnerismo. Cristina no romperá esa inercia, al menos durante la campaña. Tampoco participará de debate alguno, acaso naturalizando una lógica reñida con la democracia según la cual el favorito no debe correr riesgos exponiendo sus ideas.

¿Alguien la imagina a la senadora sumergiéndose en los debates sobre el Indec? Su papel de acá al domingo 28 será actuar como jefa de Estado, dando por hecho una consagración que sólo otorgan los votos. Cristina no es una advenediza en el mundo de la política y no piensa desaprovechar las ventajas del sistema. Los roles se definieron en una mesa de cuatro. Cristina se calzará el apelativo de estadista y evitará el mano a mano con los opositores. De esa tarea cotidiana se ocupará Fernández.

Kirchner se abocará al mal llamado interior (¿acaso hay provincias del exterior?) y Cobos hará la propio, aunque con la misión de arañar el voto no peronista. Estos últimos días, mientras se especulaba con cierta trivialidad de una relación rota con Cristina por la ausencia de fotos que los mostraran juntos, estuvo de gira en Salta, Jujuy, Formosa y Chaco. “Lo que pasa es que no sale en los diarios, entonces todos especulan cualquier cosa”, fue la inclemencia oficial con la prensa.

La tirantez de Cobos no fue con Cristina sino con la funcionaria del Indec de Mendoza. El gobernador dice que responde políticamente al radical Roberto Iglesias, quien aspira a sucederlo. Es público y notorio el interés de la oposición por agitar el fantasma de la inflación, como también lo es la escalada de ciertos productos que conforman la canasta familiar. Cualquiera que vaya al almacén o al supermercado lo sabe.

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Imagen: Sandra Cartasso
 
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