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“A Cambiaso y Pereira Rossi se los entregaron a Patti, tirados en el piso”

El represor Eduardo “Tucu” Costanzo, preso en su casa acusado por crímenes de lesa humanidad en Rosario, dice que lo quieren “matar como a Febres” y da datos sobre sus compañeros y superiores. Una entrevista publicada ayer por Rosario/12.

 Por José Maggi

–¿Por qué decidió hablar ahora después de tanto tiempo?

–Antes estaba muy impresionado con riesgo de muerte, porque cuando estaba detenido en el Batallón 121 me quiso matar dos veces el teniente coronel (Juan Daniel) Amelong. La denuncia está en el juzgado de Sutter Schneider y no se hizo nada. Y ahora están buscando cómo me sacan de mi casa para mandarme a una cárcel para que me maten, y me pase lo mismo que le pasó a (Héctor) Febres, porque pretenden que no llegue al juicio oral.

–¿Qué puede decir que no haya dicho ya en sus declaraciones judiciales?

–Mucho, más de la mitad, porque yo no tenía garantías en el juzgado de Sutter Schneider. Es un hombre que no me merece confianza porque de lo que yo le he dicho no ha hecho nada, ni de lo que le pidió la (ex) fiscal (Griselda) Tessio, que pidió la detención del teniente coronel Marino González, del teniente coronel Rodolfo Riegé, de Walter Pagano, de Rodolfo Isachs, Ariel Porra, Ariel López, Alberto Pelliza alias “Armando”, Francisco Scilabra, Jorge Cabrera alias “Andrés” y Jorge Pérez Blanco, a quienes se les debía tomar declaración indagatoria.

–¿Usted está procesado por crímenes de lesa humanidad y ahora pide justicia para que vayan presos sus viejos compañeros?

–No son mis viejos compañeros sino los que han cometido los crímenes porque no los cometí yo. Yo estaba viendo lo que hacían, pero los que apretaron el gatillo fueron ellos. Los matadores fueron Rodolfo Isachs...

–¿Los matadores de quiénes?

–De los catorce detenidos en La Intermedia de los que se me culpa. Los mataron Isachs, Amelong, (Jorge) Fariña y (Pascual) Guerrieri, que son los cuatro que estaban en la pieza, los hacían llevar uno por uno y los mataban ahí adentro.

–¿Qué fue La Intermedia?

–Una casaquinta de la familia Amelong, ubicada en el kilómetro 23 frente al Automóvil Club. Ahí estaban alojados cuatro o cinco meses.

–¿En qué época ocurrió esto?

–Era 1978, dos o tres meses antes del Mundial de Fútbol. Tenían que deshacerse de esa gente porque tenían que trabajar en el Mundial.

–¿Qué pasó en La Intermedia?

–Fue donde los eliminaron. Yo le dije a Sutter Schneider que le podía indicar cómo y dónde los mataron. Y el juez me contestó que no era yo el que le debía dar órdenes. No me llevó nunca.

–¿Cómo los mataron?

–Con dos tiros en el corazón que les pegaba Rodolfo Isachs, el ex comisario general, que hoy se encuentra en Pinamar en una cabaña.

–¿Y quién fue la mano ejecutora?

–Isachs, pero imagino que los otros los agarraban para que les pegara el tiro. Hasta ahí no veíamos nosotros porque los metían en la pieza. Lo que yo quiero decirle es la gente de la patota que anda afuera. Por ejemplo Cabrera, alias “El Barba”, es el único que interrogaba y torturaba porque estaba especializado, lo mandaron a hacer un curso. El Barba era el que la torturó a (Adriana) Arce, a (Tito) Messiez, durante cinco horas lo torturó, es el que tortura a Cambiaso y a Pereira Rossi dentro del camioncito en bulevard Oroño al fondo, cuando estaban haciendo la avenida de Circunvalación. En democracia empezó a trabajar en la Defensoría del Pueblo, pero no trabaja más, no sé dónde anda.

–¿Cómo termina la vida de Messiez?

–Y... desaparecido, cómo va a terminar.

–¿Pero dónde está su cuerpo?

–Habría que preguntarles a los tiburones de la bahía de Samborombón...

–¿Quién fue el que dio la orden?

–No sé si fue (Leopoldo) Galtieri o directamente la Presidencia. Pero en esos vuelos iban Ariel Porra, alias “El Puma”, que es además el matador de Remo (sic), y el mismo que lleva a Cambiaso y se lo entrega a Patti tirado en el piso; Porra es el que lo lleva pisándole la cabeza. Este Porra se lo entrega a Patti, y lo mismo hace Filtro, alias “Sebastián”, que es el yerno del coronel Pozzi, y es el que lo lleva en el otro auto, pisándole la cabeza y el cuello a Rossi para entregarlo a Patti.

–¿Quiénes hicieron esa operación?

–La hicieron en el bar Magnum, y fueron Rodríguez, Guerrieri y toda la Patota, que estaba integrada por el Gato Andrada, que era arquero de Central, y que se jubila del Destacamento (de Inteligencia) como agente del servicio, y también estuvo en el secuestro de Cambiaso y Pereira Rossi, como Raúl Campilongo, que estaba en la puerta.

–¿Esta gente alguna vez declaró ante la Justicia?

–No, nunca nadie ha hecho nada.

–¿Qué otros represores sueltos quedan aún hoy en la ciudad?

–Ariel Porra, “El Puma”; Ariel López, que es el que lo mata a Remo y tira a la gente del avión; Isachs, Rodolfo, que mata a los catorce detenidos; Juan Carlos Bossi, que está en Barcelona, y es el que los inyectaba y los mataba. También me acuerdo de que entre los veintisiete que llevaron a Monje para matar estaba la cieguita de la otra cuadra de mi casa. A ellos los mataron en Monje y según me contó Hugo Cardozo antes de morir de cáncer cuando vino a mi casa hace ocho meses, a los veintisiete los enterraron en una finca de Rolón en Santa Fe.

–¿Quiénes eran sus jefes en La Calamita?

–El jefe del Destacamento era el coronel Pozzi, pero nunca estaba. El que estaba al frente de todo era el teniente coronel Guerrieri, después Fariña, que era capitán ascendido a mayor, y el teniente coronel Marino González, y después había un par de sargentos, y el encargado de la Patota de nosotros era el sargento Mario Vera. Todo esto lo entregué en el juzgado y tampoco lo citaron.

–¿Por qué habría que creerle si usted declaró ante la Justicia que en La Calamita haba dos cuerpos enterrados y se excavó y no se encontró nada?

–Porque removieron la tierra y los sacaron, eso no es culpa mía. Es lo mismo que los que desmantelaron La Calamita y la desfiguraron completamente, demolieron un montón de cosas que había.

–¿Quiénes están enterrados en La Calamita?

–A mí, a Pagano, a Roscoe, a Bueno y a los dos Isachs nos obligan a que enterremos a Remo. Cuando vamos a hacerlo, yo no quería porque no le había tocado ni una uña a ese muchacho, a ese pobre pibe, que era un almita, chiquito, flaquito.

–¿Quién era Remo?

–Era un militante montonero que venía de San Juan. Lo llevamos para ver si deteníamos a otro. En la furgoneta venía atrás con él, y manejaba Bueno, al lado Pagano y atrás venía Rodolfo Isachs. Cuando llegamos a La Calamita lo bajan y le empiezan a dar como a un animal y lo matan. Lo mataron Porra, Armando Pelliza, Ariel López y Rodolfo Isachs.

–¿Están vivos los cuatro?

–Claro, están vivitos y coleando por la peatonal. ¿Sabe cuántas veces los habrá cruzado usted?

–¿Hay mucha gente libre con un pasado oscuro como el suyo, Costanzo?

–Todos están libres, el único chivo expiatorio que está preso es Eduardo Costanzo.

–¿Qué pasó con los mellizos de Raquel Negro?

–A la chica embarazada, que era la mujer de Tulio Valenzuela, la internan en el hospital de Paraná como sobrina de Galtieri, y la ubican en una habitación con dos camas, aislada, porque no querían que tomara contacto con nadie. Y pusieron a uno de nosotros de custodia las 24 horas. Así hasta que tuvo los mellizos, y me enteré de que el nene había nacido muerto, y la nenita la entregaron Pagano y Amelong en un convento. Esto fue en el año ‘78, antes del Mundial. Y esa misma noche que mataba Isachs en La Intermedia la trajeron a esa chica muerta desnuda en un auto Peugeot 504.

–Cualquiera que lo escuche piensa que usted, por lo que dice, nunca mató a nadie...

–Es verdad, nunca maté a nadie, y lo digo con la frente bien alta.

–¿Está seguro?

–Sólo una vez en una pelea en Tucumán, pero fue una cuestión personal, porque me dieron cuatro tipos una paliza bárbara y me defendí. Esa no fue una cuestión del Ejército porque nadie me lo había ordenado. Esa fue una desgracia que he tenido en la vida y la pagué con cárcel.

–¿Y tampoco torturó a nadie?

–No, porque nunca me autorizaron, ni me dieron órdenes aunque yo no quise tampoco, jamás me dieron orden. Estaba la gente organizada para eso.

–¿Por qué tiene miedo de que lo maten para que no declare? ¿No dijo ya todo lo que sabe?

–No, hay muchas cosas que no están. Hay cosas en los papeles.

–¿Por qué no cuenta dónde están los cuerpos de los desaparecidos como lo están esperando sus familiares?

–Los tiraron a la bahía de Samborombón y se los comieron los tiburones. Los tiraban del avión, salvo a los 27 que llevaron a Monje y los mataron en el chalet de Ricardo Rodríguez Alex Patiño, que tenía una whiskería en la calle Maipú. A ellos los enterraron en la finca del coronel Rolón. Todo eso lo declaré ante el juez.

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Imagen: Sebastián Granata
 
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