ESPECTáCULOS › ENTREVISTA CON EL DIRECTOR BRITANICO MIKE LEIGH

“Hay que seguir dando batalla”

El flamante ganador del León de Oro por Vera Drake prefiere hablar de su película anterior, A todo o nada, que mañana se estrena en las pantallas locales. Y explica por qué volvió a abordar un clásico drama familiar de las clases medias bajas.

 Por Martín Pérez

“Un premio como el de Venecia no me hace mejor cineasta”, asegura el director británico Mike Leigh desde su oficina en Londres. “Pero hace que me sea mucho más fácil conseguir trabajo. Y también, al menos eso espero, puede que ayude al estreno porteño de una película como A todo o nada.” Al teléfono con Página/12, Leigh confiesa que el trofeo que ganó este fin de semana está en el cuarto de al lado. Pero el flamante ganador del León de Oro por Vera Drake se preocupa por hablar de su película anterior, que mañana se estrena en las pantallas locales. Es más: no quiere ni tocar el tema central de su película premiada, el aborto ilegal. “Si aún no vieron la película no tiene sentido hablar de ello”, explica con una contundencia que no admite repreguntas.
Estrenada tres años después de Topsy-Turvy, A todo o nada (2002) significa un retorno sin concesiones de Leigh a los clásicos dramas familiares de la vida cotidiana contemporánea (y británica) que le merecieron un Oscar con Secretos y mentiras (1996). Cuando se le pregunta si, a la manera del realismo socialista, sus películas pueden ser consideradas como una suerte de realismo capitalista, Leigh abraza la definición sin dudarlo. “Es una manera inteligente de catalogarlas”, asegura. Nacido en Manchester hace poco más de sesenta años, Leigh tal vez sea el director que mejor representa el realismo social que revitalizó al cine británico durante la década del ochenta. Forma parte de una generación de directores que accedió al mundo del cine dirigiendo obras de teatro para la BBC, junto a Stephen Frears o Neil Jordan, aunque su cine siempre supo ser más cercano al naturalismo de Ken Loach. Aun cuando su forma de trabajo, que involucra la creación de personajes en colaboración con sus actores durante ensayos previos al rodaje que pueden durar seis meses, haya terminado forjando un mundo cinematográfico propio, en el que la tradición teatral se funde con la del cine. “Mi forma de trabajo suele confundirse con una especie de arte por comité, como si fuese una creación colectiva. Y no es así. Trabajo junto a los actores para crear los personajes, en base a improvisaciones, pero luego yo soy el encargado de llevarlos hacia algún lado y darle una cierta forma. Cada actor es capaz de mirar el film sólo desde su personaje, mientras que yo soy el que tiene una mirada más global, y en base a ella tomo decisiones cinematográficas. Es por eso que, cuando me gano un premio al mejor guión, los actores están encantados y yo no me siento culpable al recibirlo”, señala.
–¿A qué se refiere el título de A todo o nada?
–Tiene que ver con que los protagonistas del film, una familia trabajadora de clase media baja en las afueras de Londres, no tienen nada y sin embargo lo tienen todo. Y al mismo tiempo también se refiere a que la vida cambia muy rápidamente, y se puede tener todo en un instante y después no tener nada.
–Es lo que está repitiendo todo el tiempo el padre de la familia protagonista, encarnado por Timothy Spall, pero es algo que en un comienzo suena como una letanía vacía y recién se puede comprender hacia el final...
–Bueno, es que esa es la idea. Hay que quedarse con él hasta entenderlo, es como un viaje. Esa es la idea de la película, y en realidad toda buena película debería ser así. Se trata de un viaje emocional, y si uno acompaña a sus protagonistas y se queda con ellos hasta el final, gradualmente todos sus pliegues se revelarán ante el espectador.
–Los protagonistas de sus películas generalmente no tienen la vida asegurada. ¿Es la cuestión de clase un tema central de sus películas?
–Mis películas no tienen nada que ver con las cuestiones de clase. Quiero decir: este es un film sobre esta gente. Gente que, de hecho, es como millones de otras personas en cualquier lugar del mundo. Y la clase no tiene nada que ver con el tema de la película. Porque esta es una película sobre las experiencias de vida de gente con sentimientos reales, gente a la que se le ha perdido algo. Se les ha escapado bajo la presión de tener que ir a trabajar día a día, de llegar a fin de mes. Es una película sobre sentimientos verdaderos, erosionados por la necesidad de sobrevivir.
–¿Al lado de qué películas ubicaría A todo o nada, dentro de su filmografía?
–Salvo películas como Naked, Topsy-Turvy y, tal vez, Simplemente amigas, todas mis películas tienen que ver con las familias y las relaciones entre gente de verdad. A todo o nada es una de esas películas.
–Sin embargo, se trata de una película oscura, cuyas referencias a la soledad por momentos la acercan más a Naked que a Secretos y mentiras.
–Puede ser. Uno de sus temas, sin lugar a dudas, es la soledad. Pero lo que diferencia esta película con respecto a las anteriores, en realidad, es su arquitectura coral, pero basada en viajes emocionales dentro de cada personaje. Y creo que aquí, por primera vez, en lo que se refiere a estructura he logrado algo que no había alcanzado antes.
–¿Es difícil hacer películas como las suyas, que parecen tener cada vez menos lugar dentro del mercado actual del cine?
–No es nada fácil. Pero esa no es razón para dejar de hacerlas. Hay que seguir dando batalla. Se trata de películas adultas y duras, pero que hablan del drama cotidiano de una vida que efectivamente está ahí afuera. El problema no está en las películas o en los espectadores, sino en ese sistema que se planta entre la película y su público. Y que tiene unas nociones francamente fascistas con respecto a lo que supuestamente “la gente quiere”.
–¿De dónde salen esos fuertes personajes femeninos que habitan sus películas?
–Son fruto de la colaboración con las actrices. Y de mi personal convicción de que las mujeres están en plano de igualdad con los hombres...
–Y aún más, porque en sus películas las mujeres parecen ser más fuertes que los hombres...
–Bueno, eso tal vez sea verdad si consideramos sólo las últimas dos o tres películas de mi carrera. En esta película, sin ir más lejos, su protagonista central es muy fuerte, pero tiene grandes debilidades. La que es verdaderamente fuerte, casi sin que se lo note, es su vecina, que es madre soltera. O la hija de su otra vecina, que en un comienzo parece un personaje totalmente negativo, pero que en el transcurso de la película revierte esa imagen y revela todo su potencial ciudadano justo cuando hace falta, cuando estalla la crisis. Ahora que lo pienso, justamente de eso es lo que trata una película como A todo o nada.

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Mike Leigh, uno de los directores que mejor representa el realismo social contemporáneo.
 
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