ESPECTáCULOS

“Ultimas tendencias” en el MAMba: las excepciones y las reglas

Un panorama de la producción local más reciente, con valor agregado: se trata de donaciones para el patrimonio porteño.

 Por Fabián Lebenglik

El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires presenta hasta fines de julio una muy buena exposición que además constituye una excelente noticia. Se trata de una donación generosa de más de un centenar de obras hecha por 65 artistas argentinos: son trabajos realizados durante los últimos diez años (desde 1992 a 2002) por dos generaciones de artistas que van de los 25 a los 50 años.
Es cierto que un museo que se precie no puede hacerse exclusivamente con donaciones. Los museos deben tener políticas de compra de obra y funcionar de acuerdo con rigurosas investigaciones y fundamentados criterios de selección y no formarse a través de las donaciones y caprichos de particulares. Pero en el caso del MAMba se produce una excepción a este principio: la calidad de la selección que hizo su directora.
Laura Buccellato ha logrado durante los últimos años, gracias a su ojo crítico y a su prestigio, ir sorteando los problemas presupuestarios al tiempo que va llenando algunos de los importantes baches patrimoniales de las colecciones del Museo de Arte Moderno por el desfinanciamiento.
En este último tiempo consiguió por donaciones la colección de fotografía moderna y contemporánea a la que sumó poco después una extraordinaria donación de Antonio Seguí –quien aportó un panorama completo de su obra a través de centenares de piezas que quedaron para el patrimonio público porteño– hasta llegar a la actual donación de las últimas tendencias artísticas.
Ante el colapso argentino, Buccellato no se quedó paralizada sino que además de presentar exposiciones se dedica a hacer la otra tarea central de un museo: formar colecciones, levantar el nivel, generar un público; gracias a un delicado trabajo que está dando muy buenos resultados. Es ella quien convence a los artistas, quien elige obra por obra y consigue los apoyos (por ejemplo, de la Fundación Antorchas) para restaurarlas y ponerlas a punto para la exhibición.
Desde luego que a partir de esta nueva realidad del Museo, enriquecido notoriamente en su patrimonio (en un contexto tan adverso) y con la progresiva actualización y puesta en valor de sus colecciones, es posible seguir señalando baches y ausencias, porque una buena colección pública de arte moderno y contemporáneo nunca está completa. Se podrían desplegar listas con las omisiones que aún persisten pero debe destacarse lo hecho hasta ahora.
La exposición “Ultimas tendencias”, además de contar con un completo catálogo, resulta especialmente atractiva y constituye una suerte de panorama del presente (más allá de las obras y artistas faltantes). Ocupa la totalidad de las salas del museo y está muy bien montada. Hay piezas de todos los géneros y técnicas. Se trata, en la mayor parte de los casos, de obras vistas en galerías, centros culturales y museos, sobre las que se dio cuenta oportunamente en estas páginas.
No es fácil establecer una característica común o un sistema de las últimas tendencias, pero un libro recién editado en Nueva York por el crítico francés Nicolas Bourriaud –director del Palais de Tokyo en París– da cuenta con lucidez de algunas claves de comprensión del arte actual, que sintoniza con la actitud de los artistas y el clima de la muestra. En su ensayo Postproducción. La cultura como guión y cómo el arte reprograma el mundo, Bourriaud traza un panorama del estado actual de las artes visuales y su conexión con las formas “estéticas” en general, con la vida real y con el núcleo de supuestos y creencias sobre los que se construyen.
Las últimas tendencias del arte se definirían por la reinterpretación y reutilización de materiales preexistentes. Una amplificación y profundización del concepto de ready made duchampiano, que anticipó el funcionamiento y la condición de los artístico hasta el presente.
En términos generales la actitud de los artistas actuales supone una resignación irónica ante materiales preexistentes, así como un sistema quehilvana relaciones y argumentos tomados de la realidad. Como si los artistas visuales se hicieran cargo en sus obras –transformándolos y subvirtiéndolos–, de los relatos sociales que circulan y sostienen ideológicamente el funcionamiento del mundo.
Una consecuencia de la profundización del descubrimiento de Duchamp es la progresiva fusión entre producción y consumo. Las obras consideradas artísticas durante los últimos años están manifiestamente hechas a partir de materiales preexistentes: es imposible, hoy, comenzar de cero. Imposible e inútil. El modelo comparativo sería el de las combinaciones de los discjockeys, que crean ambientes a partir de la recombinación propia de materiales ajenos.
La contemporaneidad fuerza a los artistas a insertarse en alguna de las múltiples corrientes que fluyen en el gran mercado, para reciclarlas. Se trata de un gesto de resistencia porque el artista no se conforma con la aceptación pasiva del ciudadano como consumidor, ni de los signos tal cual vienen dados, sino que se cuela entre los núcleos de configuración ideológica para reorganizarlos.
Según Nicolas Bourriaud, el tránsito de los ochenta al presente es el que va de la vidriera de un negocio a los pasillos de la feria y del shopping. Del mundo organizado a las formas caóticas.
De aceptar las formas dadas se pasó a la utilización, recomposición y desvío de las mismas hacia la mezcla absoluta y el “remixado”.
Todo el proceso implica también un cambio profundo de la noción de espectador, que pasa a tener un papel cercano y casi intercambiable con el del artista. Un lugar activo, de quien debe tomar y a la vez usar las herramientas dejadas allí por los artistas. Hay una alianza estratégica entre artistas y espectadores, porque unos se buscan e interactúan con los otros.
En este sentido, resulta paradigmática –como proceso– la tarea de quien navega por Internet, porque del mismo modo que el artista y el espectador actual, centra su trabajo en descargar archivos, cortar y pegar. En este punto es donde se atenta contra toda imposición, se construyen nuevos contextos y se subvierte todo signo. (“Ultimas tendencias. Donaciones”, en el MAMba, Avenida San Juan 350, hasta fin de julio).

Compartir: 

Twitter

“Backlight” de Elisa Strada (2001, detalle, arriba). Instalación de Miguel Rotschild, sillas con niveles (1998, centro).
Instalación de Analía Segal.
Det. anatómico de “Andreas” (abajo).
 
ESPECTáCULOS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.