SOCIEDAD › LA MADRE DE LA ADOLESCENTE DE CHUBUT A LA QUE LE NIEGAN EL ABORTO TERAPéUTICO

“Me da miedo lo que pueda pasar”

Después del fallo de Cámara que rechazó el reclamo de un aborto no punible, la madre de la chica mostró su desesperación en una entrevista de Página/12. Confesó que vive “de la caridad de su familia” y que nadie desde el Estado provincial le brinda ayuda.

 Por Soledad Vallejos

“Ella no quiere tener ese hijo, porque es producto de una violación, porque el violador es el padre de sus hermanos, porque ella en él tenía la imagen de un papá porque la había criado como su hija”, dice Luisa Fuentes a mitad de la tarde. Es el primer día en que el verano parece haber llegado realmente a Comodoro Rivadavia, pero Luisa, aunque lo haya notado, no puede dejar de pensar en que desde la noche del jueves el reloj parece haberse acelerado para su hija, A. G., la chica de 15 años a quien la Cámara de Apelaciones local rechazó facilitar el acceso a un aborto terapéutico. “Ella no quiere saber nada de tener ese hijo”, agrega, y cuenta que la niña no quiere comer, no contesta los llamados de sus amigas y anoche conoció la decisión de la Justicia de casualidad: viajaba en colectivo, “le pareció que hablaban de ella en la radio, pero no había escuchado bien. Cuando me vio a mí se dio cuenta”. Luisa y A. G. sienten que, a excepción de la contención cálida de algunas organizaciones de mujeres, derechos humanos y hasta trabajadores de distintos gremios, están solas: el Estado las ha abandonado.

En la noche del jueves, A. G. tuvo una crisis de nervios. “Me dijo que nadie le creía, que para qué pasar por tantos médicos y todo si nadie le iba a creer. Que para qué entrevistas con los psicólogos, con los mismos jueces que le negaron el aborto. Para ella, es como que nadie le cree lo que le pasó”. Mientras, la causa penal, según explica la abogada Sandra Grilli, está detenida hasta tanto exista la evidencia genética que la Justicia chubutense pide para encarcelar al violador. Pero ese material genético, dice el mismo poder del Estado, no estará disponible hasta tanto no nazca la criatura engendrada durante la violación, habida cuenta de que el aborto terapéutico ha sido negado.

Entre tanto, el violador, que sigue libre y es suboficial mayor de la Policía provincial, ha dejado de pasar dinero para mantener a los cuatro hijos que tuvo con Luisa Fuentes (quien en sus 45 años ha parido un total de diez, algunos de ellos ya grandes y casados, otros menores, pequeños y dependientes de ella). Ella, que hace tres años no trabaja, ahora tampoco podría hacerlo. “Porque no tengo trabajo, pero además porque con todo esto, ¿cómo podría dejar a mis hijos solos, a la nena sola?”

–¿El Estado provincial se acercó para ayudarlas?

–Nadie nos ofreció nada, ni ayuda económica ni nada. De ningún tipo. Lo único que tenemos es el apoyo psicológico que dan a mi hija en el Servicio de Asistencia a la Víctima y un psicólogo particular. No tenemos nada. El padrastro de mi hija, que es padre de mis dos pares de mellizos, no sé si está trabajando, pero sigue perteneciendo a la fuerza policial. Y conmigo no se ha comunicado nadie de la policía para decirme qué ha pasado, para preguntarme si necesitamos algo, porque nosotros seguimos siendo una familia que pertenece a la institución policial. Hoy intenté comunicarme con el jefe de la policía de la provincia, llamé a la jefatura en Rawson, dijeron que iba a llamarme, todavía estoy esperando.

–¿Qué quería pedirle?

–Quería decirle que intervenga, porque es un subordinado suyo el que ha cortado todas las asistencias alimentarias a sus hijos. El es padre de cuatro de mis chicos, los primeros mellizos de 10 años, y los de cinco, que ahora tendrían que comenzar el colegio pero no pueden porque no tienen nada. El no pasa nada desde que dictaron su exclusión del hogar, en diciembre. Ya van dos meses largos y ahora empieza la desesperación.

–¿Cómo hicieron hasta ahora?

–Vivimos de la caridad de mi familia. He mandado cartas al gobernador Mario Das Neves pidiéndole que interviniera en el caso, pero hasta ahora no he tenido respuestas. Le entregué la carta el 30 de diciembre. Tuvo tiempo de haberse comunicado, de haber intervenido para dar una mano. Imagino que está enterado de lo que pasa.

–¿Cómo fue el día después de la decisión de la Cámara de Apelaciones para su hija?

–Ella siente vergüenza por todo esto que le ha pasado. Ella, que era una nena y sonreía tanto, ahora está seria. Es más lo que llora que lo que habla. Ella tenía muchos proyectos, pero esto la ha paralizado. Tenía proyectos de estudiar, le quedaba muy poco tiempo para terminar, tres añitos. Fue una niña que nunca repitió, nunca se llevó materias, muy responsable con sus estudios. Tenía proyecto de seguir estudiando, profesionalizarse... y con esto ya no.

–¿Ella está preocupada porque el violador esté libre?

–Sí, está preocupada. Me dice: “¿Por qué a mí me pasa todo y con él no hacen nada? El sigue suelto, caminando por las calles, nadie toma ninguna actitud contra él.” Y tiene razón, porque a él no se le ha hecho nada. A él lo largaron y sigue como si no hubiera hecho nada. Yo de todas maneras no le tengo miedo a él, resguardo la integridad de mi familia, que son mis hijos. Además él sigue con exclusión del hogar, no puede acercarse al hogar ni a los hijos, ni a mí. A mí lo único que me preocupa es mi hija: quiero que intervengan quienes deben hacerlo, y que hagan lo que tienen que hacer. Lo digo pensando en el Estado. Si a mi hija le llega a pasar algo, si ella, que está desesperada, llega a hacer algo, yo responsabilizo al Estado. Yo no estoy en la cabeza de ella, pero por lo que ella manifiesta muy seguido, la verdad es que me da mucho miedo lo que pueda pasar. Sí creo que mi hija se siente sola. Al momento de manifestar que a ella nadie le cree, nadie la escucha, creo que está manifestando que está sola, más allá de que me tenga a mí, que sigo luchando y lo voy a hacer hasta donde tenga que llegar. Ella se debe sentir sola en el sentido de que nadie más saca a luz esto. En el momento que ella escucha en los medios que se habla nada más que de ella, siente mucha más vergüenza. Si lo hubiera dejado oculto, capaz que hubiera sido diferente. No lo creo. Hay chicas a las que les ha pasado y los padres, por no sacarlo a la luz, lo tapan. Está muy mal, porque no sabés en qué momento estás hablando con un violador. Como me pasó a mí: trece años viviendo con mi marido sin saber que me iba a hacer esto, que nos iba a destruir de un día para el otro.

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En la semana hubo dos manifestaciones de apoyo a los reclamos de la chica violada por su padrastro.
 
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