SOCIEDAD › CONDENA EN EL CASO LACORTE, CON ATENUANTE POR ARREPENTIMIENTO

Si querés llorar, llorá

El ex policía José Salmo, que dejó lisiada a Carla Lacorte de un balazo en 2001, fue condenado a 6,5 años. Los jueces tomaron como atenuante que había sido convincente con su arrepentimiento y no tomaron en cuenta que haya usado un arma de fuego.

 Por Horacio Cecchi

Con un rictus de tristeza en su rostro y un lejano fervor difícil de explicar, Carla Lacorte escuchó ayer al Tribunal Oral 5 de Quilmes condenar a seis años y medio al ex policía José Ignacio Salmo, que la baleó y la dejó lisiada en silla de ruedas en 2001. En sus fundamentos, los jueces tuvieron en cuenta como atenuante que Salmo lloró y pidió disculpas “de manera creíble”, aunque demoró nueve años en recordarlo. Entre los agravantes, no tuvieron en cuenta el uso de arma de fuego, como si la columna de Carla Lacorte hubiera sido partida en dos por un golpe del destino. Por el otro lado, como para entender el lejano fervor difícil de explicar, Luis Bonomi, abogado de la víctima, dijo que “que Salmo saliera con sus muñecas esposadas es todo un mensaje”. Carla sostuvo que “es un logro que alcanzamos nosotros, no por ayuda de los jueces, con la ayuda de los familiares y organizaciones que luchamos para terminar con la impunidad que protegía a Salmo”.

El ex policía ya había sido condenado por Casación, que había anulado la absolución dispuesta en 2004 y ordenado un nuevo juicio en el que Salmo fuera considerado culpable de lesiones gravísimas por haber disparado su arma contra Carla Lacorte en forma intencional. Los jueces del Tribunal 5, Mónica Rodríguez, Gustavo Farina y Juan Mata, debían evaluar la cantidad que debía corresponder a la sentencia. Por lesiones gravísimas, entre 3 y 10 años, más los agravantes y menos los atenuantes, lo que llevaba a un máximo de 13. Rodríguez votó por 8 y Farina y Mata por seis y medio.

Precisamente fueron agravantes y atenuantes lo que provocaron disconformidad en el fallo. Mientras que los querellantes reclamaban 13 años por el agravante del uso de arma de fuego, funcionario policial, maltratos y demás, el fiscal pedía ocho años. “Salimos muy mal cuando escuchamos el alegato del fiscal pidiendo ocho años porque le puso un techo”, sostuvo Bonomi. Pero lo que sorprendió en los fundamentos de la sentencia fue la consideración de los agravantes y los atenuantes.

“(...) valoro también las palabras finales del encartado, las que me han resultado sinceras en tanto exteriorizó de manera creíble, en mi sincera convicción, el dolor que le provoca comprobar las consecuencias del acto dañoso que ocasionó y por el que viene condenado. Impresiona como alguien que ha internalizado los efectos, las consecuencias de su conducta en otro ser humano”, sostiene en su fallo la jueza Rodríguez. Lo de la internalización llegó con una demora de 9 años: “Antes, jamás se acordó de pedir perdón –dijo Carla–. Tuvo su oportunidad en el juicio anterior, pero solamente habló de él y de su familia”.

Entre los atenuantes, los jueces no consideraron el uso de arma de fuego, porque atendiendo las razones de la defensa, sostuvieron que el agravante de ser un funcionario policial ya llevaba implícito el castigo del uso de arma de fuego y no se puede repetir. “No estamos de acuerdo, porque el artículo 41 bis (agravante por uso de arma de fuego) no menciona si es usada por un funcionario policial, por lo que no se repite”, explicó Bonomi.

“Con la condena que le impusieron, Salmo –agregó el abogado– podría salir en libertad condicional en poco más de cuatro años, lo que es un mensaje preocupante teniendo en cuenta la gravedad del hecho por el que Carla, en forma milagrosa, salvó su vida quedando condenada a estar en silla de ruedas y vivir sometida a rehabilitaciones y operaciones quirúrgicas. Esta Justicia blanda a la hora de juzgar al aparato represivo del Estado es una de las causas de que se sigan multiplicando los casos de gatillo fácil como ocurrió en Bariloche hace pocos días.”

“En el juicio quedó acreditado que Salmo tiró a matar y que no fue un rebote –dijo Carla–. Además, según los médicos, no estoy muerta porque mi cuerpo se sobrepuso a tamaña agresión, pero los jueces tuvieron una visión muy particular y creyeron en su arrepentimiento.”

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Carla Lacorte, en silla de ruedas, en la puerta del tribunal, recibiendo el apoyo de organizaciones de DD.HH.
Imagen: Télam
 
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