SOCIEDAD › UNA REVISTA MEDICA APUNTA A LOS LABORATORIOS

Crear el mercado y vender

Tras el éxito del Viagra, los laboratorios buscan instalar la necesidad de medicalizar las disfunciones sexuales femeninas.

Inventar una enfermedad y vender remedios para curarla: parece ser el chiste sobre un laboratorio, pero se acerca peligrosamente a la verdad. Eso, al menos, es lo que denuncia un artículo publicado en la prestigiosa revista British Journal of Medicine. Tras el éxito obtenido por el Viagra, los laboratorios buscan ampliar ese mercado al ámbito femenino. Pero es necesario antes instalar la idea de su necesidad. “Una corte de investigadores con estrechos lazos con los laboratorios está trabajando con colegas de la industria farmacéutica para desarrollar y definir una nueva categoría de enfermedades en encuentros financiados por las compañías que están en carrera para desarrollar las nuevas drogas”, sostiene el artículo.
“Desde el lanzamiento del sildenafil (Viagra) en 1998, más de 17 millones de hombres lo recibieron para tratar la disfunción eréctil, y las ventas de Pfizer para 2001 llegaron a 1.500 millones de dólares –afirma el artículo del British Journal of Medicine firmado por Ray Moynihan–. Los competidores, Bayer y Lilly-ICOS, también habrían superado los 1000 millones cada una.”
Según el autor, para construir mercados similares entre las mujeres, las compañías primero necesitan definir claramente un diagnóstico de características mensurables en torno de las disfunciones sexuales femeninas para facilitar pruebas clínicas creíbles. Eso es lo que vienen haciendo en diferentes encuentros. El artículo pasa revista a varios:
* En mayo de 1997, médicos clínicos, investigadores y representantes de los laboratorios se encontraron en Cape Cod para “discutir la futura dirección de las pruebas clínicas” en esta área, mencionando una “expandida falta de acuerdo sobre la definición” de las disfunciones sexuales femeninas. El co-presidente del encuentro, Raymond Rosen, admitió que “el encuentro está absolutamente financiado por compañías farmacéuticas”. En la publicación de las presentaciones y discusiones del encuentro se mencionó el auspicio de nueve laboratorios.
* En octubre de 1998 se llevó a cabo una conferencia internacional para desarrollar un consenso sobre las disfunciones sexuales femeninas, en Boston. Los participantes fueron elegidos sobre la base de su investigación o experiencia clínica y produjeron una nueva clasificación de desórdenes sexuales femeninos. Publicaciones posteriores mostraron que 18 de los 19 autores de las nuevas definiciones tenían intereses financieros u otras relaciones con un total de 22 laboratorios.
* En octubre de 1999 la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston albergó otra conferencia, apoyada por 16 compañías. Allí se develó que aproximadamente la mitad de los participantes estaban conectados a laboratorios. En 2000 y 2001, el flamante “Foro de funciones sexuales femeninas” organizó conferencias anuales en Boston, apoyadas cada una por más de 20 compañías.
El BJM menciona como un hito un artículo de JAMA en febrero de 1999 titulado “Disfunciones sexuales en EE.UU.: Prevalencia y predicciones”. Los autores, dos de los cuales tenían lazos estrechos con Pfizer, sostuvieron que en las mujeres entre 18 y 59 años la prevalencia total de disfunciones sexuales era del 43 por ciento, una cifra ahora ampliamente citada en los medios científicos y periodísticos.
Según el BJM, hay serios cuestionamientos sobre el dato del 43 por ciento, obtenido a partir de una encuesta de 1992. A unas 1500 mujeres se les había pedido que respondieran por sí o no si habían experimentado siete problemas incluyendo falta de deseo, ansiedad sobre el desempeño sexual, y dificultades con la lubricación. Si respondían sí a una de esas preguntas eran incluidas en el grupo de las que tenían disfunciones sexuales.
Entre quienes cuestionan la cifra el BJM menciona a la doctora Sandra Leiblum, profesora de psiquiatría en el Robert Wood Johnnson Medical School, quien considera que la prevalencia de las disfunciones reales es inferior al 43 por ciento y que la cifra “ha contribuido a unasobremedicalización de la sexualidad femenina”. “Creo que hay insatisfacción y tal vez desinterés entre muchas mujeres, pero eso no significa que tengan una enfermedad.”
Para la sexóloga argentina Virginia Martínez Verdier, “las disfunciones sexuales femeninas –salvo cuando hay alguna enfermedad genital, desequilibrio hormonal o trastorno orgánico que puede traer algún tipo de alteración en el funcionamiento sexual– son de origen emocional. Las causas pueden estar relacionadas con la infancia, o más próximas, con la pareja, la educación o con fallas en el aprendizaje de cómo desarrollar la respuesta sexual”. Martínez Verdier opina que “lo que vino pasando desde que se desarrolló el Viagra es que los laboratorios consideraron que existirían medicamentos para facilitar la respuesta femenina. Se trata de encontrar causas orgánicas que permitan la venta de medicamentos”.
Según la sexóloga, en general “se habla de un 30 o 40 por ciento de prevalencia de algún tipo de disfunción sexual femenina, aunque nunca tenemos encuestas sobre problaciones demasiado grandes”. Claro que eso no significa “que se requiera de medicamentos para resolverlo”. “Salvo en el caso excepcionales, en general se resuelve trabajando en terapias sexuales, a partir de un buen diagnostico sobre el origen.”

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Las disfunciones sexuales femeninas, blanco de los laboratorios.
 
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