SOCIEDAD › LOS LIMITES DEL OPERATIVO RESCATE EN TUCUMAN

Cuando la desnutrición no cede

 Por Pedro Lipcovich

Tres de cada diez chicos asistidos por desnutrición en el Hospital de Niños de Tucumán vuelven a internarse a los pocos meses porque las condiciones sociales de sus familias los devuelven al hambre. Así lo reveló el director de ese establecimiento, Lorenzo Marcos. “El Operativo Rescate no fue ni siquiera un parche, ningún operativo de rescate puede derrotar la desnutrición, mientras no haya trabajo y dignidad”, sostuvo. En su diálogo con Página/12, el destacado pediatra muestra cómo, a partir de varias décadas de práctica en un hospital público, un médico llega a encontrar los duros límites de su profesión.
“Hoy (por ayer) hicimos en el hospital un nuevo censo de chicos desnutridos: contamos 34, 12 de ellos de tercer grado (la más severa), ocho de segundo grado y los restantes de primer grado o desnutrición leve: los valores están algo por encima del promedio para esta época, que es de unos 30 chiquitos desnutridos”, precisó Marcos, director del Hospital de Niños de San Miguel de Tucumán.
Todos estos chicos saldrán de alta, pero muchos volverán: “Entre el 20 y el 30 por ciento de los dados de alta vuelven a internarse por el mismo motivo dentro del siguiente año. Es un círculo vicioso. En verano, especialmente por la falta de agua potable, enferman de gastroenteritis, se deshidratan, se desnutren y son internados. Recuperar una desnutrición de tercer grado lleva 60, 90 días o más de internación, pero después, cuando vuelve a vivir en las mismas condiciones, el problema vuelve a producirse”, narra el pediatra a partir de la experiencia con chicos de asentamientos cercanos a la capital provincial.
Y va más allá: “También recibimos muchos niños desnutridos del interior de la provincia, pero allí hay lugar donde sembrar o donde criar pollos, que es lo que hacía históricamente la población rural”, recuerda el médico y se atreve a diagnosticar: “Se ha llegado a un punto de descomposición social, fomentado por el asistencialismo: se enseña a la gente a pedir las bolsas de comida, la dádiva, no se le permite trabajar y así se ha perdido la cultura del trabajo”.
Por eso, “incluso medidas muy adecuadas en el área de salud, como mandar el agente sanitario a cada casa para pesar a los chicos y llevarles leche, aun esto que está bien no termina de ser una solución, porque hay condiciones esenciales que están por fuera del sistema de salud: tal vez se podría hacer viviendas básicas pero dignas, instalar familias para que trabajen tierras comunitarias”, propone el médico en el límite de su experiencia.
Por eso, “el Operativo Rescate, desde su nombre mismo hace pensar en aquellos ‘operativos’ que hacían los militares durante la dictadura. No sé si el Rescate ha rescatado a alguien, aunque es positivo que se haya censado a los que sufren desnutrición: pero mejor que entregar la bolsa de comida sería ocupar mano de obra, y en Tucumán no hay obras públicas”.
Más allá de esos límites, “la gente ha perdido la dignidad: antes, cuando las interrogábamos en el hospital, las madres se avergonzaban de la desnutrición de sus hijos y a veces lo ocultaban; hoy, anunciarlo puede ser un medio para ser anotado en un plan de ayuda oficial. Es cierto que tampoco se puede culpar a la gente que no puede hacer otra cosa. Y también es cierto –reconoce– que todos hemos apartado la vista ante la desnutrición”.

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