SOCIEDAD › LOS CONSEJOS DE LA OIT PARA QUE LA PARIDAD NO TARDE DOS SIGLOS

Todo lo que falta para el tiempo de las grandes jefas

La Organización Internacional del Trabajo estimó que, a este paso, las mujeres lograrán la igualdad en los cargos de decisión dentro de uno o dos siglos. Pero para abreviar los tiempos, también dio recomendaciones. ¿Son aplicables en Argentina?

 Por Soledad Vallejos

A este paso, la igualdad entre mujeres y varones en los cargos directivos de las empresas llegará en 100, 200 años. Que entre una estimación y otra haya un siglo de diferencia no es tanto un error de cálculo como la diferencia entre un poco de optimismo y la cruda proyección del proceso hasta ahora, de acuerdo con los datos de “La mujer en la gestión empresarial. Cobrando impulso”, el informe que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dio a conocer esta semana. El estudio, que compila y analiza la encuesta que, en 2013, la organización realizó entre 1300 empresas privadas en 39 países, además de información obtenida en talleres de trabajo de las cinco regiones del mundo y datos de los últimos 20 años, pinta un panorama arduo, bastante alejado de los discursos voluntaristas que se encienden cada vez que una –solamente una– mujer llega a un cargo de decisión.

“El obstáculo cultural que impide a la mujer llegar a los altos cargos en las empresas comienza a ceder terreno, pero todavía persiste”, observa la OIT, que enfatiza el hecho de que, aunque actualmente son más las mujeres en cargos directivos o dueñas de empresas, “aún hay escasez de mujeres en la cúspide de la pirámide empresarial”. Dos décadas no son nada y son mucho. La calificación depende del objetivo que se mire, pero si se trata de observar qué paso con la presencia de mujeres en altos cargos empresarios entre mediados de los ’90 y ahora, la ambigüedad es literal: nada y mucho. Hay más mujeres, sí, pero no sólo son pocas sino que, además, todas las empresas son iguales: “Cuanto mayores son las dimensiones de una empresa o una organización, más difícil será para una mujer ocupar el cargo de ejecutiva máxima”, afirma el organismo, que también indica una serie de recomendaciones para acelerar, al menos en algunas décadas, ese siglo o dos (ver aparte). Esas sugerencias, propuestas de modo genérico para países del mundo que aún en sus enormes diferencias tienen en común la falta de paridad, ¿son aplicables al caso argentino? Una empresaria, una dirigente sindical y una especialista del Programa de Naciones Unidas para el De-sarrollo (PNUD) en Argentina lo pensaron en voz alta para Página/12.

En carne propia

“Estaba pensando en cómo es la proporción en Argentina. La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) representa a 1542 federaciones de todo el país. Antes de esta charla, empecé a contar cuántas mujeres presidentas de entidades hay en la Confederación: 5. Ni el 1 por ciento”, se sincera Sandra Nicolás, presidenta del sector Mujeres Empresarias CAME y empresaria ella misma, como dueña de una fábrica tradicional de vajilla. Nicolás es la única mujer entre los catorce integrantes de la mesa ejecutiva de la CAME, forma parte de la Comisión Tripartita de Igualdad de Oportunidades (CTIO), del Ministerio de Trabajo, y dice: “Me ha costado todo el doble”. Se refiere al camino, pero también a pequeños gestos cotidianos, como llegar a una reunión con otros 10 ejecutivos y que, casualmente, todos tuvieran silla menos ella. Todavía hoy en ese ámbito, cuenta, “la idea es que la mujer es la encargada de organizar el té de fin de año y ya”.

–El año pasado, en la CTIO propuse que cada vez que se firme un convenio colectivo haya exigencias para el empresario respecto del cupo, no solamente en referencia a mujeres en puestos con poder de decisión sino también en cuanto a delegadas o mujeres que empleen. Todavía muchas empresas no toman mujeres porque los dueños dicen: se va a embarazar, va a faltar.

–¿Cree que las recomendaciones de la OIT para que en las empresas haya paridad son aplicables al caso local?

–Creo que las empresas no lo van a hacer. Lo tenemos que hacer desde la gremial empresaria femenina.

–¿Lo dice porque puede haber resistencia de parte de los empresarios?

–Seguro que va a haber resistencia. Hay una camada de empresarios que no lo son, pero todavía hay otra que sí. Muchos ejecutivos se resisten a los cambios. Hace no mucho, en un comité de presidencia de CAME, comenté cuestiones de la CTIO y sobre fomentar la incorporación de mujeres en las empresas. Un dirigente me dijo: “No vengas a hacer lío, que eso juega en contra nuestro”. Le pregunté por qué. No me supo decir, sólo agregó “si hay muchas mujeres, hay quilombo, vienen a hacer quilombo a la empresa”. Y claro que no es así: en nuestra empresa, el 80 por ciento de las personas empleadas son mujeres. Y anda muy bien. Pero a veces creo que las mismas mujeres nos engañamos, queremos ponernos en positivo y decimos que hay un montón de mujeres en lugares de decisión. Está claro que todavía no es así.

Casi todo, menos el dinero

Estela Díaz, secretaria de Género de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), es lapidaria: “Podemos llegar a ser hasta Jefas de Estado, diputadas o juezas, pero el poder económico está en un 98 por ciento en manos de varones”. Díaz recuerda que el 40 por ciento de la fuerza laboral está compuesta por mujeres, pero que “convivimos con niveles muy invisibilizados de desigualdad”. “Por eso es útil que se realice este tipo de encuestas, para demostrar con datos duros la persistencia de las inequidades de género, que afectan nada más y nada menos que a la mitad de la humanidad”.

–No es posible considerar que los cambios se producirán por generación espontánea. Hay que promover medidas.

–¿Cree que las recomendaciones de la OIT son aplicables al caso argentino? ¿Hay margen para eso?

–Son propuestas interesantes, pero estamos bien lejos de que sean realidad todavía en Argentina. Tenemos una cultura empresarial bastante alejada de incluir una mirada social como parte del compromiso empresario, y lo podemos pensar no sólo en cuanto a temas de igualdad de género, sino también en relación con la concreción de inversión productiva, o la formalización de todas las actividades. Hay una cultura histórica muy especulativa, de ganar mucha plata y rápido. A esto ha contribuido la historia de nuestra democracia, con tantos cortes institucionales con las dictaduras, y también el impacto del modelo neoliberal. Creo que los 31 años de democracia generan una buena base para comenzar a profundizar estas agendas, que siempre quedan pendientes.

El árbol y el bosque

“Muchas veces se hace hincapié en las que llegaron, pero lo importante es ver las desigualdades estructurales de género, no las excepciones”, señala la especialista en género del PNUD en Argentina, Alejandra García. Es optimista, explica y señala el vaso medio lleno: “Tenemos el marco legal para la igualdad, todos los tratados internacionales en favor fueron suscriptos, hay leyes como la 26.485, que en violencia laboral trata el tema de las brechas de género en los salarios y demás. Forma parte de la ley. Lo que pasa es que todavía falta desnaturalizar la discriminación. Está tan naturalizada que las personas no se dan cuenta de que están ejerciendo discriminación y produciendo desigualdades, y tampoco de que van en contra de la ley. En términos legales, éste es un país de punta, pero el problema son las prácticas”.

–¿El Estado debería impulsar cambios para que los sigan los privados?

–El Estado demostró que las medidas de acción afirmativa son un tractor que mueve y arrastra cambios. Son de carácter temporal hasta que se logre la igualdad, claro. En el Poder Legislativo, las cosas en Argentina cambiaron por la ley de cupo: antes había 5, 10 por ciento y ahora son el 40 por ciento. Las medidas de acción afirmativa sí son necesarias.

[email protected]

Compartir: 

Twitter

 

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.