SOCIEDAD › LA VILLA 31 Y LA 31 BIS YA TIENEN UN MAPA HECHO POR ADOLESCENTES

La cartografía alternativa

Las villas de Retiro tienen más de 30 mil habitantes, pero en los mapas oficiales aparece como un espacio vacío. Por primera vez, la 31 y la 31 bis tienen trazadas sus calles en un plano. Lo produjeron adolescentes del taller Turba de Urbanismo Barrial.

Un grupo de adolescentes de la Villa 31 y la 31 bis elaboró el Primer Mapa Abierto de su barrio, uno de los asentamientos más populosos de la ciudad de Buenos Aires con alrededor de 30 mil habitantes repartidos en 10 barrios. Paradójicamente, los mapas oficiales no representan estos asentamientos y los grafican como un sitio vacío sin accesos, manzanas, calles o espacios públicos. Este plano alternativo fue realizado por los propios vecinos a través de fotos satelitales y recorridas de los lugares en los que viven. “La idea es poder reflexionar sobre el espacio y el territorio, y contribuir en un proceso de lucha que los vecinos vienen dando por la urbanización”, aseguró a Página/12 el politólogo Pablo Vitale, integrante de Turba de Urbanismo Barrial, organización que colaboró en la confección del mapa.

El mapa fue elaborado dentro del Taller Experimental de Arquitectura y Mapas que Turba ofrece en el asentamiento desde 2010 y al que asistieron una veintena de habitantes, en su mayoría jóvenes. Para su confección, los adolescentes tuvieron que realizar tareas como mapeos satelitales y recorridas a pie.

Vitale, uno de los coordinadores del taller, señaló que el mapa reconstruye los accesos y señaliza puntos importantes en la dinámica de la villa: centros educativos, salas médicas, comedores populares, canchas, plazas, radios, el único canal de televisión, paradores, puestos policiales y templos religiosos. De esta manera, visibiliza un barrio que es ignorado por los planos oficiales y los hace aparecer como espacios verdes o grises.

“La particularidad de este mapa es que se encuentra realizado por los propios vecinos y con sus propias consideraciones. Es bastante lógico. Si ellos hicieron el barrio, también podían hacer el mapa”, indicó Vitale. “La intención es que los vecinos puedan conocer todo su territorio porque, aunque pueda sorprender, muchos sólo tienen noción de lo que los rodea. Además, se busca romper con la invisibilización del gobierno porteño”, agregó.

Turba es una agrupación conformada por profesionales de distintas disciplinas que llevan adelante un proyecto de capacitación especializada y gratuita en la Villa 31, orientado a reflexionar sobre cuestiones como la construcción de identidad y la representación territorial, la visibilización de la villa como inserta dentro de la Ciudad y la lucha por el habitat.

“El Urbanismo barrial implica trabajar determinados temas de la Ciudad desde una mirada barrial, pero con una comprensión de la totalidad, para empezar a entender quiénes somos como barrio”, explicó el arquitecto Javier Samaniego García, otro de los coordinadores.

Esa práctica, denominada cartografía popular o mapeo colectivo, supone “un tipo de reflexión sobre el territorio que se hace en comunidad y se manifiesta en un mapa”, sostuvo Samaniego García.

Según el arquitecto, el mapeo colectivo es un “discurso cartográfico que sirve de contrapunto al poder hegemónico”, porque vehiculiza un sistema ideológico que es muy diferente al que está detrás de los mapas oficiales, diseñados con un afán de dominio y control desde afuera.

El hecho de que el mapa sea abierto presupone desde un inicio la necesidad de una actualización constante. Sin ir más lejos, el barrio San Martín no existía cuando Turba empezó a trabajar en 2010. “La cuadrícula suele prefigurar ciudad antes que la ciudad misma, pero acá se da el proceso inverso: primero se establece y después aparece la cartografía”, aseguró Samaniego García.

“Tratamos de plasmar en un mapa la idea de que el territorio está constantemente en construcción: no es una escenografía donde vive la gente, sino que es algo constitutivo a las relaciones sociales”, afirmó la socióloga Julia Ramos, otra de las coordinadoras del taller.

Los miembros de Turba explicaron que el objetivo del mapa es que sea “útil y apropiado”, entendiendo por esto último “que sea un elemento más de los tantos que funcionan en el barrio”. En ese sentido, un requisito importante es que “sea claro y no correcto”, porque “la precisión de las cosas tiene que ver aquí más que nada con ponerse de acuerdo” sobre cuestiones como el nombre de calles y plazas o los límites de los barrios dentro de la villa, “y no tanto con que un especialista diga qué punto corresponde a qué”.

Los habitantes de la Villa 31 y 31 bis que asistieron al taller también tienen en claro el impacto de la ausencia de su barrio en el desarrollo de la vida cotidiana, las relaciones internas y la integración con el resto de la ciudad de Buenos Aires.

“Un mapa acá es útil para muchas cosas, como por ejemplo para el acceso de las ambulancias y bomberos. Yo vivo en (el barrio) Ferroviario y no sé lo que pasa en (barrio) Correos, qué salitas o centros educativos hay del otro lado: con un mapa vos podés conocer todo”, explicó Jessy Calahuana, de 19 años.

“También pasa que las facturas no llegan hasta todos los sectores y hay que ir a buscarlas a los comedores o centros comunitarios”, acotó su hermana Lesly, de 20 años. “Si querés invitar a amigos o familiares, tenemos que acordar un punto fijo en Retiro para ir a buscarlos”, afirmó.

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Los adolescentes de la villa que participaron en el taller muestran su producción.
Imagen: Télam
 
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