SOCIEDAD › EL PRIMER DIA EN SECUNDARIOS FUE TEÑIDO POR LA TRAGEDIA

Las escuelas post-Cromañón

Inicio de clases diferente: chicos que ya no asistirán más, otros que sobrevivieron al horror. Actos, emotividad y catarsis. Hablan directivos, padres y compañeros de víctimas.

El comienzo de clases en los secundarios no fue como otros años. La presencia/ausencia de los chicos muertos en Cromañón motivó homenajes de distinta índole en los que participaron compañeros y sobrevivientes. Discursos, música de Callejeros, misas y oraciones, cartas abiertas y banderas fueron las manifestaciones más recurrentes. Algunas escuelas tienen hasta seis alumnos sobrevivientes que volvieron al aula para compartir y mitigar los recuerdos de “esa noche”. Nico Flores, el nene que había sido dado por perdido sin saber que había muerto; Agustina, la única joven que donó sus órganos; María Belén, pariente de uno de los guitarristas de Callejeros, y Florencia, una promisoria artista, fueron algunos de los nombres cuyo sonido enmudeció patios y aulas. Por ellos, sus compañeros plantarán algún árbol, pegarán en las paredes una placa con su nombre o expondrán algunas de sus obras artísticas. Página/12 habló con directivos, padres y compañeros de las víctimas.
María Belén Santanocito iba al colegio Santa Faz, de Lanús. Tenía 15 años y era la menor de tres hermanos. Desde el 30 de diciembre, docentes y compañeros de curso estuvieron al lado de la familia. “Por mi casa pasó un tsunami –contó María Gracia, su madre–. Pero cuando escuché la carta que sus compañeras leyeron en una misa que celebraron en la parroquia me sentí más orgullosa de mi hija; creo que la van a extrañar porque sienten mucho dolor por su ausencia. Y cuando una pérdida duele mucho es porque hubo mucho amor.” La familia no se recupera. Aquella noche, María Belén había ido con su hermana Carla, una tía, un tío y una prima con el novio. Solían seguir a Callejeros porque son familiares de Maximiliano Djerfy, uno de los guitarristas de la banda. “Los recitales eran algo así como una reunión familiar”, comparó María Gracia. De todos los que fueron, la única que sobrevivió es Carla.
En la Técnica 27, del barrio porteño de Montecastro, rindieron homenaje a Emiliano Rodríguez Righi, que este año debería haber empezado sexto para recibirse de técnico químico. Fue citado en el discurso del rector Néstor Carbajo. En la misma escuela hay cinco sobrevivientes: tres chicas y dos chicos, uno de los cuales estuvo con Emiliano en Cromañón esa noche. “Propuse que los sobrevivientes vengan a hacer su catarsis cuanto antes, que salgan del lugar de la angustia y estén con sus compañeros”, contó el directivo a este diario. Con ellos se aplicó la normativa de la Secretaría de Educación y se los promovió a todos; a una de las chicas que se había llevado cinco materias se le tomó varias veces los exámenes hasta que aprobó tres y pasó de año, y otra contó que “gracias a lo que aprendieron en la escuela se salvaron”, reveló.
En la noche del incendio, ellas escaparon aplicando lo estudiado en la materia Higiene y Seguridad Industrial, “donde se les enseñan normas y medidas de seguridad a raíz de que la profesión con que van a egresar incluye el manejo de sustancias tóxicas y ácidos”. Ese bagaje hizo que supieran cómo contrarrestar los efectos del humo tóxico y “es por eso que no tienen problemas clínicos, aunque sí psicológicos”, añadió. Inclusive, eso les permitió socorrer a varios heridos gracias a los cursos de socorrismo que dicta la escuela, en donde se les enseña cómo hacer respiración boca a boca, masajes cardíacos, manejar al accidentado.
Este año, Nicolás Flores –el nene de cuatro años que se creyó perdido desde el incendio de Cromañón y a quien se encontró un mes después sepultado por error con otro nene– tendría que haberse puesto su guardapolvo azul y entrar por segundo año consecutivo a la salita roja de su jardín, el 902 de Florencio Varela. Al inicio de las clases, sus maestras lo recordaron “con respeto y cariño, y después me vinieron a visitar”, contó Estela Gómez, la abuela. Ella no estuvo en el jardín “porque uno se pone mal con todo eso. Uno piensa en todo lo que tendría que estar haciendo: levantándose para cambiar al nene y llevarlo al jardín y todo eso. Pero bueno, hay que resignarse”, resumió.
En el patio del Lenguas Vivas se va a plantar un árbol en memoria de “La Rusa”, Agustina Rucyckyj, la joven de 15 años cuyos órganos fueron donadosy salvaron la vida de tres personas. La propuesta nació de su madre, María José, y María Méndez, su amiga íntima, quien estuvo con ella en la noche de la tragedia. Por la chica se hizo un minuto de silencio. Muy dolida, la mamá no estuvo presente, pero sí cuando sus hijos menores volvieron a la primaria, y fue entonces que dio un breve discurso de agradecimiento, en el que pidió a todos “que tengan presente a mi hija y que recen porque ella, desde el cielo, los está acompañando”. María, la amiga, contó a Página/12 que la dirección “propuso hacer más adelante el debate por Cromañón, pero la realidad es que hay que empezar a tomar conciencia lo más pronto posible de las responsabilidades políticas: por qué pasó lo que pasó, quiénes son los responsables y otras cosas más”.
Los tres alumnos sobrevivientes del colegio Fernando Fader, del barrio de Flores, se fueron acercando de a poco a su escuela y luego de que sus profesores los buscaran. “Nos comunicamos con los papás y los pusimos al tanto de las decisiones normativas dictadas por la Secretaría de Educación porteña sobre las contemplaciones, atendiendo la singularidad de cada caso –explicó Graciela Uequin a Página/12, vicerrectora del establecimiento–. Aquí había un alumno que debía dar materias para pasar de año y no las dio. Por lo tanto, se aplicó la resolución y dará las materias en el primer cuatrimestre”, precisó.
Las medidas del gobierno porteño apuntaron a no agravar el estrés postraumático que padecen los sobrevivientes y a instalar el debate sobre los aspectos relativos a Cromañón en las aulas. “No vamos a exponer a ninguno de los chicos a revivir el trauma –añadió la rectora–, sino que vamos a abrir el debate sobre la prevención y el riesgo adolescente en un sentido bien amplio.”
Lautaro Blanco y Esteban Lucas asistían al Normal Nº5 Martín Miguel de Güemes de Barracas. Ambos fallecieron. Lautaro tenía sólo 13 años, era delegado de su división y subsecretario de Asuntos Estudiantiles del Centro de Estudiantes. Había asumido el año pasado luego de ganar con la lista 18 que encabezó su hermana Mailín, de 17. Fue su propia hermana la encargada de leer el discurso que culminó con una frase de Patricio Fontanet, cantante de Callejeros: “No nos olvidemos de luchar por lo imposible porque lo posible se agotó”. Luego hicieron “lo que los chicos hubieran querido –describió Mailín: escuchar Imposible, de la banda, que dice: ‘Poder jugar en otro juego es lo que imagino/ Donde la gente de mierda esté muerta y los buenos, vivos’”. Ochocientos alumnos, egresados y 15 padres escucharon la letra con el respeto con que se acompaña el Himno Nacional. Lo próximo que harán será poner una placa en el colegio con los nombres de los chicos. Según Mailín, Cromañón también hizo “que los chicos se vuelvan a acercar al Centro. Antes no venían porque decían que no hacíamos nada, pero ahora les tocó a ellos y se acercaron para organizarse”.
En el hall de la Escuela Manuel Belgrano de Bellas Artes, entre bustos de próceres, un mural en memoria de los chicos de la Noche de los Lápices, una placa de una alumna detenida-desaparecida en 1978, una réplica de la Venus de Milo y calcos de la Mesopotamia enviados desde el Louvre cuelga una bandera que dice “Florencia Díaz asesinada en Cromañón, presente”. En el acto estuvo presente el vicejefe de Gobierno, Jorge Telerman, quien antes de ir preguntó a la familia “si no les molestaba” que estuviera a título personal y no como funcionario. También hubo miembros de la ONG Familiares por la Vida, que agrupa a parientes de víctimas de Cromañón.
La homenajearon sus compañeras, que apuntaron a los responsables institucionales del “asesinato” y prometieron guardar el recuerdo de Florencia en su pupitre. Jorge, bajo una emoción “muy fuerte”, habló y luego entregó una carta que, entre otras cosas, dice: “Viendo la conmemoración a las víctimas del terrible atentado en España de hace un año, siento dolor y envidia porque después de 76 días del asesinato de 193 jóvenes argentinos, cantidad casi similar a un atentado terrorista internacional, no logramos que se tome conciencia de la gravedad de lo quenos ocurrió: un hecho provocado por la desidia, la corrupción, la avaricia de un grupo de personas, entre empresarios y funcionarios, que se suponía que nos cuidaban”.

Informe: Adrián Figueroa Díaz

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Caras compungidas en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, en el barrio de Barracas.
 
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