SOCIEDAD › EL PRESO QUE MATO AL POLICIA EN EL BANCO RIO

Una fuga que no fue salida

Marcelo Troncoso no se encontraba favorecido por una salida transitoria cuando asaltó el banco. Se había fugado de la U19 de Ezeiza, desesperado por la muerte de su hijo y su mujer.

 Por Raúl Kollmann

Marcelo Troncoso, el hombre que participó del robo al Banco Río y aparentemente mató al agente Marcelo Chávez, y que murió baleado el jueves por la policía, no escapó durante una salida transitoria como se pretendió hacer creer a la opinión pública, en una movida que tuvo mucho de campaña contra ese beneficio al que tienen derecho –según establece la ley– los detenidos que están cerca de cumplir su condena y tienen buena conducta. La realidad es que Troncoso estaba preso en la Unidad 19 de Ezeiza, que depende del Servicio Penitenciario Federal (SPF), cuando el 1º de marzo de este año se escapó de la cárcel mientras cumplía tareas en el sector ligustros del penal. El juez de Ejecución Penal, Gustavo González Ferrari, le había concedido un día de salida transitoria durante el mes de enero y en esa ocasión Troncoso había regresado al penal sin novedades. Pero al mes siguiente su hijo se suicidó ahorcándose y su esposa murió por una enfermedad terminal. Ello habría provocado una fuerte depresión en Troncoso, lo que se supone que lo llevó a huir de la cárcel.

El juez González Ferrari hizo la denuncia por la fuga de Troncoso el mismo 1º de marzo, y quedó radicada en el juzgado federal de Lomas de Zamora. El propio magistrado ordenó en esa fecha un allanamiento de la vivienda de Troncoso, pero el fugado no pudo ser detectado.

Troncoso había sido condenado en 1999 a una pena de 10 años y ocho meses de prisión por robo agravado. El cálculo es que iba a estar en condiciones de conseguir la libertad condicional en el 2008 y que ya tenía derecho a una salida transitoria por mes. Sucede que Troncoso tenía –según el Servicio Penitenciario– comportamiento diez, ejemplar, ya que estudiaba computación y también trabajaba en el taller Braille del penal.

Mucho se ha dicho sobre la compra y venta de certificados de buena conducta dentro de las cárceles. Página/12 ha publicado en forma reiterada que es vox populi que por cifras que varían entre los 300 y los mil pesos se consiguen, a través de hombres conectados con los directores de los penales, los puntos que otorgan una mejora en la conducta. En diálogo con este diario, González Ferrari señaló que tomó todos los recaudos antes de otorgar la salida transitoria de Troncoso, ya que el dictamen sobre la conducta fue realizado por diez profesionales, entre hombres del SPF, psiquiatras y asistentes sociales. Por esa razón, Troncoso salió un día en enero y volvió al penal al día siguiente, cumpliendo al milímetro con las condiciones del beneficio.

En realidad, un juez no tiene derecho a negarle la salida transitoria a un preso si éste reúne las condiciones, es decir haber cumplido más de la mitad de la condena y tener una altísima nota en conducta, pero justamente su problema consiste en verificar que esa nota no sea comprada sino real y, además, tiene el problema de que en total maneja unos mil expedientes al mismo tiempo. En este caso concreto, Troncoso venía con un buen informe de conducta de un penal de La Pampa, trabajaba y estudiaba, y además el magistrado verificó los informes. El dato clave es que ni siquiera el fiscal de ejecución penal se opuso a la salida transitoria de Troncoso.

El caso Troncoso pretendió usarse para hacer una campaña contra las salidas transitorias, que constituyen un elemento clave en el sistema penal argentino. El criterio de la ley es que de esa manera se alienta a los presos a estudiar o trabajar, lo que le suma puntos a la buena conducta, y también es un aliciente para que no se conviertan en internos problemáticos. Según los especialistas consultados por este diario, son muy pocas las fugas que se dan durante una salida transitoria: el preso sabe que le falta un año o dos para cumplir la condena y si no cumple con las condiciones de la salida transitoria, pierde el derecho y hasta puede extendérsele la condena por incurrir en la fuga.

En el caso concreto de Troncoso, lo ocurrido ni siquiera tuvo que ver con una salida transitoria sino con las medidas de seguridad del SPF y la Unidad 19 de Ezeiza. Según se menciona en el expediente, el hombre sufrió una fuerte depresión a raíz del suicidio del hijo –se colgó con una soga– y la muerte de su esposa. La conmoción lo habría llevado a evadirse del penal, unirse a una banda y terminar baleando al agente Chávez, que había logrado atrapar a uno de los cómplices de Troncoso en el asalto al Banco Río.

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El 1º de marzo, Troncoso escapó del penal, asaltó el Banco Río el 4 de julio y el 6 murió baleado.
 
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