SOCIEDAD

Si tocan a una, tocan a todas

Por Vilma Ripoll*

Ante la barra de compañeros de Ghelco y la imprenta Chilavert, acompañados por otros obreros y asambleístas, el jueves pasado la Legislatura de la Ciudad finalmente aprobó expropiar dos empresas en favor de sus trabajadores, organizados en cooperativas. Con mucha alegría, compartimos con todos ellos los aplausos, las consignas y también unas cuantas lágrimas...
Es que obtener esta votación no fue sencillo ni se ve todos los días. Hubo una pelea de meses y con muchos obstáculos. Desde cómo reconectar la luz hasta cómo evitar los desalojos. Sin embargo, pudieron más la movilización, la unidad y la constancia de los compañeros y sus familias, de sus abogados, las asambleas, los trabajadores, piqueteros, estudiantes y demás sectores que respaldamos su lucha. Toda esta fuerza permitió que por primera vez en la Ciudad se voten leyes así, logro por el cual siento el orgullo de haber contribuido al presentar el proyecto de Ghelco.
Al ser declarados de “utilidad pública”, quedan expropiados definitivamente las máquinas, marcas y patentes, y el uso de los inmuebles por dos años. Todo para poder continuar la producción, decidida y controlada por los obreros. Seguro vendrán nuevos problemas y desafíos, como tantas otras veces. Pero hoy Ghelco y Chilavert salen más fuertes, con más confianza. Porque entre todo lo nuevo que pasa en este país, los que están reabriendo las fábricas son los propios trabajadores.
Como salida más de fondo, luchamos por la estatización bajo control obrero. Ahí están Zanon en Neuquén, la Clínica Junín en Córdoba, Brukman en Capital, levantando ese mismo reclamo. Y ahí están Lavalan, Diógenes Taborda, Panificación Cinco y decenas de cooperativas obreras, cuyo puntapié inicial lo dio IMPA. Todos estos compañeros, por encima de los patrones que vacían, de los gobiernos y jueces cómplices, de los policías que reprimen y desalojan, son un ejemplo y tienen un objetivo común: defender la fuente de trabajo. El sábado 7, justamente, participé de sus dos encuentros nacionales: el de fábricas en lucha, frente a Brukman, y el de las cooperativas y fábricas recuperadas, en La Baskonia de La Matanza. Más allá de sus distintas formas de organización, constaté un fuerte sentimiento entre todos los trabajadores. Que como existe una misma pelea, hay que coordinar y unir fuerzas para defenderse mutuamente y también para reabrir nuevas fábricas. Por eso hoy, más que nunca, todos somos Ghelco, todos somos Grissinopoli, Zanon, Lavalan... Y si tocan a una, tocan a todas.
* Diputada de la Ciudad, MST-Izquierda Unida.

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