SOCIEDAD › LOS BACHES EN LA INSTRUCCIóN DEL CASO

Investigación errónea

La absolución de dos de los acusados por el doble crimen de las turistas francesas dejó a la vista la escasa o nula rigurosidad de la investigación, encabezada por el juez Martín Pérez. Durante dos años mantuvo detenidas a dos personas que el tribunal, ayer, consideró absueltas por falta de pruebas o por inocentes.

Las primeras hipótesis de la investigación, lanzadas apenas a un día de hallados los cuerpos, a fin de julio de 2011, apuntaban sobre “los pocos pobladores de la zona o entre empleados del paseo público”, incentivadas por la premura en solucionar el caso que el poder político reclamaba a la Justicia. De hecho, el primer detenido en el caso, Francisco Tejada, es quien alquila caballos a turistas en la Quebrada de San Lorenzo. Su detención se produjo el 1º de agosto y hacia el final del día fue liberado, aunque las fuentes policiales insistieron en afirmar que seguiría involucrado en el caso. Dominga González, esposa de Tejada, dijo a la prensa salteña que “lo agarraron porque es pobre. Mi marido puede ser borracho y hasta mujeriego, pero violador y asesino, jamás”. Una vez liberado, Tejeda denunció que lo habían molido a palos.

Un día después, Daniel Vilte fue detenido, sospechado porque habría proporcionado el arma que se utilizó en el doble crimen. Vilte no vive en la zona, sí su abuela –a quien solía visitar, según los investigadores–. La prueba con que contaban el juez Pérez y el fiscal Eduardo Barrionuevo fue un par de testimonios que aseguraban que lo habían visto ofrecer a la venta un arma calibre 22, similar a la que se usó en el doble crimen.

Horas antes de la detención de Daniel Vilte, la Brigada de Investigaciones cometió la aberración de detener erróneamente a su hermano, Nelson Vilte, que recibió el típico tratamiento de ablande gratuito y sin cargos en su contra, para ser liberado luego, a las pocas horas. A su hermano le llevó casi tres años quedar afuera, sin pruebas en su contra.

La investigación también apuntó contra un grupo de “cordobeses”, que luego se diluyó con la detención de seis personas, entre ellas la hija de un comisario, María Fernanda Cañizares. Su novio, Gustavo Lasi, que oficiaba de guía de cabalgatas y le había regalado un celular, que resultó ser el de una de las chicas asesinadas. También fue detenido Walter Orlando Lasi, padre de Gustavo, baqueano de la Quebrada. Otro de los detenidos fue Santos Clemente Vera (a quien los policías primero lo denominaron erróneamente como Ricardo Vera), paisano de la zona que trabaja como baqueano y de quien sus hermanos juraban que no tenía nada que ver con lo ocurrido, y Darío Ramos, guía de la empresa Puma Expeditions, que explota el paseo de la Quebrada. También fue detenido Federico Cañizares, hermano de María Fernanda, en cuyo poder fue encontrada una cámara de las víctimas, regalada también por Lasi.

Durante la investigación quedó patente el miedo a la brutalidad policial. Los puesteros de la Quebrada de San Lorenzo aseguraron por aquellos días a Página/12 que “no dejamos más a nuestros hijos menores de edad solos cuando venimos a trabajar. Los traemos con nosotros porque no sabemos qué puede pasar si la policía vuelve a realizar nuevos allanamientos en nuestras casas”.

Dos denuncias se acumularon contra los policías investigadores: Fernando Ariel Tejeda, el primero de los detenidos y luego liberado, y Nelson Vilte, hermano de Daniel Octavio, y detenido por error y golpeado por costumbre. “Si la gente no tuviera miedo, las denuncias serían cientos y cientos”, sostenían las puesteras de la Quebrada. Finalmente, Raúl Sarmiento fue detenido porque en su casa encontraron enterradas tres armas calibre 22.

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