SOCIEDAD › OPINION
Nuestras preocupaciones
Por Juliana Marino
Era predecible que, con la recuperación de la democracia, las mujeres del
‘70 abrazáramos una conciencia femenina feminista, con tradición partidaria, pero nueva para algunas de nosotras. Discutíamos sobre el poder, la igualdad, el sistema patriarcal, la democracia, la violencia familiar y sexual, el trabajo y el aborto. Algunos de estos temas se mantienen abiertos y las transformaciones culturales son más lentas que las conquistas legislativas. El Día Internacional de la Mujer y su temática han ganado en presencia y penetración pero, como fenómeno inexorable y no deseado, también en cooptación y utilización mediática, cuando no propagandística. Aunque sería el día ideal para explayarnos sobre esta utilización innoble, preferimos una vez más ser nosotras las que hablemos de lo que hay que hablar.
La crianza de los niños debe dejar de ser una preocupación que abordemos exclusivamente las mujeres como demanda de libertad personal, para pasar a constituir uno de los temas más pertinentes para el conjunto social, que abarca el amor, el cuidado, la salud, la vida misma. La conflictividad de su resolución debe irrumpir en la consideración de las políticas sociales universales.
Aun cuando la violencia y el abuso intra y extrafamiliar deberían estar preocupando por lo menos en igual medida a los varones conscientes, ya que monopolizan la estadística, será nuestra la lucha por desnaturalizar y condenar su práctica. Y es en el consenso sobre una legislación que atienda la problemática del aborto donde vuelvo a los ideales de la participación política femenina comprometida con su debate y regulación.
También recurrentemente, mis pensamientos repasan lo que creíamos y lo que creemos con relación al poder. Sin adherir a aquellas posturas que afirmaban que en tanto mujeres teníamos la exclusividad de la ética y de la moral, he vuelto a pensar que debemos asignarnos una tarea: trasponer desde la política y el poder sus propias dimensiones y consignas. Entre Condoleezza Rice y nosotras tiene que haber diferencia. La participación política de la mujer, sobre todo si es feminista, debe emparentarse con valores que propongan una humanidad distinta. Me ha resultado de enorme interés leer que la nueva primera ministra de Ucrania, Yulia Timoshenko, ganó esa designación con una propuesta a cinco años basada en una filosofía de acción expresada en seis puntos: confianza, justicia, armonía, vida, seguridad y mundo. Aunque parezca paradojal, en estas palabras caben la mayoría de nuestras preocupaciones.
* Juliana Marino - Diputada nacional.