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Domingo, 13 de julio de 2003

El lugar de la Aduana en la AFIP

“La hermana pobre”

José Sbatella evita diplomáticamente todas las preguntas sobre su relación con Alberto Abad, el administrador federal de Ingresos Públicos. En 2002 una investigación del IEFE, donde Sbatella se desempeñaba como director, mostró con crudeza la inconsistencia entre los precios declarados por los exportadores y los precios del mercado internacional. Esto es, la evidente subfacturación de exportaciones. Para Abad debe haber sido fuerte que el presidente Néstor Kirchner ubique a Sbatella dentro de su área. Pero los tiempos cambian y los hombres, al parecer, eligen transitar nuevos caminos.
¿Cómo es su relación con la AFIP?
–Bueno, creo que existe consenso en que la Aduana deje de ser la hermana pobre y que comience a recibir los recursos necesarios. Vamos a empezar a recibir computadoras y automóviles para mejorar la infraestructura que no teníamos. Habrá inversiones en la frontera con Brasil.
Me refería a la colaboración de trabajo en la lucha contra el contrabando, dado que existe también la contracara de evasión tributaria.
–Parte de las decisiones que tomó la AFIP en el paquete antievasión tiene que ver con la posibilidad de fijar los precios en las operaciones de comercio exterior. También trabajamos en un plan antievasión, específico para la Aduana. Es decir, hay una dimensión que tiene que ver con la asignación de recursos y otra con lo legal.
Hablando de asignación de recursos ¿No resulta absurdo que exista una doble inteligencia aduanera, una en la DGI y otra en la Aduana?
–En realidad la concepción de agencia única funcionó desde el principio sólo en lo teórico, en la práctica la DGI y la Aduana siguieron desarticuladas. Hay funciones que se llevó la AFIP y otras que es inevitable que siga haciendo la Aduana, como por ejemplo, el tema de la policía aduanera. Estamos frente a un largo proceso de cambio cultural. Antes se pensaba que lo que pasaba la frontera ya estaba liberado. La concepción de las aduanas modernas es que exista una rápida liberación en la frontera, pero también la continuidad de la fiscalización en fábrica. Eso implica tener equipos de ambos organismos que puedan meterse en el proceso de elaboración para ver si lo que se liberó, inclusive por canal verde, realmente era lo que se decía. Para todo esto hace falta también jerarquizar a la policía aduanera y que además exista en todo el país, porque ahora solamente está en Buenos Aires y en el resto esa función la cumple la Gendarmería, que a su vez tiene autonomía de mando.
Hay demasiadas autoridades para un solo proceso.
–La sensación que uno tiene es que hay demasiados sectores que actúan en forma independiente y que uno no regula la política de control del contrabando, porque están las fuerzas de seguridad de frontera, Prefectura, Gendarmería, y las Policías Federal y Aduanera y no existe un comando conjunto.

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