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Viernes, 21 de diciembre de 2012

TEATRO › CAROLINA IANNUZZI PRESENTA SU UNIPERSONAL TITULADO AMANTE PUEBLO

“Hacer reír es como generar orgasmos”

Actriz, murguera y docente de teatro en la Unidad Penitenciaria 46 de José León Suárez, Ianuzzi apela a la insolencia y a la mística de Eva Perón al encarnar a una mujer que lidera una agrupación de amantes que brega por sus derechos.

 Por María Daniela Yaccar

La insolencia se apodera permanentemente de Carolina Iannuzzi, actriz, murguera, telefonista en un consultorio, 29 años, mamá de un nene de ocho y docente de teatro en la Unidad Penitenciaria 46 de José León Suárez. Esa insolencia que muestra en la nota con Página/12 –y que alcanza picos con frases como “la conciencia social en los hombres me baja la tanga”– es la marca registrada, también, de su unipersonal Amante Pueblo. Enfundada en medias negras, con pechos de mentira y exagerados delineador negro y lápiz labial, Iannuzzi apela a la mística de Eva Perón al encarnar a una mujer que lidera una agrupación de amantes que brega por sus derechos.

“Hasta los putos se pueden casar y nosotras seguimos siendo las hijas bastardas del amor”, explica este personaje en lucha, heredero seguramente de Bombita Rodríguez, que ha irrumpido en lugares disímiles pero nunca en un teatro: pasó por un bar, la cooperativa Casco, cárceles y locales políticos, como el de la Juventud Kirchnerista de Izquierda. Evidentemente, a Iannuzzi le gusta moverse por los márgenes. “Lo pensé para hacerlo donde fuera. Estoy abierta a invitaciones de todos los espacios en los que haya movidas culturales, siempre que cuente con un público y que pueda mínimamente pasar la gorra”, se ofrece la actriz. Su excusa para plantarse ante los públicos más diversos es que el personaje está juntando firmas para reformar el Código Civil, con el fin de que se reconozcan en él los derechos de las amantes. Por ejemplo, que puedan gozar de la obra social del hombre que aman. “En este momento histórico de conquista de derechos, mi personaje lucha por uno absurdo”, apunta Iannuzzi. Quienes estén interesados en la Amante para una función se pueden contactar directamente con ella al Facebook de Amante Pueblo.

La Amante lidera la agrupación Amantes Pueblo Unidas y Organizadas Venceremos (a las esposas, en letra chica), que tiene su propia unidad básica, una peluquería. La estética es uno de los tópicos de la obra. “Una Amante Pueblo es una militante contemporánea, una madre soltera de clase media, una mujer que se codea con la crema del mundo de lesa humanidad y los derechos humanos”, define la Amante, que como sus compañeras suele enamorarse de “militantes del lobby”: “El típico peroncho panzón, de traje, que deambula por los pasillos del Congreso fingiendo que habla por teléfono, pero que no es funcionario ni nada”. “Hay mucha cosa autobiográfica”, recalca Iannuzzi, sin dar muchos detalles. Pero las coincidencias son obvias: su personaje es militante en la cárcel, madre soltera y murguera. La Amante habla permanentemente de su “El”, que es Amado Boudou. También tipifica a su enemiga, la esposa: “Compañera ejemplar, no muy audaz, opina poco, es lindita, pero no segrega estrógeno y progesterona cuando camina”.

–¿Cómo han reaccionado al unipersonal los diferentes públicos?

–Lo que me gusta es que no discurseo hacia la nada: le tomo cerveza al público y le como la pizza. Entro en escena y somos una comunidad. Estoy ahí por una cuestión de Estado. La Amante cree que está transformando el mundo desde su lugar. En el bar, que se llama El Tano de Arriba, una vez un chabón me cagó a puteadas.

–Lo dice con decepción. ¿Que el texto despierte emociones en la platea no es más bien positivo?

–Sí, pero no se tiene que dar un debate muy profundo, porque es un unipersonal de humor. La idea es que pasemos un buen momento. Otro lugar al que fui fue una varieté que organizó gente del palo del teatro, muy universitaria y troska. Le sonó el celular a una chica y le dije: “¿Es tu ‘El’?”. Y me respondió: “Es un trosko”. Le dije: “Alejate ya. Si se la chupás te va a decir que sos una dominada por el patriarcado y si no lo hacés te va a decir que no sos activista. Cogete a un peronista que haga asados los domingos y que sea el macho argentino”. Se cagaban de la risa. En la cárcel no pegó lo que tenía que ver con lo partidario, pero se engancharon con la cuestión de género. Contaron sus experiencias sin timidez, cosa que no pasó en ningún lado, y la Amante tomó una tónica de Susana Giménez, porque se limitó a hacer preguntas.

–¿Esto de tener tan claro el lugar de la amante también es autobiográfico?

–Paradójicamente, nunca pude sostener una relación con alguien casado. Creo que una sola vez. Con su mujer él tenía una relación abierta, pero no pude soportarlo. Le decía que era injusto que no pudiera ir a su cumpleaños. Pero atravesé situaciones similares, por eso decidí poner esto en escena. El teatro tiene una cosa catártica, impune. Y hacer reír es como generar orgasmos en masa. El título de la obra salió de una charla con un amigo de casi cincuenta años que está en pareja hace 25. Yo le preguntaba qué onda, cómo hacían para renovarse. Me dijo que era infiel cada diez años. Me contaba los perfiles de las pibas y eran como yo: 20 años más jóvenes, del mundillo tumbero... Su esposa, en cambio, es una profesional. Me salió del alma decirle “vos te buscás amantes pueblo y tenés la mujer que corresponde”.

–¿Cuál es su relación con el peronismo?

–Me atrae fuertemente Evita. Me gusta la figura de actriz política y me encanta que haya existido un personaje así en mi país. Tenía claro en su infancia, en la pobreza, que quería ser actriz. Y siendo re-paria tenía una idea muy clara de la verticalidad de la caridad y la horizontalidad de la solidaridad. Cuando ensayaba en casa me daba cuenta de que me ponía muy Violencia Rivas y pensaba que era un registro muy trillado. Entonces me puse a mirar discursos de Eva para copiar su gestualidad. ¡Me di cuenta de que ella es Violencia Rivas un poco menos sacada! De Evita tomé otra cosa: me gustan las mujeres como ella o como Cristina, que ocupan lugares de poder conservando la feminidad. Muchas veces, en esa situación, las mujeres se masculinizan. Lo veo en la cárcel. Uno de los tantos mensajes de la obra es que no seamos boludas. Estamos acostumbradas a la idea de la modelo bella que no piensa. Y la inteligente siempre es una gorda fea. Es hora de que eso quede erradicado completamente.

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“La conciencia social en los hombres me baja la tanga”, dice Carolina Iannuzzi, en sincro con su personaje.
Imagen: Bernardino Avila
 
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