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Martes, 26 de marzo de 2013

HISTORIETA  › DIBUJOS INVISIBLES, ILUSTRACIONES DE GERVASIO TROCHE

Mundos ingrávidos y gentiles

Reconocido y admirado por todos sus colegas, el dibujante uruguayo forma parte de la generación que hizo una bandera de la viñeta sin remate humorístico. En esta recopilación, brilla un universo gráfico particularmente profundo.

 Por Andrés Valenzuela

Alguna vez Antonio Machado homenajeó “mundos sutiles, ingrávidos y gentiles”, los describió pintados de sol y grana bajo un cielo azul, habló de sendas sin camino y estelas en la mar. Mencionó huellas y miradas atrás. Muchísimas décadas más tarde, esos versos de Machado parecen escritos para describir Dibujos invisibles, el libro que recopila las ilustraciones del uruguayo Gervasio Troche.

¿Quién es este dibujante? Troche es uno de los más excepcionales humoristas gráficos que tiene Latinoamérica. Reconocido y admirado casi sin excepción por todos sus colegas, forma parte de la generación que hizo una bandera de la viñeta sin remate humorístico. Es una generación que reflexiona en sus tiras y en sus cuadritos y ofrece más observaciones que certezas, más poética que risa de ocasión. En este sentido, Troche también construye un universo personal, pero lo que lo caracteriza es que lo hace en silencio. Ni hace gran alharaca él mismo de su trabajo ni tampoco necesita recurrir a la palabra en sus paneles.

Dibujos invisibles es austero en su hechura: apenas papel, tinta china y pincel, sin derroches de destreza técnica. Lo que abunda en el libro es sutileza, buenas ideas y un universo gráfico particularmente profundo. Troche cuenta con varias imágenes recurrentes: linternas que iluminan noches y almas, equilibristas atravesando su hilo delgado, ventanas que caen y sonidos que se palpan. Habría que decir que lo que monta en sucesivos paneles es una poética de la mirada, de la música y del espacio, una reflexión sobre el equilibrio vital ante los azares (y pesares del mundo), un trabajo de iluminar(se) y encontrar(se) en los momentos oscuros. Habría que decir todo eso, sí, porque esto es una reseña periodística, pero lo cierto es que resulta tonto explicar sus dibujos. Lo que hace Troche se siente y con eso alcanza.

Convendría agregar, también, que Troche no les esquiva el trazo a algunas sutilezas sobre el amor. Y si no le teme a pensar sobre el autodescubrimiento, mucho menos al encuentro con el otro. Tampoco elude mostrar a sus anónimos personajes en comunión con el mundo, fotografiando hojas para reponerlas en el árbol otoñal o sumergiéndose y abrazando la lluvia que los empapa. En todas estas instancias, con dibujos sencillos pero bien logrados, el dibujante uruguayo revela un dominio sensible y comprometido del lenguaje gráfico, que demuestra su potencia expresiva.

Muchos de los trabajos que se recopilan en Dibujos invisibles aparecieron, en muy pequeño formato, en la revista autogestionada Hecho en Buenos Aires, en el blog del autor y en otros medios. Lo que logra el libro es, en la suma de las páginas, dar cuenta de la potencia poética del universo de Troche. Un cosmos mágico que ilumina también a su lector.

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