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Domingo, 10 de febrero de 2008

LA POLEMICA POR EL CANON A LOS APARATOS DIGITALES QUE SE QUIERE IMPLEMENTAR EN LA ARGENTINA

Un impuesto que puede desatar la guerra

El canon aplicado a la fabricación y venta de “productos que permiten almacenar, grabar y reproducir música e imagen” para compensar las pérdidas ocasionadas por la piratería ya se aplica en veinte países.

 Por Facundo García

¿Robarías un auto? ¿Robarías una cartera? ¿Castigarías el bolsillo de todos los consumidores de un país para financiar la obsolescencia de tu negocio? Entre esas tres preguntas, la que huele peor es la última, lo que no ha impedido que algunos ya estén trabajando para aplicar en la Argentina el famoso “canon digital”. El asunto es más o menos así: Fulano Mengánez va a comprar un CD, DVD, o cualquier tecnocachivache con MP3. El vendedor le dice que tuvo que subir el precio. Mengánez piensa que lo quieren estafar porque tiene cara de gil, entonces toma coraje y pregunta por qué. El interrogante queda flotando como un globo de historieta. Dos segundos después, el tipo del mostrador le explica que de ahora en adelante la fabricación y venta de los productos que permiten almacenar canciones, películas o libros estará sujeta a una tasa creada para “compensar” las pérdidas que tienen las empresas y los artistas a causa de las copias privadas, tengan éstas fines personales –como en el caso del videíto que Mengánez pensaba regalarle a su novia para San Valentín–, o comerciales –como sucede con la piratería–. “Ma sí. Dame lo que salga menos plata”, se resigna el cliente, con un enojo que no lo exime de su ya descripta pinta de salame. Parece una obra de teatro grotesco, pero a veces parece que las corporaciones imaginaran así a los argentinos. Sin embargo, una reciente ola de discusiones que se desarrolla en Internet tiene todas las condiciones para empezar a demolerles ese estereotipo.

Bocetar un mapa de las distintas posturas que aparecieron requiere contemplar varias aristas; aunque sirve empezar por el principio. Hace unas semanas que la blogosfera argentina está que arde a partir de una propuesta que hizo el diputado nacional por el Frente para la Victoria Claudio Morgado al blog colectivo La Barbarie (Labarbarie.com.ar). El ex partenaire de Fabián Gianola en TVR invitó a utilizar ese espacio –donde suelen debatirse temas relacionados con la política– para intercambiar ideas acerca del mentado canon. Su convocatoria data del pasado 21 de enero y todavía puede leerse en el site. “La Unión de Músicos Independientes (www.umiargent na.com) nos acercó un proyecto de ley que incluye la creación de un Instituto de la Música”, puntualizó el legislador. “Esa institución tendría como objetivo el desarrollo y la difusión de la actividad musical en todo el país (...) y su principal fuente de financiamiento sería un Fondo de Fomento a la cultura que recibiría fondos provenientes del canon digital (...) Proponemos comenzar un debate sobre este punto.” El post comentaba asimismo que muchos de los que están a favor de su implementación dicen que el “impuesto” a la copia privada surge de la necesidad de “compensar” los derechos intelectuales de los autores, que se verían perjudicados por las reproducciones impagas de sus obras. Por supuesto, algunas trasnacionales ya levantan la manito para que las sumen a la lista de beneficiarios.

La flamante iniciativa de la UMI nace tras la derogación, en mayo de 2006, de una Ley del Músico que había sido redactada hace medio siglo. Desde entonces, la Unión cobró considerable fuerza, aunque pocos esperaban que sus frutos resultaran tan controvertidos. Dejando para otra instancia los planteos sobre la necesidad o no de un Instituto de la Música, una catarata de comentarios salió a dar batalla a la posibilidad del “impuestazo”. La mayoría de los lectores tecleó para combatir la idea del canon, aprovechando el elevado nivel de análisis que se alcanzó en España, donde su puesta en funcionamiento hizo que más de dos millones de ibéricos pidieran su eliminación. De forma simultánea, se abrió un espacio de reflexión acerca de la capacidad de los blogs para influir en la agenda pública (ver recuadro). Por último, hubo internautas que prefirieron dedicarse a perorar contra Cablín y otros aspectos de la vida de Morgado.

Lo cierto es que a poco de ver la luz, el borrador presentado por los miembros de la Unión de Músicos aún no ha ingresado a ninguna comisión legislativa, lo que no impide que esté haciendo más ruido que una Telecaster con pastillas nuevas.

Polémica en el cíber

Lo que sigue es un breve inventario de los argumentos esgrimidos en las últimas jornadas: Beatriz Busaniche, de la Fundación Vía Libre (www.vialibre.org.ar), sostiene que “no existiendo explícito derecho a la copia privada en Argentina, la aplicación de un canon de esta naturaleza daría por tierra con la presunción de inocencia, pues no todos utilizan los soportes digitales para copiar materiales sobre los cuales el autor no ha dado explícito permiso, y aun así todos tendrán que pagarlo, porque estará incorporado al precio final del producto”. En buen criollo, Busaniche se refiere a que por más que el comprador utilizara sus compact para guardar fotos de las vacaciones, tendría que pagar como si estuviera perjudicando a las industrias culturales y a los creadores. Por las dudas.

Sobre la misma tónica, hubo voces que se preguntaron hasta qué punto los intereses particulares de los autores y las firmas deben tener prioridad sobre el derecho a la cultura y al entretenimiento de la sociedad en general. Otros se aferraron a una verdadera galería de cuestiones puntuales. Y esto fue posible porque, al menos en España –el último de los más de veinte países que ya aplicaron la medida– el nuevo régimen afecta a un espectro amplísimo de productos, que incluye los CD, DVD, impresoras, scanners, grabadoras, memorias portátiles, aparatos reproductores de mp3 y fotocopiadoras, entre otros.

Hubo gente que tomó como bandera justamente el tema de las fotocopiadoras. Tal como están las cosas, las universidades públicas de nuestro país dependen de que existan reproducciones baratas de aquellos títulos que, tras la devaluación, se han vuelto inalcanzables para el estudiante de bolsillo flaco. En ese sentido, un gravamen adicional significaría obligar a la comunidad estudiantil a transferir ingresos a los grupos de presión involucrados.

Tampoco faltó quien se preguntara qué pasaría con aquellos artistas que no quieren cobrar el canon porque consideran que la difusión de copias gratuitas de su obra no es una “pérdida”. Otra senda es la de varios blogueros especializados en tecnología, que adujeron que si la propuesta se convirtiera en ley, la brecha digital que hay en Argentina –esa distancia entre los que ya se subieron a la revolución tecnológica y los que no– se ensancharía significativamente. En una postura más economicista, el blog Finanzas Públicas (mus grave–finanzas publicas.blogs pot.com) señaló que “la primera función de un sistema tributario es financiar el presupuesto público, donde se expresan las prioridades de gasto que la sociedad ha determinado a través de las elecciones (...) Si primero se crea el tributo y luego se decide el destino de los fondos por fuera de la elaboración del presupuesto, esa lógica se rompe”. Cualquier semejanza con la recordada “oblea docente” no es mera coincidencia.

En Denkenuber (www.uber bin. net), el consultor y politólogo Mariano Amartino optó por tirar líneas hacia Europa para aprovechar la experiencia de analistas que estudian el tema hace años. Así, sumó voces como la del profesor universitario y especialista en Sistemas de Información Enrique Dans. Al consultarlo acerca de los errores que se habían cometido por allá a la hora de encarar la arremetida, Dans contestó sin pelos en la lengua: “Las fallas se centraron en adoptar una actitud tibia en algunos aspectos, presas de una especie de ‘complejo de culpabilidad’ creado por el entorno”. “Descargar música no es ilegal –agregó–, ni es algo malo o negativo en modo alguno. Ningún político puede decir que los usuarios de Internet somos todos ‘piratas’, porque eso es insultar gravemente a la ciudadanía y a su inteligencia.” El caso español suma la característica adicional de haber llegado a un nivel de licuación ideológica tal que terminó reuniendo bajo la consigna del “no” al oportunismo electoral del Partido Popular y a grupos anarco-comunistas, sin que el gobierno hiciera mayores esfuerzos por consultar a la opinión pública. Eso sin contar el chasco que significó para muchos el apoyo que figuras históricamente asociadas con el progresismo –como Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina– dieron al “sí”.

Vuelta la mirada hacia estas tierras, lo que se percibe es una ensalada de desconfianzas y chicanas, mezclada con convocatorias interesantes y con la posibilidad de que en adelante se hagan acciones coordinadas. De hecho, se montó a toda velocidad una dirección que pretende unificar la información relacionada con el tema (www.noalca non.org). Pero es sólo el comienzo. Esto acaba de empezar y habrá que ver qué pasa si más sectores deciden participar de la compulsa.

Bonus track

Frente al revuelo, la página de la Unión de Músicos Independientes muestra ahora una versión modificada del proyecto que había acercado al Congreso. Donde se creaba el Fondo de Fomento a la Cultura, que estaría solventado a partir de “los importes que se recauden por la implementación de un canon a todo objeto que permita el almacenaje, grabación y/o reproducción de música e imagen”, hubo borrón y cuenta nueva. Ahora el controvertido artículo 21 sólo especifica que el método de financiamiento de este Fondo estaría “incluido en otra ley que se tratará en las cámaras de Diputados y Senadores, paralelamente con la Ley de la Música”. ¿Cuál es esa norma misteriosa que se “tratará paralelamente”? ¿Por qué el cambio se realizó con tanto silencio?

Nadie parece saberlo. El jueves por la tarde circuló la noticia de que algunos blogueros iban a reunirse con Morgado. “Yo estoy en contra del canon”, se atajó el diputado en el encuentro. “Y me llama la atención –subrayó– que varios de los que lo avalaron en su momento estén molestos porque se armó esta polémica, que yo creo es muy enriquecedora.” El legislador prometió que próximamente se organizará una reunión abierta destinada a que los interesados puedan expresar su opinión sobre éste y otros puntos candentes, como el de Creative Commons (nota de tapa del suplemento NO de este diario, el pasado 31 de enero).

La noche en que se escriben estas líneas, los retruécanos siguen cruzando el ciberespacio (poeta, un bloguero, creyó ver contrincantes arrojándose pedazos de mampostería). Al mismo tiempo, sorprendentes coincidencias en la forma con la que abordan el tema los medios masivos parecen indicar que el lobby de las megacompañías cerró filas para que el tránsito hacia los nuevos modelos de ganancia –que ellos descubrieron mal y tarde– les resulte lo menos doloroso posible durante 2008. A la larga, habrá que definir cuáles son los intereses prioritarios, en un presente tecnológico que por primera vez permite a las mayorías acceder a una valiosa porción de la cultura universal por un precio acorde con su pobreza.

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El diputado Claudio Morgado propuso un debate caliente.
 
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