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Jueves, 2 de abril de 2009

CINE › ESTA CAJITA QUE TOCO TIENE BOCA Y SABE HABLAR

Acerca de los rituales del canto

 Por Ana Bianco

La directora, Lorena García, desde sus viajes familiares en la infancia, ha estado unida afectivamente con el norte argentino, y eso explica la motivación a la hora de filmar y producir en forma independiente, Esta cajita que toco tiene boca y sabe hablar. Con cámara en mano, va encontrándose con mujeres copleras, artífices de una tradición oral y musical que proviene de generaciones ancestrales y continúa en las jóvenes que hacen que el verso circule, que la copla vuele. En ese recorrido desértico, García revaloriza la transmisión oral del canto y los rituales, a través de intercambios musicales y afectivos que unen a Buenos Aires con el norte, mientras la caja adornada con flores y bendecida con alcohol va sonando.

Lorena García es periodista, documentalista, y está radicada en Tilcara, Salta, desde el 2007 y se presenta por primera vez en el Bafici. En charla con Página/12, comenta: “Había filmado el mediometraje, Tengo una pena que es pena, sobre Julia Vilque, una coplera salteña, que se presentó en el Festival de Mar del Plata, entre otros. Al principio pensaba realizar un tríptico sobre la temática de las mujeres copleras en Buenos Aires, Jujuy y Salta y a Tengo una pena... integrarla en la parte salteña. En Jujuy, iba a registrar el encuentro de copleras en Purmamarca y en Buenos Aires la adhesión que despierta el canto con caja. La idea de realizar un largometraje fue madurando y se sumó Mariana Baraj, quien viajó a Salta a conocer a Julia Vilque. Así surgió Esta cajita..., historias de viajes y de encuentros. Julia es audaz, valiente y pensaba que su expresión musical no tenía valor. Mi presencia en su casa fue cada vez más continua, ella cantaba y yo la grababa. Coplear es tan natural como respirar. Julia es pastora, nunca cantó en un escenario y estaba sorprendida de que alguien quisiera escucharla y se interesara.

–¿Cómo se sumó a este proyecto la cantante y percusionista Mariana Baraj?

–El viaje que Julia y Mariana realizan es el que va uniendo todas las historias. Ellas se conocieron en la filmación y tenían algunos datos una de la otra. Pertenecen a dos mundos muy distintos. Cuando regresé a verla a Julia le llevé una carta de Mariana. Ese fue el cierre, además de las coplas y de los encuentros musicales y afectivos, está el valor simbólico de la algarroba que Julia le manda en una carta.

–¿Por qué eligió registrar mujeres copleras?

–Las mujeres expresan deseos y ambiciones a través del canto, y además son mayoría. Julia lo más lejos que había ido era a Salta, estaba feliz al encontrarse en Jujuy con otras copleras. La copla sirve para exorcizar, muchas de ellas que cantan son casadas. Es como un disfraz, un traje, que una puede ponerse y ayuda a expresar lo que se siente...

–¿Qué expresan los versos?

–Tienen muchos matices. La gente cree que las coplas son tristes y en realidad expresan sentimientos. Las hay picarescas, como en el contrapunto, que se produce entre un hombre y una mujer. Es un juego de desafíos, de seducción o de ataque, como dos boxeadores que en algún momento se abrazan.

Esta cajita que toco tiene boca y sabe hablar se exhibe hoy a las 12.00 en Sala 6 y el sábado a las 13.15 en Sala 7 de Hoyts Abasto.

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Lorena García y su mirada sobre las copleras norteñas.
Imagen: Marisela Mengochea
 
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