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Lunes, 14 de julio de 2003

AUTOMOVILISMO Y MOTORES › PRUEBA: EL PEUGEOT 307 SW

Con la familia de galera y bastón

La marca francesa lanza al mercado esta elegante versión familiar de la berlina que se fabricará en el país en el 2004.

 Por Pablo Vignone

Desde Tucumán

Como anticipando la puesta en marcha de la producción nacional de la berlina 307, para lo cual invirtió más de 50 millones de euros para adecuar su planta, Peugeot presentó en esta ciudad la versión familiar de ese auto, la 307 SW, un coche pretencioso con detalles sorprendentes, como el techo vidriado, que permitió disfrutar los hermosos paisajes tucumanos.
Un recorrido de casi 160 kilómetros de asfalto –que enhebró el dique El Cadillal, el cerro San Javier y Villa Nougués– fue utilizado para comprobar las bondades de este aparato, considerado por la marca como “un vector de imagen” que “mantiene el mensaje de tecnología y modernización”, como lo consideró Daniel Moretti, el director de comunicaciones de Peugeot, es decir, un producto del que no se espera una adhesión voluminosa –las predicciones llegan a 450 unidades para el 2004–, pero que resulta ejemplo de confort y seguridad. Por eso, según explican, la sigla SW no significan station wagon, la denominación de una rural, ya que este 307 no se identifica con lo utilitario sino con el placer. “Es un auto para jóvenes con tendencia lúdica”, lo definieron.
Un comando libera el techo, y la superficie vidriada aparece en toda su magnitud, acompañando la travesía: la tercera parte de la carrocería del 307 es transparente (en caso de accidente, el techo de vidrio se arruga como chapa fina, sin romperse).
Las primeras curvas permiten comprobar que las bondades del chasis, ya corroboradas en la berlina, se mantienen: el coche responde muy obediente a las exigencias del conductor, con suspensiones especialmente adaptadas para los caminos del Mercosur.
Cuando llega la hora de la trepada hacia el San Javier, por Tapia y Raco, la agilidad del motor no es tanta como se espera. Es que los 138 caballos que acusa el impulsor naftero dos litros que equipa a esta versión parece estar pastando en el campo, y no empujando todos al unísono. El problema no es local: como la 307 SW se importa desde Francia, ese motor sigue las regulaciones europeas en cuanto a seguridad, una extremada normativa, que hace que esos 138 HP parezcan apenas una centena.
Los frenos, exigidos a menudo, son adecuados: un sistema electrónico ayuda al conductor en casos bruscos, para evitar accidentes. La caja manual se siente un tanto “gomosa”, obvia para un coche de estas características no deportivas, y agradable de accionar; la versión automática de la 307 SW, equipada con la caja Tiptronic que ideó la Porsche, no tuvo tanta adhesión, pese a que, se insistió, es más segura que la manual, y por eso en Europa son cada vez más requeridas.
Lo curioso es que esta versión Mercosur de la 307 SW, que no trae siete asientos, permite reacomodar a gusto del conductor los tres asientos traseros, poniéndolos en fila con una tercera línea, aumentando la habitabilidad, el confort y respondiendo mejor a las necesidades.
De regreso a la ciudad, es hora de averiguar los precios: la versión naftera con caja manual cuesta 70 mil pesos; con caja automática, 76.900 pesos. En cambio, la versión equipada con el motor HDi diesel, de 90 CV, cuesta 72.800 pesos. El equipamiento interior es muy completo –la versión automática trae asientos con tapizado de cuero y calefaccionados–, pero algo lógico para el target.

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