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Rubén Noli es un árbitro peculiar. Además de ser juez de línea, acredita su condición de periodista egresado de la Universidad Nacional de La Plata y revista en la Policía Bonaerense como oficial. Cree que puede considerarse “bueno” el nivel en su actividad y que la agresión más denigrante hacia un referí es “el escupitajo”. Para él, ni siquiera el insulto puede ubicarse a su altura. “Hay algunos que son creativos...”, sostiene, para luego agregar: “Es muy difícil que en una cancha no te insulten, aunque sea una sola vez. Yo diría que es lo normal”.
–¿Cómo convive en usted el espíritu crítico que debe tener un periodista con su ocupación de árbitro?
–Se convive, aunque una profesión no es compatible con la otra. Yo ejercí el periodismo deportivo antes, en una ciudad del interior. Pero ahora no podría dedicarme a las dos cosas. Se mezclarían un tanto. Mi doble condición me permite analizar con otros ojos cuál es el periodista que está criticando porque sabe y cuál es el que cuestiona, pero desconoce el reglamento. Este último me duele más.
–¿Qué piensa sobre el empleo de la televisión como recurso tecnológico para juzgar la labor de los jueces?
–Creo que sirve y debe incorporarse para corregir los errores. Pero lo que siempre sostengo ante el famoso telebeam es que, si después marca una diferencia de 20 centímetros en una jugada, que también se diga lo siguiente: en la cancha, para el ojo humano, ante la movilidad del fútbol, esa distancia es imperceptible. Entonces hay que morir con el juez de línea.