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Jueves, 7 de diciembre de 2006

CONTRATAPA

TEXTOS

 Por Jorge Isaías *

I- Kafka

¿Qué es lo que nos produce incomodidad en los textos de Franz Kafka?

¿Su evidente angustia y desamparo, su desasosiego, la culpa?

Nuestra propia perplejidad pone esos textos de un hombre que buscó inútilmente (un) su lugar en el Universo. El mismo que se nos niega a nosotros.

II- Cervantes

Cuando el avellanado hombre de "La Mancha" recuperó la razón, perdió todos sus sueños. Sin que le fuera posible escuchar las palabras de estímulo de su fiel escudero instándolo a la aventura (su escudero, es decir su creatura).

Si la razón y los sueños nunca van juntos, por qué insistimos -contra toda esperanza- en la imposibilidad de construir ese oxímoron.

III- Sarmiento

Un hombre nacido con todos los inconvenientes de origen, sin futuro, un "hijo ilegítimo de la cultura" (Oliva dixit) se empeñó en soñar un país y ayudó con sus fuerzas de gigante, con el empuje de su cuerpo detrás de sus ideas.

Eligió el libro ( y los sinsabores en que son tejidos los libros) para apropiarse de la cultura que le era negada.

Se equivocó muchas veces.

¿Qué alucinación llevó a este hombre único a escribir sus libros con esa pulsión imparable como si fuera un arma contra sus enemigos hasta llegar a mentir para lograr su objetivo de destrucción.

Es -todavía- un desconocido para nosotros, a pesar de la ingenuidad de los educadores que eligen su imagen para las estatuas.

La obsesión que lo ganaba cuando escribía es algo digno de tener en cuenta: quiso poner en papel esa obcecación por "el progreso" que lo llevó a la alucinación y al vértigo.

De estos hombres ya no vienen a este país. Ignoro si vendrán en otros.

IV- Onetti

Con la desesperación de un poseso escribió todos sus libros. Con la obcecación de un terco negó que todas esas letras que le dictaba su insomnio pudiera servirle a alguien más que a él mismo.

Digamos que escribía porque no podía hacer otra cosa, como si la literatura tomara parte de una adicción como fueron en su vida el tabaco, el alcohol, las mujeres.

V- Saer

Nos enseñó la respiración de la llanura. Sus horizontes cambiantes con el olor y el miedo que traen las tormentas y la perplejidad ante esa inmensa masa de espacio vacío, de cielo abierto que no da abasto para caer sobre el campo.

Hemos aprendido también en las vidas de sus personajes que desde la ficción nos llaman para ser nuestros amigos.

Es mucho, casi desmedido, en un país donde los mediocres nos perpetran sus desplantes y sus inepcias y sus importantes fracasos como si fuéramos necios y debiéramos aplaudir esa obscenidad que ofrecen lastimosa e ingenuamente como un mérito.

VI- Pedroni

En sus pareados perfectos cabe todo el trigo de la pampa húmeda.

En su amor por el trabajo, todo el sudor de los campesinos que no tuvieron un solo día feliz.

En su optimismo inveterado siempre soñó un mundo que no fue.

Su canto al amor materno nos dejó una muestra de su fe en la Humanidad y hoy, como quiso, sus versos están en la memoria de aquellos que no saben que él los escribió.

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