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Un film noir entre lo real y el sueño

La edición local de la miniserie británica permite conocer al gran Dennis Potter.

 Por Horacio Bernades

Se llama Dennis Potter, por estos días se cumplen diez años de su fallecimiento y está considerado el mayor dramaturgo de televisión que haya dado Gran Bretaña en todo el siglo XX. Autor de algunas de las más idiosincráticas miniseries producidas por la BBC, su obstinada persecución del realismo psicológico lo llevó a convertirse en epítome del antirrealismo. Sucede que el área de lo real sobre la que Potter trabajó fue la de los procesos mentales. Dentro de ella, sobre todo, esa zona donde la memoria, lo imaginario y los restos diurnos se fusionan y confunden. En sus trabajos más prototípicos (Pennies from Heaven, The Singing Detective, Karaoke), lo vivido, lo recordado y lo fabulado se entremezclan de un modo tal que llega un punto en que resulta difícil determinar si lo que pasa, pasa afuera o dentro del cerebro. Cara y ceca de la realidad, para Potter.
Tal vez en toda su carrera no haya obra más emblemática que The Singing Detective, originalmente una miniserie que la BBC emitió a mediados de los ’80 y tuvo como protagonista a Michael Gambon, el ogro de El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante. En la Argentina pudo vérsela en la TV de cable y en algún ciclo del British Art Centre. El año pasado se estrenó en Estados Unidos una versión cinematográfica, con Robert Downey Jr. en el protagónico y un elenco de grandes nombres. Editada por el sello AVH con el título de El detective cantante, hereda el destino de Pennies from Heaven, cuya versión para cine (con Steve Martin y Christopher Walken en los protagónicos) también se conoció por este medio en nuestro país, con el título La plata cae del cielo.
Los Angeles, mediados de los años ’40 o comienzos de los ’50. En un cabaret, un tipo asquerosamente autosuficiente (el británico Jeremy Northam) se levanta a una morocha de vestido escarlata (Robin Wright Penn). Afuera, en un auto, dos matones de sombrero (Adrien Brody y el siempre genial Jon Polito) matan la espera intercambiando frases de circunstancia. De pronto, y saltando tiempos y espacios, una de esas frases motiva que el interno de un hospital, con el rostro cubierto por una espantosa erupción, lo corrija y parafrasee. Se trata de Dan Dark, escritor internado por un caso extremo de artropatía psoriática, a quien encarna Downey Jr. Inmovilizado, aullando de dolor, desahuciado por el cuerpo médico y con una apariencia digna de Freddy Krueger, tres son las actividades excluyentes de Dark. La primera de ellas consiste en destilar, frente a médicos y enfermeras, una acidez capaz de corroer mil kilos de hierro. La segunda, “escribir” mentalmente un film noir que lo tiene por héroe. La última, recordar su infancia, con padre fugado del hogar y madre prostituida (Carla Gugino).
Como corresponde en el mundo Potter, los tres estratos se fusionarán indefectiblemente. Por un lado, la revancha de lo real, por vía de la fantasía. Dark (que en la miniserie de la BBC se llamaba Philip Marlow) se pone a sí mismo en el lugar del private eye, émulo de Bogart. Le da a su esposa el papel de cabaretera y al tipo que sedujo a su madre, el de cafishio. Por otro, lo imaginario invade la realidad, a partir del momento en que los payasescos matones de El detective cantante (ése es el título del film noir que Dark “escribe”) se aparecen por el hospital. Finalmente, la mutua contaminación. ¿Es real o imaginaria la milagrosa cura del paciente, promovida por el psicoanalista de cuyas buenas intenciones y freudismo de manual Dark se burla salvajemente? A propósito, ¿no es Robin Williams el actor que encarna al ridículo psicoanalista de gruesos anteojos y falsa calva? No, es Mel Gibson, productor de la película, cuya lewisiana interpretación casi lo redime de todas sus tropelías machofascistas, La pasión de Cristo incluida.
En cuanto a Robert Downey Jr. y a Robin Wright Penn, no necesitan redención alguna. Ambos están magníficos, y en el caso de ella la alegría es doble: hace tiempo no se la veía, y luce más bonita y mejor actriz que nunca. Dos o tres datos finales: 1) La película la dirige Keith Gordon, que no es otro que aquel pálido y flacucho protagonista de Vestida para matar y Christine. 2) El título obedece a que, en los ratos libres, el detective entona temas pop de comienzos de los ’60, del estilo de Do the Hop, Mr. Sandman y Walking in the Rain. 3) Sí, Dennis Potter sufría de artropatía psoriática, enfermedad rara y penosísima que lo obligó a recluirse de la luz pública durante décadas. Pero murió de cáncer de próstata.

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