Una marea de mujeres, lesbianas, travestis, trans, fluye tumultuosa por las calles, inundando ciudades, coloreando la geografía urbana, atravesando fronteras. Este 8M recuperamos el espacio público para expresar con nuestros cuerpos dibujados y pintados, vestidos o desnudos, nuestras íntimas y colectivas revoluciones. En las paredes que se volvieron diarios murales, quedaron grabadas y pintadas nuestras voces. La emoción nubló varias veces la vista, porque nos vimos tantas –éramos tantas visibles–, y porque aunque no las viéramos sentíamos cercanas a tantas que andaban cuidando nuestro caminar colectivo, alegre, masivo, rebelde.

Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar, y también de las que ardieron en las hogueras de las inquisiciones. Las que siguen ardiendo en nuestra rabia, como las niñas de Guatemala, a quienes las Feministas del Abya Yala recordamos antes de empezar la marcha, en la ronda con las Madres de Plaza de Mayo. 56 niñas quemadas vivas un año atrás, en un acto brutal de violencia racista, patriarcal, colonial, capitalista. Porque las niñas eran de pueblos originarios, eran pobres, sufrían violencia sexual en el “hogar seguro”, y eran rebeldes. Habían denunciado que las violaban y prostituían desde el poder del Estado. Exigimos justicia en el lugar privilegiado de la memoria, en el corazón inmenso de nuestras Madres, junto a los y a las 30.000, para luego marchar con ellas por las calles, y con todas las hermanas asesinadas en femicidios territoriales, por defender la tierra, los ríos, los bosques, la vida: como Berta Cáceres, Macarena Valdés, Guadalupe Campanur, Margarida Alves, Sakine Cansiz, y tantas hermanas en el continente y en el mundo. Pensamos en las felices coincidencias que nos regala este calendario, que indica que es jueves, y que como todos los jueves hace 41 años, es día para abrazarnos con nuestras viejas, las que no se rinden, las que hacen pedagogía con el ejemplo.

Este 8M paramos al mundo en cada territorio de rebeldía. Algunas compañeras nos escriben desde Chiapas, donde las zapatistas convocaron al Encuentro de Mujeres en Lucha. Otras nos cuentan que hasta Afrin, Siria, llegan caravanas de mujeres para abrazar a las mujeres kurdas que viven bajo constantes ataques y bombardeos. Van a exigir al gobierno turco de Erdogan que detenga la invasión, y van a defender a la Revolución de las Mujeres. También lo hacemos desde nuestra marcha y desde el acto, donde suena el mensaje enviado desde las montañas de Kurdistán. En el sur del mundo, a ambos lados de la cordillera, las mujeres mapuche judicializadas nos envían mensajes que hablan de la dignidad con la que se preparan para enfrentar a los tribunales racistas, capitalistas, patriarcales. Este 8M paramos por ellas y con ellas. También por la libertad de Milagro Sala, de sus compañeras, y de todas las mujeres del Abya Yala presas por luchar. Paramos por Diana Sacayán. Para exigir justicia por los femicidios y por los travesticidios. Paramos por las víctimas de las redes de prostitución y trata, para que se termine la explotación sexual y la mercantilización de nuestros cuerpos. Paramos para que no haya más muertas en abortos clandestinos. Paramos para exigir que se termine con la precarización laboral, los despidos, y la angustia cotidiana de vivir sin trabajo. Paramos para que se termine la criminalización y la judicialización de las mujeres rebeldes. Paramos por objetivos comunes, pero concientes de las fuertes diferencias entre nosotras. No las intentamos borrar, porque nacen de experiencias de vida, de identidad, de variadas luchas, que nos obligan a asumir que hay privilegios que tenemos que deconstruir, para que nuestro feminismo sea efectivamente antipatriarcal, antirracista, anticolonial, y anticapitalista. Necesitamos profundizar la pedagogía del diálogo, que aun con muchas dificultades vamos ejercitando en el lugar común, la asamblea.

Este 8M sentipensamos que estamos escribiendo tramos de la historia nuestra, sin intérpretes, sin representantes. Nuestros corazones laten fuerte. Estamos vivas. Vamos a detener la ola de fundamentalismos conservadores. Nuestra revolución feminista no cabe en sus cuarteles ni en sus templos. Nuestra revolución feminista no se detiene, camina en la historia, y abre las puertas por las que las mujeres entramos de a miles, reinventando la vida en clave de amistad, amor, lucha, solidaridad y rebeldía. 

* Integrante de Feministas del Abya Yala.