Nací en Buenos Aires, Argentina, hace 87 años. Soy una Abuela de Plaza de Mayo hace 40 años. Desde esta doble condición podré expresar mi valoración sobre el obispo Jorge Bergoglio y el papa Francisco, una misma persona en dos etapas de su existencia.

Soy católica, por educación y por opción, por lo que confié en los religiosos y sus votos de consagración.

¿Por qué hago este introito? Porque es doloroso y duro decir que, salvo honrosas excepciones, me defraudaron cuando acudí a ellos siendo ya una Abuela de Plaza de Mayo, aunque supe de la heroica labor de algunos obispos que hasta pagaron con su vida el desafío al poder. 

Lo que no supe fue quién era el obispo Bergoglio, salvo por la voz sincera y honesta de una común amiga, Clelia Luro de Podestá.

Cinco años atrás, el humo blanco en la Basílica de San Pedro -”¡Habemus papam!”-, eligió un cura argentino para liderar los caminos del Vaticano.

Y entonces conocí (conocimos) a monseñor Bergoglio, su obra en favor de aquellos cuyas vidas corrían peligro, el hombre que con su sencillez y reserva jesuitas salvó, protegió y cuidó a los perseguidos. Y cuántas acciones más que no conocemos.

Hoy puedo expresar entonces quién es para mí el papa Francisco, el que nos extendió sus brazos, nos estrechó las manos, nos besó en la mejilla aquella primera vez en la Plaza San Pedro, un miércoles, cuando lo fuimos a encontrar dos abuelas y un nieto restituido.

Más que Su Santidad, lo siento como un hermano menor que me ha brindado, en cada una de las oportunidades que me recibió, una sincera sonrisa, mirada afectuosa y sanos consejos y opiniones. El papa Francisco es un ejemplo para el mundo. Sea cual sea la religión del país que visita, siente a ese pueblo como hermano en el dolor y necesidades. Pide, para renovar sus fuerzas, que recemos por él. Necesita esta devolución de todos aquellos por los que lucha.

Muchas gestas heroicas de la Argentina, y algunos de sus protagonistas, son y serán dignos de la admiración mundial.

Creo, estoy segura, que monseñor Jorge Bergoglio, el papa Francisco, ya tiene su lugar asegurado en las páginas de la historia.

* Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.