En este año difícil, el teatro vivió las generales de la ley, merma de público y lucha por que las tarifas de luz no se vuelvan impagables y obliguen a “bajar cortinas”. Con la capacidad de gestión que las caracteriza, las asociaciones que agrupan a los teatros independientes, como ARTEI, no se detienen a esperar y obtienen  logros en algunas gestiones y con mucho esfuerzo. Otro tanto hacen los empresarios de salas comerciales. Se mantuvieron, afortunadamente, los subsidios que hacen posible la existencia de la cartelera independiente pero los retrasos y la inflación no ayudan a quienes tienen esa única opción para crear. Ya cerraron salas, y el 2017 se ve nebuloso. El comienzo de la temporada vino acompañado por la brutal decisión del Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos  Aires de cuestionar el número de personas desaparecidas durante la última dictadura militar que es considerado 30.000 por todas las organizaciones de derechos humanos. Ese discurso puso en marcha un movimiento  de artistas que se inició con firmas pidiendo su renuncia pero continuó con acciones  performáticas de repudio que crecieron hasta lograr que el secretario dejara su cargo. Las universidades públicas que forman actores, directores, licenciados en artes escénicas, críticos teatrales, y tienen entre su cuerpo docente a muchos maestros de la escena, están a la espera, todavía, de que se les entregue parte del presupuesto del 2016 para poder cumplir con contratos, becas, proyectos de posgrado y crecimiento en general, dado que el interés por matricularse en estas instituciones sigue aumentando año a año. El teatro off de la ciudad fue muy activo y con entradas a costos accesibles. Sostuvo su cartelera. Hubo ciclos de gran calidad. En general, “el ciclo” fue un concepto que se instaló y dio buenos resultados en el teatro off. Propuestas que nuclean a artistas jóvenes bajo un lema o tema en común, pocas funciones, fuertemente difundidas y con una responsabilidad compartida entre las salas y los artistas. Las obras que se exponen van paulatinamente ingresando propuestas y temáticas menos “endogámicas”, menos ancladas en el discurso teatral para iniciados y hacedores que hablan de la propia práctica y de las dificultades que crea en el cotidiano elegir ser artista, que nos caracterizó en los últimos años. Las reflexiones sobre la identidad de género, la destrucción de nuestro ecosistema y el lugar del artista frente a la rapiña, el vacío cultural y la guerra  global, van generando interés en las nuevas dramaturgias junto a la interacción entre artistas de variadas disciplinas en planos de igualdad escénica.

* Autora, directora y actriz.