La normalización de la CGT se encuentra empantanada y la decisión del triunvirato de la central obrera de reunir el lunes pasado lo que se conoce como la “mesa chica” generó, por un lado, mal humor entre los sindicalistas que estuvieron participando de los cónclaves previos y no fueron invitados. Pero además desnudó ciertas desavenencias entre ellos mismos y, sobre todo, la imposibilidad que tienen para concretar una reunión del Consejo Directivo, la herramienta imprescindible para convocar el congreso donde se elegirá la nueva conducción. 

El encuentro que se desarrolló en la sede de UPCN no avanzó más allá de lo que se acordó la semana pasada cuando una treintena de dirigentes se reunieron en la sede de la Federación del Gas y que es juntarse en abril. En todo caso, lo novedoso de la reunión en la sede de los empleados estatales fue que por primera vez desde que comenzó el año se volvieron a ver las caras, en una misma mesa, los triunviros Carlos Acuña (estaciones de servicio), Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento) y Héctor Daer de Sanidad. La relación entre los tres dirigentes pasa por su peor momento y durante el encuentro ninguno buscó disimular la distancia. 

La reunión tuvo varios objetivos. Por un lado la necesidad encontrar una salida negociada a la crisis de la central obrera que se agudizó, valga la paradoja, con la dimisión del camionero Pablo Moyano a la Secretaría Gremial de la CGT. Una decisión que disparó que dirigentes como Roberto Fernández (colectiveros) y José Luis Lingeri (obras sanitarias) se mostraran favorables a poner paños fríos a la renovación y continuar con el esquema de conducción tripartita. Una actitud que atragantó a Daer y que durante la reunión buscó disolver para que no se le disperse el grupo de sindicatos que logró acercar y que se esmera por contener, conducir y ampliar hasta que se realice el congreso cegetista. En dicho grupo están los moyanistas Abel Frutos (panaderos), Jorge Sola (seguros) y Carlos Frigerio (cerveceros) que llegaron al encuentro y representan una buena señal para los planes del líder de sanidad porque se despegan de la sombra del camionero. Sin embargo, la reedición de lo que se conoce como “la mesa chica” no fue bien recibida por una serie de dirigentes, algunos de los cuales forman parte del Consejo Directivo, que vieron como una mala señal en el marco de negociaciones ampliadas que se están realizando los gordos e independientes “se corten solos como en las viejas épocas”.