Nos piden neutralidad como si cada una de nosotras fuésemos Suiza, pero en realidad nos están pidiendo una garantía de inviolabilidad del territorio de ellos. La política oficial de Suiza fue mantenerse neutral frente a las dos Guerras Mundiales para no perder territorio, algo que le dio resultado y parecería que a mí como psicoanalista me piden lo mismo. “No te metas en esos temas. Vos, como analista, tenés que ser neutral.”

Hay analista en la medida en que hay analizante. Como analistas trabajamos caso por caso y sus singularidades. Entrenados para hacer de lo neutro nuestra posición de analistas. Nuestra brújula es no estigmatizar, no cerrar con sentido, romper con los imperativos del lenguaje y abstenernos a impedir lo absoluto.  

Un/a analista debe ser neutral frente al paciente dentro del dispositivo analítico, hasta acá estoy de acuerdo. Pero la práctica del psicoanálisis no queda suscripta sólo a las cuatro paredes del consultorio, también se expande en las lecturas de los seminarios, en su análisis, en las charlas y en grupos de estudio con otros colegas, como así también en los escritos que una pueda generar. A lo largo de la profesión una va tomando decisiones. Por ejemplo, a qué escuela de análisis se quiere pertenecer, cómo y dónde va a ejercer, en qué instituciones trabajar y otras. Todas se toman por algún motivo que jamás será neutral. En todas las decisiones hay una posición tomada. 

Es por eso importante hacer una clara distinción entre la neutralidad y lo neutro porque si se confunden entre sí, se corre el riesgo de quedar neutralizado como profesional en el debate que tiene que dar la comunidad psicoanalítica sobre el decir del discurso patriarcal del cual nadie queda exento.

El deseo no es neutral, sino que es el encuentro en todo caso con lo neutro. El feminismo es una ola de deseo en la deconstrucción del discurso imperante. Es deseo de igualdad, de reciprocidad, de un mundo más equitativo para todxs. El deseo es vida y el feminismo, es un movimiento de vida. No es una lucha entre hombres y mujeres. Hay que terminar de romper con el binarismo que produce el lenguaje patriarcal, que además es asimétrico y eso nos lleva indefectiblemente a la confrontación por la desigualdad de oportunidades que genera.       

Si toda experiencia humana es una experiencia del lenguaje vamos a tener que entrar a la pileta para refrescarnos después de tanto transpirar, empaparnos de otro discurso, tirarnos de cabeza y decir que la neutralidad nos lleva a continuar con la estigmatización y con el discurso que está dejando de ser. Meterse, mojarse y que cada vez seamos más lxs que nos demos un baño de nuevos tiempos más habitables.    

* Psicoanalista.