En los mentideros de Brasilia dicen que Michel Temer reaccionó con preocupación al tomar nota del asesinato de Marielle y quedó blanco al ver, en la noche del jueves, las protestas multitudinarias de Río y San Pablo, completadas por las de Salvador de Bahia, Belo Horizonte, Recife y otras capitales. Buen descifrador de signos políticos el ocupante del Palacio del Planalto percibió algo nuevo en esta explosión: fueron marchas espontáneas y con una participación importante de mujeres y negros. También fue noticiado sobre el in crescendo de la guerra de facciones librada por militares y policías que esta semana llegó al extremo de la insubordinación cuando un grupo de agentes de seguridad no se cuadró ante su superior, el general del Ejército Richard Fernandes Nunes. Ante ese cúmulo de noticias adversas decidió suspender su viaje a Río para conmemorar el primer mes de la ocupación militar y dio instrucciones para que se investigue con celeridad el atentado.