¿Cómo decir lo que circula hoy entre los sexos? Tal vez una forma sería ubicar, entre el malentendido y el impasse de los sexos, las nuevas modulaciones de la sexualidad expuestas en las parejas.

Las modalidades de elecciones menos estándares delinean formas novedosas de anudamiento que se vuelven compatibles con la variedad y multiplicidad de la época, perturbaciones en la sexualidad o nuevas formas subjetivas no ancladas del todo al Nombre del Padre ni al falo.

Nos es posible definir la perspectiva de la época en relación al régimen del Uno señalando que se trata de una época en la que no hay la existencia del Uno que haga excepción; una época del sin excepción o del terrorismo del objeto a, donde el objeto a comanda1 como refería Miller en Comandatuba, en donde se hace existir el Uno en tanto número, igual, complemento.

El modo de gozar ya no se sitúa a partir del agente de la castración que prohíbe y vehiculiza un goce singular, repartiendo los goces, sino que estos se sitúan a partir del objeto.

El sujeto entonces no se asienta en la función fálica en tanto función semántica que da sentido a lo sexual -ordenando y regulando‑ sino que es el objeto a el que indica y determina el goce.

Una época del "falo en bancarrota" en la que esta función se ha transformado en una función de flujo matemático, es decir, una función que indica solamente apreciaciones mayores o menores de variaciones como algo, un poco, más, menos, aquello que en pedagogía se denomina cuantificadores globales. 

Así muchos sujetos se muestran en la actualidad en un continuum de variaciones en sus elecciones sexuales, sin ser "eso" demasiado conclusivo ni determinante. No del todo homosexuales, tampoco francamente heterosexuales, no definiendo del todo las relaciones amorosas, en una variación frágilmente capitoneada, en un flujo permanente y reversible con respecto a la función fálica.

Orientan su goce a partir del objeto a, y esto los empareja y ubica en la misma igualdad de condiciones; a esto se refieren los conceptos de semejanza, simetría o parentalización, en relación a la igualdad de roles y funciones. Esta relación ya no se presenta organizada por la diferencia significante sino por la equivalencia, es decir, el valor común. Están en igualdad de condiciones, ya que si lo que ordena es el objeto a, éste es asexuado, mientras que la posición sexuada se determina a partir del falo.

* Fragmento del artículo publicado en Aperiódico Psicoanalítico nº 30.