La investigadora de la Universidad Nacional de Río Cuarto que hizo los estudios, Delia Aiassa, advirtió en el informe que escribió para los padres de Dique: “La actividad agropecuaria es una de las principales actividades económicas en muchas regiones de nuestro país, pero a pesar de los beneficios que proporciona, está dejando un saldo negativo en materia ambiental y riesgo para la salud humana”.

El daño genético se mide con la cantidad de células con micronúcleos (MN). En los niños de Dique Chico se encontró un promedio de 10,33 MN por cada 1000 célula, mientras que los valores de referencia en la literatura científica internacional señalan 3,36 como valor medio. “El proceso cancerígeno se inicia y se favorece por la presencia de alteraciones géneticas”, detalló Aiassa. Además, la literatura científica asocia a los plaguicidas con problemas neurológicos, reproductivos o de desarrollo y cáncer.