En medio del caos y el desconcierto diarios del fútbol argentino, una noticia pareció caerle como anillo al dedo a quienes buscan motivos sobrenaturales para generar respuestas donde la razón se ausenta. El martes, algunos jugadores del equipo campeón del Mundial de México volvieron a Tilcara por primera vez desde aquel viaje que un plantel preliminar había hecho a principios de 1986 para aclimatarse a la altura del Distrito Federal. Se dio casi al mismo tiempo que la selección actual caía a pedazos a 15 mil kilómetros de distancia en la fatídica noche de Madrid. Y mientras en el centro de España el presente de nuestro fútbol era ridiculizado, al norte de Argentina el pasado también era sometido a necesidades circenses.

Es que muchos señalaron que esta viaje a la Quebrada de Humahuaca era para cumplir una vieja promesa que aquellos jugadores le habían hecho a la Virgen de Copacabana, ubicada en el abra de Punta Corral, muy cerquita de Tilcara. El equipo dirigido por Carlos Salvador Bilardo se había sometido a duras condiciones geográficas (entrenando cerca del mediodía, en pleno enero y a más de 2500 metros de altura), aunque parece que los verdaderos méritos para que Argentina ganara brillantemente aquella Copa del Mundo se reducen a un encomiendo divino. Nunca se supo con precisión en qué consistió la promesa ni quienes la hicieron. Solo se supone que aquella selección perjuró volver a agradecerle a la Virgen de Copabacaba si salía campeona.

Los jugadores lo niegan y, por lo tanto, jamás hicieron aquello. Ni siquiera en este viaje express al pequeño pero hermoso pueblo enclavado en la aridez andina. “Inventaron algo en lo que nosotros no teníamos nada que ver”, dice el Checho Batista ante la mirada absorta de los vecinos tilcareños que habían organizado una fiesta popular por la vuelta de aquellos cuestionados feligreses. Antes los habían paseado por el camión de los bomberos y fueron recibidos con honores porque, según el imaginario popular, Argentina no volvió a ganar un Mundial no por un fútbol reducido a carroña, la planificación ausente y un deporte reducido al ridículo, sino por ese juramento incumplido.

Muchos medios sostuvieron que la flamante expedición quebradeña tenía que ver con compensar esto. “Campeones del 86 viajan a Tilcara a cumplir con la prensa. ¿Se rompe el maleficio?”, dijo TN en un zócalo, otro más al tacho de basura de sus fake news. Porque el viaje no fue ideado por los jugadores ni responde a una acción institucional de la AFA. En efecto, se hizo a instancias de uno de los principales sponsors de la FIFA, el mismo que está girando por el planeta con la Copa del Mundo. Lo curioso es que si bien el trofeo ya está en nuestro país, la firma organizó esta expedición a Tilcara con una réplica. La idea era grabar un documental comercial, aunque a trasluz se observan los hilos movidos por la estrategia publicitaria, el marketing e interesantes contratos económicos. Fue a causa de ello que, por ejemplo, no integró el actual convoy Oscar Ruggeri, impedido por restricciones contractuales con otras marcas.

El Cabezón fue uno de los 14 jugadores que Bilardo había llevado a Tilcara aquel enero de 1986. A la inversa, otros que esa vez no viajaron ahora sí lo hicieron, como Nery Pumpido. “Vinimos porque nos trajo esta marca”, se sinceró el arquero titular en ese mundial, descartando cualquier motivo personal, cabalístico o litúrgico. “Nunca nadie hizo una promesa, lo venimos diciendo desde entonces. Dejemos de hablar pavadas: es subestimar a los jugadores que vinieron de ahí en más creer que no salieron campeones por una promesa. Si pensamos así somos realmente muy mediocres”.