Los resultados preliminares de las elecciones presidenciales celebradas esta semana en Egipto apuntan a una victoria del actual jefe de Estado, Abdel Fatah Al Sisi, con en torno al 90 por ciento de los votos, informan ayer medios locales. Sin embargo, el apoyo sería algo menor al 97 por ciento con que ganó las elecciones de 2014. Según el diario estatal “Al Ahram”, Al Sisi, de 63 años, habría obtenido en torno al 88 por ciento de los votos en la segunda mayor ciudad del país, Alejandría. El anuncio de los resultados oficiales se espera el próximo lunes.

El periódico estatal Al Ahram ,favorable al mandatario, indicó que Al Sisi recibió alrededor de 23 millones de votos, de los 25 millones que fueron emitidos, mientras que su único rival, Musa Mustafa Musa, solo tuvo cerca de un tres por ciento de los sufragios lo que supone que una gran parte de los votos, en torno al seis por ciento, habrían sido inválidos, según diversos medios. Sus defensores aseguran que ha restablecido la seguridad en Egipto tras años de disturbios, pero sus críticos lo acusan de aplastar la disidencia y recortar la libertad de expresión y prensa, algo que él niega. En los últimos meses sin embargo, la popularidad del presidente cayó como resultado de las duras reforma económicas que llevó a cabo en perjuicio de gran parte de la población.

La participación, que se consideraba el principal desafío para el mandatario en estos comicios, varía entre el 38 y el 50 por ciento, según el diario estatal Al Ahram”, una cifra que de resultar cierta estaría por encima de lo esperado por los analistas.

La cifra de participación es la principal incógnita de unos comicios donde se daba por sentada la victoria de Al Sisi, ya que una baja afluencia a las urnas podría aumentar las dudas sobre la credibilidad de los comicios, a los que estaban llamados casi 60 millones de egipcios. Las autoridades electorales intentaron evitar el boicot al que llamó la oposición, que considera una “farsa” estos comicios, amenazando con multas de hasta 500 libras (29 dólares) a los abstencionistas en las horas previas al cierre de los locales electorales el miércoles. Las multas están contempladas por la ley pero no fueron aplicadas en otras ocasiones.

Después de esas amenazas, el miércoles se llenaron algunos locales electorales. Medios informaron además de políticos locales y representantes religiosos que ofrecieron dinero u otros incentivos a los distritos electorales que registraran una mayor participación. La televisión estatal mostró estos días imágenes de locales electorales llenos, pero aquellos visitados por periodistas mostraban una afluencia más bien baja.

Las críticas a la credibilidad de los comicios, que se celebraron entre el lunes y el miércoles, parten del hecho de que sólo fue autorizado un candidato alternativo a Al Sisi, el poco conocido Mustafa Musa, líder de un partido político que respalda al jefe de Estado,cuya candidatura presentada en el último minuto era considerada por muchos un intento simbólico de dar una apariencia de auténtica competencia electoral .Otros candidatos más serios habían sido excluidos de la carrera o desistieron de presentarse, algunos en condiciones poco claras. Ello hizo que la oposición pidiera boicotear los comicios.

Al Sisi fue elegido presidente en 2014, un año después de que encabezara, como líder del Ejército, un golpe que derrocó al islamista Mohamed Mursi, el primer presidente elegido democráticamente pero muy cuestionado en el país. Sus defensores aseguran que ha restablecido la seguridad en Egipto tras años de disturbios, pero sus críticos lo acusan de aplastar la disidencia y recortar la libertad de expresión y prensa, algo que él niega.

En los últimos meses sin embargo, la popularidad del presidente ha caído como resultado de las duras reforma económicas que ha llevado a cabo en perjuicio de gran parte de la población.

De hecho enfrentará grandes desafíos en su nuevo mandato: el país está inmerso en una profunda crisis económica y se ve golpeado continuamente por los yihadistas. La Constitución limita los mandatos presidenciales a dos pero algunos expertos creen que podría utilizar los problemas que sufre el país para aferrarse a la presidencia.

“Creo que es muy probable que intente modificar la Constitución”, señala Timolthy Kaldas, experto del instituto Tahrir para política de  Medio Oriente. Podría hacerlo aumentando los mandatos permitidos por la Constitución o levantando directamente la restricción, afirma. También el experto Stephan Roll, de la Fundación Ciencia y Política, cree posible una reforma de la Constitución con la ayuda del Parlamento fiel al presidente.

El presidente no sólo se enemistó con los islamistas en los últimos años, al perseguirlos, sino también hizo enemigos dentro del aparato estatal. “Podrá protegerse de ellos si sigue en la presidencia”, considera este experto, que también ve en las recientes destituciones en el Ejército una prueba de la creciente desconfianza en Al Sisi dentro del aparato militar. Sobre todo la destitución del jefe del Estado mayor, Mahmud Hegasi, desató las especulaciones sobre la división en la cúpula. Kaldas apunta a un refuerzo del poder de Al Sisi frente a opositores internos. “Ninguno de ellos ha sido hasta ahora lo suficientemente poderoso u organizado” para constituir una alternativa.

Egipto, con sus 95 millones de habitantes, es visto por Occidente como un país clave para la estabilidad en Cercano Oriente.