Hay textos que resisten el desafío de los años y de las diferentes  versiones que a lo largo de la historia asumen los creadores que ponen en escena esas escrituras dramáticas, siempre reescribiendo a partir de vivencias propias, colapsadas por los tiempos que los interpelan.

En esta categoría, en esta ciudad hay una obra que retorna desde sus orígenes y vuelve siempre en épocas donde es resignificada sin perder su vigencia. Se trata de Litófagas, texto escrito y dirigido por Aldo El Jatib, que forma parte ya de el repertorio de El Rayo Misterioso.

A mediados de los '90, el director y maestro de actores Oscar Medina se enamora de ese texto y a partir de su propia búsqueda y el notable despliegue corporal de dos de sus alumnos -Pablo Razuk y Pablo Palavecino- nos entrega una propuesta que todavía sigue siendo recordada no solo por el público local, sino por los que pudieron verla en diferentes festivales del país.

El año pasado y a instancias de otros alumnos -Leandro Doti y Mauro Lemaire- el creador del grupo Los de Medina se decide a montar una vez más y desde otro contexto la obra que lo catapultó como uno de los grandes directores teatrales de Rosario, rubro que comparte también con el autor del texto original, Aldo El‑Jatib.

"Litófagas sigue siendo uno de los alegatos más conmovedores que produjo la dramaturgia de los últimos años y una de las obras que reivindica al teatro como campo de experimentación", dije en este diario con motivo de algunas de las tantas puestas de esta obra y que hoy se puede seguir sosteniendo a partir del retorno a la cartelera local después de su exitosa presentación el año pasado en el Teatro La Comedia.

Un espacio espectral generado por un diseño de luces que maneja con oficio Alejandro Ghirlanda, potencia una puesta que pareciera regurgitar desde los rincones más oscuros a estas esperpénticas figuras que conforman la Señora 1 y la Señora 2.

Enfundadas en esos ropajes que irán mutando y que llevan el sello de Marina Gryciuk, creadora de un vestuario tan cuidado como el diseño de maquillaje de Cecilia Rial y la utilería ideada por Leandro Ferraro, estas "roedoras de palabras" tendrán los materiales necesarios para deslumbrar al espectador.

"Las Litófagas vuelven a mí, me buscan empecinadamente y las visualizo, las oigo, las presiento; vuelvo a indagar en el maravilloso texto de Aldo El Jatib por todo lo que tiene de sorprendente, de oscuro, y misterioso",  dijo Oscar Medina el año pasado con motivo de un nuevo reestreno.

Estos dos seres enfundados en ropa de "vecina que barre la vereda", armados con quijotescas escobas, detrás de su intenso cacareo, buscan a sus hijos, buscan a los otros para que les contesten si saben algo, buscan en la intemperie propia y ajena, nadie les contestará: búsqueda del absurdo.

Litófagas es para Medina "un territorio fuertemente ideológico donde confluyen la desolación y la búsqueda de la libertad, un grotesco que deviene de la profunda incomunicación de los seres humanos, grotesco que deviene del hastío, del vacío existencial que todos llevamos a cuestas, hoy siglo XXI, donde todos somos Litófagas y comemos piedras", dijo el  director a Rosario/12.

Esta nueva versión de Litófagas sigue retrabajando una puesta que provoca por su contundencia estética y el despliegue actoral de una intensidad que combina la destreza física con los diferentes matices que propone el texto de El‑Jatib.

"Al volver a leer la obra me di cuenta de la profundidad que tiene el texto; hay que animarse a aguas más profundas, puedo contactar con zonas internas a las que antes no había llegado, estudiamos a Sartre, a Beckett, la obra de Aldo lo amerita, admiro mucho este texto, me parece una visión grandiosa de nuestra Argentina", dijo Medina.

Litófagas, que podrá verse nuevamente el sábado 21 de abril a las 21.30, en Plataforma Lavarden (Sarmiento y Mendoza) se potencia en estos momentos por los que atraviesa el país, donde una gran parte de la sociedad se formula preguntas de la misma manera que lo hacen la Señora 1 y 2, mientras el sinsentido se apodera de la escena toda.

"La obra tiene un alto nivel de grotesco, de patetismo, de cosa bufonesca, animalesca, cada vez más animalizada, animales que roen la piedra, la obra está más animalizada, más triste por todo lo que nos pasa como sociedad", dice Oscar Medina.