Trece disparos certeros. Hoy se cumplen dos meses desde que Michel Temer designó al general Walter Souza Braga Netto como interventor de Río de Janeiro para restablecer “la ley y el orden”. Hasta la fecha el balance de la gestión militar no indica una caída importante de los choques armados en las favelas, ni de las matanzas a manos de los escuadrones de la muerte formados por policías y elementos de las Fuerzas Armadas. Lo que sobresale son los trece disparos que mataron a la concejala Marielle Franco, nacida y criada en la favela Maré, y a su colaborador Anderson Gomes el miércoles 14 de marzo poco antes de las 22 horas en el centro carioca por un sicario cuya identidad aún es desconocida como la de los autores intelectuales del atentado. Tampoco hay sospechosos detenidos en una investigación que hasta el momento sólo reveló que los proyectiles 9 milímetros utilizados en el ataque vinieron de un depósito de la Policía Federal. Manifestantes se reunieron el sábado, al cumplirse un mes del ataque, en Río de Janeiro y otros doce estados para exigir el esclarecimiento y el castigo de los responsables del asesinato de la activista. Cuánto más demora el trabajo de los investigadores bajo el mando de la intervención militar crece el riesgo de la “impunidad”, alertó Amnistía Internacional.