Con Il trionfo dell’onore, comedia en tres actos con música de Alessandro Scarlatti sobre un libreto de Francesco Antonio Tullio, comenzó el domingo pasado el ciclo de la Ópera de Cámara del Teatro Colón, que dirige Marcelo Lombardero. Hoy a las 20 y mañana a las 17, en el Teatro 25 de Mayo (Av. Triunvirato 4444), sigue en escena la versión de esta ópera tan poco frecuentada que preparó el clavecinista y director Manuel de Olaso, en la que recupera buena parte de lo que Scarlatti había escrito, esa que la versión moderna realizada en la primera mitad del siglo XX, por distintas razones, dejó de lado. “Esta versión amplía lo que se conocía de Il trionfo dell’onore, una ópera que tuvo gran éxito en su época, pero más tarde cayó en el olvido hasta que volvió a ponerse en escena en Italia en 1941. Aquella edición, que también se escuchó en Buenos Aires en 1960, conservaba sólo diecinueve de los cuarenta números originales. La que presentamos ahora recupera números nunca antes escuchados, por lo que bien podemos hablar de un estreno”, dice a PáginaI12 Iñaki Encina Oyón, director musical de esta producción que puede verse con entradas a cien pesos.

Il trionfo dell’onore se estrenó en Nápoles en 1718. Por la denominación, “comedia”, y por el escenario del estreno, el Teatro dei Fiorentini, podría pensarse en una pieza orientada hacia el género bufo, que por entonces comenzaba a definir ciertos rasgos satíricos y desarrollos en ámbitos populares, que luego fueron su marca. Pero no. Tampoco es una ópera seria con personajes heroicos e historias míticas. Il trionfo dell’onore es casi una excepción en la obra de un músico de regreso de muchas cosas, entre ellas la de haber consolidado a través de más de cien óperas compuestas las formas y las dinámicas del melodrama del barroco tardío. “Cuando compone esta obra, Scarlatti está en el final de su carrera. Es curioso que un compositor de su talla se dedique en sus últimos años a componer una comedia, un poco como mucho más tarde haría Verdi con su Falstaff. Aquí estamos ante un gran maestro del barroco italiano, que en base al Don Juan de Tirso de Molina logra una comedia deliciosa”, explica Encina Oyón. 

La historia es la de un joven y fogoso amador, Riccardo Albenori, y se desarrolla en un ambiente burgués, entre personajes serios y bufos, sobre una música que articula la trama con caracteres y estilos variados en función de la naturaleza de los ocho personajes. Riccardo será interpretado por la soprano Victoria Gaeta, mientras Leonora Dorini, seducida y abandonada amante de Riccardo, será la mezzosoprano Evelyn Ramírez. El contratenor Flavio Oliver encarnará a Erminio Alberoni, hermano de Riccardo y amante de Doralice Rosetti, que a su vez estará a cargo de la soprano Sofía Di Benedetto. En torno a las dos parejas de enamorados estarán Flaminio Castravacca, viejo comerciante, soltero maduro y tío de Riccardo, interpretado por el tenor Pablo Urban, y su novia Cornelia Buffacci, señora adinerada, que estará a cargo del tenor Josué Miranda. La mezzosoprano Cecilia Pastawski y el bajo Mariano Gladic darán vida a la pareja cómica: la astuta y espontánea Rosina Caruccia, sirvienta de Cornelia, y el Capitán Rodimarte Bombarda, amigo aventuras de Riccardo. La dirección escénica es de Violeta Zamudio, la escenografía de Carmen Auzmendi, los vestuarios de Gonzalo Giacchino y la iluminación de Mauro Pujía.

“En esta ópera Scarlatti se toma muchas libertades con la forma y establece una gran diferencia en el tratamiento musical de cada personaje. Riccardo y Leoneora, por ejemplo, tienen arias de gran belleza y de mucho vuelo melódico, mientras que el Capitán Rodimarte Bombarda, personaje asimilable al Leporello del Don Giovanni de Mozart, que acá es un fanfarrón que de capitán no tiene nada, se desenvuelve con arias que remedan el estilo heroico de la ópera seria. En Il trionfo dell’onore se presenta como cosa nueva la introducción de personajes del pueblo, si bien es anterior a La serva Padrona, de Pergolesi –de 1733– que se señala como la primera ópera bufa”, sostiene Encina Oyón y agrega: “Hay además roles ‘en travesti’, es decir, Riccardo es interpretado por una soprano y Cornelia por un tenor. Por entonces era muy frecuente que un rol masculino fuese pensado para un castrado. En este caso el rol principal masculino fue pensado para soprano y eso tiene que ver con una manera de reflejar la juventud y el amor por parte del compositor, un poco como Querubino en Le nozze di Figaro, de Mozart”. 

Artimañas, complicidades, distracciones, celos y arrepentimientos para que el final pueda ser feliz, con una puesta en escena que entre otras cosas juega con el recurso de teatro dentro del teatro, son los condimentos de lo que Encina Oyón no duda en definir como “una comedia atractiva, muy moderna y particularmente vivaz”.