Las calificadoras de riesgo y los bancos de inversión no están convencidos que la suba en las tasas de interés y el ajuste fiscal sean suficientes para frenar la corrida. Los informes elaborados en las oficinas de empresas como Fitch y Moody’s celebraron la rehabilitación de la timba financiera y el compromiso con el repago de la deuda externa, pero no están convencidas de que las medidas alcancen para convencer al mercado. Un reporte publicado por la firma Fitch mantuvo en “B” la calificación de la deuda en moneda extranjera de largo plazo emitida por argentina, pero rebajó la perspectiva para esos pasivos de “positiva” a “estable”. Los cambios, explicó la entidad al mediodía, reflejarían “fricciones macroeconómicas y viento de frente político que se han intensificado”. Aunque expresan cierto optimismo global con la política económica, advierten que la inflación finalizará 2018 en 23 por ciento.

“Los hechos recientes han resaltado la vulnerabilidad de la estrategia de política actual entre el sentimiento del mercado y el respaldo político”, sostiene el informe de Fitch al advertir que la falta de credibilidad en la política del Banco Central y enciende señales de alarma sobre el crecimiento del déficit en la cuenta corriente. El reporte expresa la visión de los mercados para el que la reducción del déficit fiscal primario -el recorte en el gasto público- es la garantía para el repago de los vencimientos de la deuda externa. Por eso, aunque celebra el éxito del gobierno a la hora de avanzar con “medidas impopulares” como la suba de tarifas o la modificación de la fórmula de actualización de las jubilaciones, advierten que “existe un margen limitado para un ritmo más ambicioso de ajuste o reformas impopulares”.

Las agencias calificadoras de riesgo son un engranaje ineludible en el actual diseño del sistema financiero global. Las empresas, países, provincias o municipios interesados en endeudarse deben necesariamente legitimar sus iniciativas a través de las notas y evaluaciones que otorgan firmas como Standard and Poor’s, Moody’s y Fitch. Cumplen una función de censuradoras de la política económica. A pesar del evidente fracaso de las calificadoras para cumplir su función, su escasa capacidad técnica y falta de rigurosidad metodológica, el fraude registrado en sus evaluaciones de los activos estructurados con hipotecas subprime y su complicidad en la profundización de la crisis estructural de la Eurozona, las reglas de juego vigentes no ofrecen alternativas: obtener una calificación es condición necesaria para que un bono sea consumido por los mercados.

“Aún resta más por hacer, pero la probabilidad de tener éxito es mayor que si las autoridades no hubieran reaccionado como lo hicieron”, señaló en una nota el analista del banco Alberto Ramos. En la misma sintonía se expresaron desde la calificadora Moody’s, para quienes las medidas permitirán contener en el corto plazo la volatilidad cambiaria. La entidad emitió una breve declaración de Gabriel Torres, vicepresidente de la firma, donde advierte que “el reciente debilitamiento del peso refleja una mayor percepción de riesgo para activos argentinos, lo que constituye un acontecimiento negativo en términos crediticios para Argentina, que depende de flujos de capital externo para financiar el déficit fiscal y el de la cuenta corriente”.

Pero las calificadoras no son las únicas que emiten informes de consumo masivo. Los distintos jugadores de los mercados internacionales también siguen las opiniones de los bancos de inversión como Goldman Sachs, desde donde advirtieron que “el éxito no está garantizado”, aunque también celebraron las decisiones tomadas por el gobierno. “El Banco Central todavía enfrenta un escenario desafiante. Su accionar en los últimos días fue atrevido y un paso en la dirección correcta, pero no hay garantías de que sea suficiente para estabilizar la deriva en la dinámica del mercado cambiario”, escribieron en las oficias del banco de Nueva York al referirse a la costosa intervención que llevó al BCRA a entregar al mercado alrededor de 6000 millones de sus reservas internacionales, validar una escalada del dólar de 10 por ciento y subir hasta 40 por ciento las tasas de interés de referencia.