El duelo entre Barcelona y Real Madrid, entre el campeón español y el flamante finalista de la Champions League, terminó ayer en empate por 2-2 en un vibrante encuentro disputado en el Camp Nou. Lionel Messi y Luis Suárez, por el local, y Cristiano Ronaldo y Gareth Bale, para los madrileños, fueron los autores de los goles de la igualdad, que tuvo mejor sabor para el equipo dueño de casa. Es que Barça mantuvo su invicto, lo hizo con un jugador menos durante 45 minutos y porque era el último superclásico de Andrés Iniesta y no podía terminar en derrota.

La historia comenzó polémica por la negativa madrileña de realizar a los locales el pasillo para ingresar al campo de juego con el que se acostumbra honrar a los campeones en España. Ello dio lugar a que los jugadores catalanes ingresen flanqueados por su cuerpo técnico, que ocuparon el lugar de Real Madrid y le hicieron el pasillo a los suyos.

Una vez iniciado el encuentro, los primeros festejos no tardaron en llegar. A los 10, el uruguayo Suárez hizo delirar a los locales cuando mandó a guardar un centro de Sergi Roberto pero, cuatro minutos después, Cristiano Ronaldo silenció el estadio tras materializar un gran toqueteo blanco en el área que comenzó con un pase de taco del portugués. El luso se mostró muy activo durante todo el partido pero no tan certero como en otras ocasiones.

Sobre el final de la primera parte, se fue expulsado Sergi Roberto por reaccionar con un manotazo en la cara a un topetazo sin pelota del brasileño Marcelo. Fue un anuncio de lo que vendría: protagonismo arbitral. La actuación de Alejandro Hernández Hernández fue tan desproporcionada como desacertada y, a veces, desquició de tal manera a los jugadores que todo parecería terminar en una batalla campal.

A pesar de ello, Barcelona acarició la épica cuando, con uno menos, Messi recibió de Suárez en la puerta del área, enganchó para su zurda un par de veces y puso, a los 52, el 2-1 local. Fue el tanto número 33 (en 34 partidos) del rosarino en el torneo, donde es máximo artillero a ocho de distancia de su segundo, Cristiano Ronaldo.

Pero todo terminaría como empezó debido a Gareth Bale. El galés recibió de cara al arco y sacó un zurdazo de primera que dejó sin chances al arquero y, finalmente, a la ilusión local de festejar ante su máximo rival.