El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, viajó anoche hacia Estados Unidos para negociar un préstamo con el Fondo Monetario Internacional. “Financiamiento preventivo para dotar de estabilidad al mercado”, fue el eufemismo utilizado por el funcionario para referirse al rescate que solicitará a las autoridades del organismo multilateral. Montos, tasas y plazos comenzarán a ser discutidos hoy por los equipos técnicos pero antes el funcionario será recibido por la directora gerente del FMI, Christine Lagarde. Existen distintos instrumentos disponibles en el menú del Fondo pero todos condicionan la entrega de las divisas a la implementación de “correcciones” en la política económica.

“Esta es la mejor manera de proteger y defender a la Argentina”, consideró Dujovne durante la breve conferencia de prensa que ofreció ayer en el quinto piso del Palacio de Hacienda. El objetivo oficial es habilitar una línea contingente que, dentro de los criterios del organismo, establezca exigencias inferiores a los tradicionales acuerdos stand-by solicitados durante las últimas crisis económicas. La apertura del canal de financiamiento que, en la city, estiman de unos 30 mil millones de dólares, será rápida pero no inmediata. Cuando esos términos sean acordados, el préstamo será presentado a los directivos del FMI para que dentro de las siguientes tres semanas se reúna para votar su aprobación. Dujovne evitó utilizar la palabra “negociaciones” para referirse al intercambio abierto con las autoridades del organismo multilateral como una “conversación”.

“Hemos iniciado conversaciones con el FMI para tener una línea de crédito preventiva en vistas de que el Fondo ha manifestado su apoyo expreso al programa gradual de corrección de los desequilibrios”, sostuvo el funcionario al sostener que el objetivo del salvataje será garantizar la continuidad del “gradualismo”. El presunto espaldarazo al que refirió Dujovne sucedió a mediados de marzo cuando Lagarde visitó Argentina para participar de un encuentro del G-20. “Están atacando todos los problemas que hay que abordar de manera determinada. Un ortodoxo podría argumentar que se puede hacer más rápido pero mientras exista decisión y voluntad para avanzar en la reducción del déficit fiscal ya es un logro”, consideró entonces la mandamás del Fondo. El ministro omitió que en ese mismo evento Lagarde descartó que el país fuera a solicitarle un crédito al organismo.

Dentro de la lógica oficial, el empuje y respaldo de la abogada francesa es fundamental para garantizar que el acuerdo se cierre en el corto plazo y un rápido tratamiento en el Directorio del FMI donde algunos países como Alemania podrían poner reparos. Sin embargo, un respaldo de Estados Unidos y China garantizará la aprobación. “”Estamos integrados al mundo con todos los beneficios pero también estamos expuestos a la volatilidad de los mercados”, sostuvo el funcionario, quien al intentar explicar por qué se recurre al Fondo, sostuvo que “es el financiamiento más barato. Son tasas inferiores a las del mercado”. El funcionario viajó a Washington acompañado por los secretarios de Política Económica, Sebastián Galiani, y Hacienda, Rodrigo Pena.

“Hablamos de un FMI muy distinto al que conocimos hace 20 años. El Fondo ha aprendido de las lecciones del pasado”, aseguró Dujovne al recordar cómo durante la última crisis internacional el organismo promovió y respaldó políticas contracíclicas alejadas de la tradición ortodoxa que lo caracterizó desde su creación. Pero los supuestos aprendizajes del Fondo fueron efímeros. Una investigación realizada por el Center for Economic and Policy Research (CEPR) reveló que 31 de los 41 créditos otorgados en aquel momento a economías de bajos ingresos incluyeron exigencias de políticas fiscales y/o monetarias que exacerbaron las recesiones. Como se trataba de Burkina Faso, Jamaica, Pakistán, Ucrania, Nigeria y Lituania, entre otros, no fue sino hasta el estallido de la crisis de la Eurozona que se reveló la habitual voracidad del FMI por el ajuste. Las experiencias recientes de Grecia y España ofrecen dos ejemplos de la vitalidad que tiene el recetario del Fondo para los países en problemas.

Menú de Fondo

La mayor parte del financiamiento otorgado por el FMI a lo largo de su historia fueron créditos stand-by que supeditan el desembolso de los fondos al cumplimiento de un conjunto de metas establecidas por el organismo. Desde que Argentina solicitó su primer crédito en 1958, las condicionalidades de los acuerdos exigieron la implementación de planes de ajuste fiscal, suba de tasas de interés, privatizaciones y reformas estructurales. Aunque comparte las exigencias del FMI en materia de reformas estructurales y ajuste fiscal, el Palacio de Hacienda pretende evitar ese recorrido.

En el menú del Fondo existen dos alternativas que despiertan interés entre los funcionarios argentinos que viajaron a Washington: la Línea Crédito Flexible (LCF) y la Línea de Precaución y Liquidez (LPL). De acuerdo al FMI, la LCF puede ser solicitada por aquellos países cuyas variables fundamentales y las políticas implementadas “han sido muy sólidas”. O sea, para acceder a esa línea es necesario cumplir y mantener una serie de criterios fiscales, monetarios y financieros. Durante la vigencia del acuerdo el país es “evaluado” para confirmar que se mantenga en el sendero previsto de, por ejemplo, reducción del déficit fiscal. No hay límites para el monto solicitado y todo el crédito está disponible de inmediato, en lugar de habilitarse escalonadamente. “El acuerdo brinda flexibilidad al permitir al país girar en el momento en que se aprueba el acuerdo, o usarlo con fines precautorios”, explica el organismo que ofrece hasta 5 años de plazo para su devolución. Polonia, México y Colombia son los únicos tres países que solicitaron una LCF pero ninguno realizó un giro de fondos. La Línea de Precaución y Liquidez es similar pero está destinada a países más vulnerables que no cumplan con todas las exigencias establecidas para acceder a las LCF. De acuerdo al FMI, la línea tiene criterios de menos estrictos pero reclama “condiciones focalizadas para reducir las vulnerabilidades remanentes”. Solo Macedonia y Marruecos aplicaron a esa línea.