En adultos mayores el sexo es un tabú del que nadie habla, pero que- ¡por suerte!- muchos y muchas siguen practicando. Ahora bien: ¿qué pasa cuando entre los adultos mayores la falta de una erección estable parece conspirar contra el uso de preservativo? Es importante desandar algunos conceptos que no solo implican a la sexualidad en la tercera edad. El sexo incluye ideas y deseos, sensaciones y sentimientos, emociones, imágenes, fantasía, conductas, acciones, cuerpos y órganos. Lo que llamamos sexo es el resultado final e individual de toda esa serie de elementos. Reducirlo a su expresión genital y a una sola manera de practicarlo, implica perdernos muchas alegrías y placeres. 

Por eso es importante ampliar las experiencias y expectativas sobre la sexualidad con conciencia: orientarse más al placer, a la sensualidad y no necesariamente a la penetración genital lo cual quita también la presión sobre la erección. Ampliar la experimentación de prácticas sexuales, incluir juguetes para adultos, disfrutar de los masajes con las manos, la boca o diferentes materiales que colmen las fantasías de la pareja, son sólo algunas de las muchas maneras en las que la sexualidad puede experimentarse, logrando orgasmos sin necesidad de erección ni eyaculación. Entonces, ¿la falta de erección es motivo suficiente para abandonar el deseo de tener un encuentro sexual? No. 

Tampoco es motivo suficiente como para no cuidarse. El preservativo es la única herramienta eficaz para las prácticas con penetración en los casos en que no se conoce el estado de salud de la pareja sexual. Si el pene no está suficientemente erecto es posible que se dificulte la correcta colocación del preservativo. Pero si la erección es estable, el preservativo no es una amenaza para la misma. Es importante disfrutar de nuestra sexualidad de manera segura. Eligiendo cómo cuidar y cuidarse. Hablar libre y honestamente de nuestra salud sexual y hacerse el test tanto para el VIH como para otras infecciones de transmisión sexual es fundamental en caso de elegir tener alguna práctica sin protección.

Esta propuesta no es difícil en sí misma, pero es una apuesta contracultural en el sistema patriarcal y heteronormativo en el que vivimos que carga la sexualidad con el peso del amor romántico y le impone metas que para la mayoría de los mortales son inalcanzables: llegar al orgasmo a la vez; tener siempre y en todo lugar deseo sexual; o sostener una erección. Implica poner en duda supuestas certezas sobre el rol de los varones y las mujeres en las relaciones. Supone cuestionar y experimentar y disfrutar del proceso de aprendizaje. Sin que el disfrute dependa, exclusivamente, de un resultado que, como mínimo, es incierto. 

(*) Directora de Programas de Fundación Huésped.