En la Legislatura porteña la sesión estaba en su punto más álgido. La reforma a la Ley de Basura Cero que introdujo la incineración de residuos fue fuertemente resistida por la oposición y por los y las cartoneras presentes nucleados en el Movimiento de Trabajadores Excluidos, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular  y la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores.

La legisladora del PRO Mercedes De las Casas hizo uso de la palabra y expresó, dirigiéndose a lxs recicladorxs: “Nuestra ley es un orgullo para América latina y ustedes, los cartoneros, han conseguido tener dignidad gracias a nosotros”. Fue en ese momento que, con la fuerza que la caracteriza, la dirigente del MTE-CTEP Jaquelina Flores le respondió a viva voz: “¡La dignidad la ganamos nosotros arrastrando el carro y convirtiendo la basura en trabajo, concheta resentida!”. De las Casas, autora junto a su madre del libro Cómo conseguir una mucama… y no perderla en 7 días, quedó demudada y no atinó más que a levantar la mano para quejarse.

Más allá de los incidentes, lo cierto es que en un retroceso histórico y nada inocente, el pasado 3 de mayo se aprobó el regreso a la práctica de la incineración de los residuos que significa un negocio millonario, revierte uno de los pilares de la Ley de Basura Cero nacida en 2005, e implica altísimos riesgos para la salud. Por otra parte, significa un ataque directo a quienes trabajan en la recolección y separación de residuos. En Capital, dentro del sistema de reciclado con inclusión social hay más de 5 mil cartonerxs de lxs cuales 3200 están organizadxs en el MTE. Alrededor de 6 mil aún se encuentran fuera del sistema en virtud de la resistencia del gobierno de la Ciudad a formalizarlxs. Esto da un total de 11 mil trabajadores en la CABA; 60 por ciento de los cuales son mujeres y un gran porcentaje de ellas jefas de hogar con hijos e hijas.

“El MTE tiene casi 16 años y mucha lucha, pero a pesar de eso el gobierno de la ciudad no nos paga un salario, Recibimos dinero bajo los rubros “RU, RA y PA”, que significan: Recuperadores Urbanos que trabajan 10 horas por día incluidos sábado y domingo con carreta, y ganan $5400 mensuales. Recuperadoras Ambientales y Promotoras Ambientales, que trabajan con las campanas verdes y con los vecinos,  de lunes a viernes, entre 6 y 8 horas de acuerdo a su tarea y reciben $9800 mensuales. Y quienes no están dentro del sistema, lxs trabajadorxs informales que reciben $4000 mensuales y trabajan 12 horas por día. De lxs 6 mil cartonerxs sólo 2 mil tienen el beneficio de los $9800”, expresan alternativamente Laura Alegre (20), Patricia Juárez (28), Marta Barragán (40) y Celia Martínez (49), promotoras ambientales.

Pesares y orgullo

El trabajo cartonero es rudo, especialmente para quienes arrastran carros, carretas y bolsones. Sin embargo destacan que es un medio de vida que les permite sustentar a sus familias y a la vez colaborar con la limpieza, la salud y la ecología. Los años de lucha que vienen atravesando las organizaciones que los nuclean van forjando su entereza. Especialmente las mujeres, que en su gran mayoría tienen hijxs, generan ideas, iniciativas y acciones que se traducen en mayor solidaridad y aprendizajes que les compensan el esfuerzo y la rudeza de sus trabajos.

Los dolores de cuello, hombros, cintura, tendinitis en las manos, diabetes por la mala alimentación, problemas de piel por tocar el material sin guantes, prolapso por la fuerza que se emplea empujando el carro o los bolsones, entre otras, son las consecuencias en sus cuerpos. Pero ellas descubrieron que juntándose, creando redes, haciendo reuniones y asambleas, compartiendo ideas, pesares y logros fueron empoderándose y enorgulleciéndose de ser lo que son.

“El impacto del proceso de lucha que estamos llevando adelante desde el colectivo de mujeres en la economía popular es enriquecedor y de empoderamiento –explica Jaquelina Flores (49)–. Es interesante tenerlo en cuenta en relación a que los hombres y las mujeres de este sector siempre tuvimos como prioridad nuestro trabajo. Sucedía quizá que de manera individual o por intereses que no eran orgánicos, no abordábamos la problemática  de manera colectiva.”

¿La relación con los cartoneros hombres es igualitaria?

–La coyuntura hizo que no nos pudiéramos escapar e indefectiblemente no solo acompañamos la lucha de las mujeres sino que somos parte del colectivo Ni una Menos. Nos reconocernos como mujeres atravesadas por todo lo que está pasando, mujeres y trabajadoras, pero sobre todo mujeres. La relación con los varones es y sigue siendo una negociación constante, que no escapa a la lógica que impera en este mundo heteropatriarcal, dominante en todos los ámbitos de nuestra realidad. Así como les cuesta ceder espacios y privilegios, supongo, en el mundo del trabajo “formal”, sucede lo mismo en el ámbito de la economía popular.

La Federación de Cartoneros, Carreteros y Recicladores (Faccyr) calcula que en la provincia de Buenos Aires hay alrededor de 70 mil cartonerxs, incluyendo a personas que trabajan en basurales, carrerxs y recuperadorxs puerta a puerta; 30 mil de ellas serían mujeres. Y, a nivel nacional, las mujeres cartoneras serían aproximadamente 90 mil.

“Pero –suma Jaquelina– contamos con lo que a mi criterio es una ventaja, en nuestras cooperativas nunca hubo ni hay en la actualidad distinciones y diferencias entre hombres y mujeres en nuestras tareas, y eso siempre nos permitió sentirnos pares. Es algo que no sucede en muchos ámbitos y me parece que es la semilla para la lucha que obviamente tenemos que seguir dando.” 

El privilegio de “el Bachi”

¿Cómo es una jornada de las promotoras ambientales?

–Llegamos ocho de la mañana, nos entregan una zona y nosotras hacemos el trabajo de concientización con los vecinos en cuanto a la separación de residuos. Hablamos con comercios, encargados de edificios, vecinos; y les enseñamos cómo se separa en origen. También hacemos charlas en escuelas y talleres con materiales reciclables, presentamos a nuestros compañeros a los vecinos para que se los conozca. Así trabajamos hasta eso de las 13, luego volvemos un rato a casa para ver a nuestros hijos.

¿Y por la tarde no trabajan? 

 –Por la tarde estudiamos, regresamos para hacer el bachillerato que es obligatorio para nosotras, lo hacemos en nuestra Cooperativa. Muchas de nosotras, la mayoría, tuvimos que dejar el colegio para salir a cartonear y para darle de comer a nuestros hijos y lo que hacemos es completarlo para tener más recursos y sentirnos mejor. Y nosotras, las promotoras, somos privilegiadas porque ya no estamos en la carreta, trabajamos cuatro horas más con la responsabilidad y obligación de educarnos y así terminamos haciendo ocho horas de trabajo diario. 

Laura, ¿vos ingresaste al MTE con tu secundario ya terminado?

–Sí, pero yo soy de familia de cartoneros y al terminar mi bachillerato quise sumarme al MTE para compartir la lucha con mi familia y mis compañeras.

¿Lo de terminar los estudios fue una iniciativa tuya, Jaquelina?

–Yo pude tener incidencia cuando discutí esto por una cuestión de género y conseguimos que fuera la primera política pública dentro del MTE donde la impronta fue aceptada. Entonces les presenté nuestro proyecto a las compañeras y les anuncié que quienes quieran ser promotoras tienen estas responsabilidades y obligaciones con nuestro propio sector. Si nosotras no nos formamos, la situación nuestra no cambia, entonces les vamos a permitir a los de afuera que sigan pensando por nosotras. Como aquí la discusión es horizontal, cuanto más preparadas estemos, mejor es. Y qué mejor que ocurra dentro de un bachillerato popular con orientación en cooperativas. Es con el único anhelo colectivo que de estas voluntades salgan militantes propias para esta causa. Los varones también pueden cursarlo.

“Nos quieren mandar al abismo…”

Mientras charlamos circula el mate, el local del MTE lleva el nombre de Vientos de Libertad y está sobre la avenida Córdoba, es un día destemplado, húmedo, algo lluvioso, pero salimos a la calle a hacer fotos, el vecindario saluda a las chicas con afecto, el viento las despeina y ellas sonríen, aunque no faltaron algunas lágrimas en la tarde gris. “Por eso es que estos días son muy tristes porque cuando nos tocó lo que nos tocó, agarrar la carreta y salir a buscar el pan en la calle, nosotras no teníamos conciencia. Yo salí acorralada, a arremeterle a la vida por esa cultura del laburo. Pero ahora sí tengo conciencia y veo venir un abismo para mucha gente… Son días tristísimos en los cuales la lucha no nos permite bajar los brazos porque construimos con la verdad. Es indignante no tener la posibilidad de llegar…  ”,  dice Jaque con los ojos empañados.

¿De llegar a qué o a quién?

–A los medios…    ¡Qué loco comprender cómo acallan los medios! Porque si esa puerta estuviera abierta como nos la abren ustedes, todo el mundo sabría que lo que dicen un cartonero y una cartonera no son pavadas, te están resguardando la calidad de vida y estamos defendiendo a nuestro sector, y lo que va a pasar…   no va a pasar nada bueno… cuando una persona se siente acorralada nada bueno sale de ahí. La gente está delinquiendo por necesidad, lo dicen hasta los policías. Somos buena gente, ¿por qué nos quieren mandar al abismo? La vamos a pelear con la convicción que tenemos, hemos construido lo que nos merecemos y nos falta todavía disfrutar de todo lo que hemos construido. Intentan desarmarnos, y ¿qué vamos a hacer? Este gobierno no da vuelta atrás, es muy soberbio y habrá que judicializar la lucha y dar la pelea.

Tal vez esto sea cuestionado cuando la gente sepa cuánto cuesta una planta de incineración y lo que contamina.

–Sí, es cierto. Entre tanto, en lo concreto sobre la ley, ahora es indispensable saber cuánto valen las plantas de incineración y en qué lugares van a construirlas. Más allá de la tristeza hay un margen de lucha. Los vecinos van a tener que tener participación en esa lucha, no van a poder mantener todo en secreto como hicieron con esto. La incineración tiene consecuencias graves y esto hay que darlo a conocer, porque nos afecta a todos.

Es vox populi que el macrismo y sus socios presionaron a periodistas, acallaron a funcionarios y regalaron y prometieron divisas constantes y sonantes para sancionar esta ley, que no es otra cosa que un negocio millonario. Esto no lo afirma quien escribe, sino que sólo reproduce denuncias de la legisladora Myriam Bregman y el ambientalista Luis Viale, entre muchos otrxs. Lo que no es vox populi es que las plantas de incineración o “termovalorización” cuestan cifras millonarias según  afirman las organizaciones ambientalistas y el efecto de la quema de residuos es mortal. La ciudadanía ignora de qué se trata y el gobierno no musita palabra desde el jueves 4 de mayo, día nefasto de la sanción de la ley. 

Déjà vu del 2001

El cartoneo a gran escala nació en medio del despojo de 2001-2002, cuando miles de familias, sobre todo de madres, se inventaron su propio trabajo y se rebelaron contra la miseria en la lucha cotidiana. Desde las villas llegaba una enorme cantidad hombres y mujeres manejando un carrito o una carreta para recoger las sobras revolviendo la basura para alimentar a los suyos. “Las condiciones de trabajo eran prácticamente inhumanas en 2002, cartoneras y cartoneros caían de los camiones o del tren, el riesgo de accidentes y muertes era cotidiano. Los niños acompañaban a sus padres porque no tenían con quien dejarlos. No había incentivo, ni obra social, ni camiones, ni micros. Solo persecución. En ese contexto apareció el primer grupo del MTE. Un buen día, unos cartoneros locos y algunos jóvenes militantes decidieron decirle no a la policía cuando quiso cobrar su coima mensual. Fueron perseguidos, reprimidos y encarcelados pero resistieron y resisten. Y así llegamos, construyendo lo que es hoy la multitudinaria organización de recicladores”, relata emocionada Jaquelina.

El trabajo de lxs cartonerxs permite la recuperación de 4 mil toneladas diarias de materiales reciclables a escala nacional, el 82 por ciento del total de los residuos que se recuperan. Esto, además de constituir la única barrera contra el colapso de los rellenos sanitarios y una crisis ambiental de magnitudes insospechadas, representa un ahorro de unos 1480 millones de pesos anuales en gastos de enterramiento. El trabajo de lxs cartonerxs es, además, la principal fuente de materia prima para la industria del reciclado en sus distintas ramas: cartón, papel, vidrio, telas y plástico.

Nada fue fácil para quienes se lanzaron a cartonear. En el marco de la situación económica y social de 2001 y 2002, fueron apoyados por universitarios, sociólogos, economistas,  militantes sociales, populares y de otros ámbitos. Así fue surgiendo la iniciativa de nuclearse en cooperativas de trabajo con el objeto de comenzar a proteger sus derechos y a formalizar de alguna manera la actividad.

Recordando esos inicios y el tiempo transcurrido, es que Jaquelina,  Laura, Patricia, Marta y Celia junto a miles de iguales, dicen que “no estamos dispuestas a ser despojadas, ni a volver a la miseria con nuestras familias”.

El MTE ha construido tres guarderías para lxs hijxs de lxs recicladorxs. Ha creado el Proyecto Jóvenes para el tratamiento de adicciones, las Cooperativas, los Centros verdes, las campanas para los residuos reciclables, el “Bachi” para que jóvenes y adultos puedan cursar su secundario. “En definitiva hemos construido la dignidad y no estamos dispuestas a perderla”, afirman las chicas y enjugan las pequeñas lágrimas de indignación que derramaron mientras recorrían lo andado. “Y así también se lo hemos dicho a la CGT, porque reclamamos tener personería gremial y discutir todo lo que tenemos que discutir y hablar clarito, porque tanto chamuyo ya no da…   Mi referente es Sergio Sánchez y le dijo a Daer: ‘hace más de tres años que venimos acá y me querés decir lo mismo de siempre, ¿sabés qué? Lo que queremos es que ustedes nos permitan discutir y tener la personería gremial. Nosotras somos laburantes sin patrones, pero somos laburantes, eso tienen que entenderlo de una buena vez. Hay que presentar una nota para que lo discutan en el Confederal, sí, es como que les cuesta…   Nosotros no nacimos para romper nada, pero tuvimos que nacer porque nadie nos abrazó. Lo que necesitamos es que me des la herramienta para enfrentarnos con semejante opresor”, concluye Jaquelina.