Esa pequeña franja de terreno de 444 kilómetros cuadrados rodeada de playas cristalinas se levanta con 25 grados de promedio, llega hasta los 32 y vuelve a los 25. Allí, unas 97.000 personas viven mayormente del comercio del petroleo de Venezuela (cuyas costas tiene a apenas unas decenas de kilómetros), de la pesca y del turismo. En el medio, sitios paradisíacos, cuevas, aguas celestes, paisajes inolvidables y un pueblo que habla el papiamento, una lengua producto de la mezcla del español y el portugués. En medio del sol de Willemstad, la capital de Curazao, hay una sola certeza: la gente que vive ahí sonríe como Patrick Kluivert.

Los dientes blancos y grandes del ex astro del Barcelona ya no reflejan el sol de la isla, sino apenas el gris cielo de un domingo más en Buenos Aires. Sin embargo, el delantero multipremiado, ex ayudante técnico de Louis Van Gaal y ex manager del París Saint Germain ilumina como nunca su mirada al recordar aquella mítica aventura como entrenador de la selección del lugar en el que nació su madre: Curazao. Su padre, oriundo de Surinam como los progenitores de Ruud Gullit y Frank Rijkaard, puso en sus venas a la otra parte del combo de origen que dio luz a esta pantera de uno noventa. Sentado plácidamente mientras espera a concurrir a un megaevento de DirecTV, el hombre que jugó durante toda su vida para Holanda y que volvió a la isla de sus ancestros para “darle algo” a su mamá, mira lo que uno de los cronistas trae en brazos y exclama como el mejor de los porteños: “¡Mate!”.

-¿Lo conocés?

-Sí, claro. Todos los argentinos toman mate. Toman mate en todos lados.

-¿Y te gusta?

-Bueno, más o menos, me tengo que acostumbrar más a él. Pero lo he visto en muchos compañeros y me parece fantástico.

Kluivert tiene un amor histórico por los enganches argentinos. No cualquier nueve, claro, disfrutó de hacer goles de pases de Juan Román Riquelme, en el Barcelona, y Pablo Aimar, en el Valencia. Patrick vibra al hablar de su pasión por este juego.

-¿Por qué creés que el fútbol sigue despertando la misma pasión e ilusión en los chicos a pesar de todo el negocio que lo rodea?

-Es una muy buena pregunta. En este momento yo creo que el dinero habla y eso está en contra de lo que yo pienso. El fútbol tiene que ser el fútbol. Que hay equipos que pueden gastar mucho dinero, es cierto, y después hay otros que no gastan tanto y eso defrauda y desiguala al fútbol que conocemos. También están los agentes que tienen buenos jugadores y no miran el proyecto del futbolista. Y eso afecta al jugador mismo. Eso no es bueno para nadie. Esas cosas pasan, y es una pena porque el proyecto de un jugador en su carrera es lo más importante, después vienen el dinero y todo lo demás.

-¿Cuál es tu primer recuerdo con el fútbol? ¿Qué es lo primero que te acordás?

-Yo quería ser jugador profesional desde muy chico. Y para lograr lo que yo he logrado, hay que tener muchos pasos en el medio. Cuando tenía ocho años empecé en el Ajax y estuve recorriendo todo el camino del club hasta que Louis Van Gaal me llamó para sumarme al primer equipo con diecinueve años. Esa fue la epoca en la que Ronaldo podía firmar para Ajax o para PSV. El eligió PSV y, entonces, Van Gaal dijo: “Nosotros tenemos otro jugador parecido a Ronaldo que es Patrick Kluivert, que viene de nuestras divisiones formativas”. Eso fue una gran carga porque yo hacía poco jugaba con mis compañeros del Sub-19 y ahora estaba siendo comparado con un crack mundial. Era una comparación que respetaba, porque siempre tuve admiración y respeto hacia Ronaldo, y porque era un momento importante en el fútbol holandés. Mi reto fue siempre ser un jugador importante en Holanda y después vería que pasaba. Soy yo el que tiene que demostrarle mi calidad a la gente.

-¿Qué se sintió formar parte de un equipo mítico como el Ajax de Van Gaal?

-Extraordinario. Era un equipo multicultural. Teníamos africanos, un finlandés y otras nacionalidades, lo que hacía que diversas culturas convivan en un vestuario. Pero no solo eso, también teníamos un grupo con una gran variedad de edades. La clave de ese equipo fue la mezcla entre juventud y experiencia. Van Gaal agarraba a los jugadores justos para montar a un equipo y, en comparación a la actualidad en la que hay muchos jóvenes, teníamos un buen balance. Para jugar en Champions o Europa League hay que tener experiencia. Y eso falta en este momento.

-¿Cuál es el valor de la multiculturalidad en un equipo?

-Es importante adaptarse a todas las formas de vivir y de ver el fútbol. Sobre todo para los jóvenes. Si vas a un club importante es porque sos muy bueno, porque allí solo juegan futbolistas de elite, y eso hace más posible el choque cultural. Eso al futbolista lo enriquece porque suma otros conceptos, otras realidades, otras formas de ser y eso le sirve para ser más completo.

-¿Qué te hubiera pasado en la vida sino se te hubiese cruzado el fútbol? ¿Tenías un plan B?

-¡Ufff! No sé. Yo he crecido en el fútbol y las cosas han ido muy bien. Pero a lo que dices puedo responder que cuando las cosas iban mal, o se me veía complicado llegar a los lugares a los que he llegado, yo no me imaginaba haciendo otra cosa que no fuera patear una pelota. (Se ríe). Era el fútbol o el fútbol. Era esa la sensación. Quizás el deseo tan fuerte de querer ser futbolista me nublaba, pero es que eran tan grandes las ganas que ni siquiera hoy, ya retirado, me puedo imaginar haciendo cosas que no sean dentro de una cancha de fútbol.

-¿Eso de “el fútbol o el fútbol” nunca se transformó en una presión?

-Claro que fue una presión. Porque cuando vos querés una cosa tan vehementemente hace que la presión que autoejercés para con vos sea muy fuerte. Si bien no quería esa presión, solo quería jugar y ser feliz, también me daba cuenta que quería ser jugador sí o sí. Gracias a Dios pude lograr mi sueño.

Patrick empieza a afrontar el otoño del patriarca con la certeza de que su legado será sostenido por dos promesas. Justin, su hijo de 19 años, juega de extremo en el Ajax y va camino a ser una estrella. Hace poco, José Mourinho le habló después de un partido y le afirmó que luego de la actual temporada lo ficharía para el Manchester United. A su vez, el Barcelona lo sigue de cerca. A su vez, Shane, de tan sólo 9 años, ya forma parte de los alevines del conjunto culé y es toda una celebridad en Instagram, donde lo siguen casi 300.000 personas. El fútbol de los instantáneo pone en jaque a papá Kluivert.

-En la primera pregunta hablaste de los representantes y contabas como eso rompe con lo genuino del juego. A su vez, tenés un hijo que está en la órbita de los clubes más grandes del mundo: Barcelona, Arsenal, Manchester United y Real Madrid preguntan por él. ¿Quién gana a la hora de aconsejar a tu hijo, el Patrick padre o el Patrick ex jugador?

-Yo hablo de mi experiencia como jugador. Mi hijo Justin está en este momento en la misma situación en la que estuve yo, entonces puedo explicarle mis experiencias, mi conocimiento del fútbol y todo en lo que lo puedo ayudar. Sin embargo, no deja de ser su decisión. Lo que el decida yo siempre lo voy a apoyar. Solamente puedo explicarle qué es lo que le va a tocar. Y soy la mejor persona, en cuanto a poder darle un consejo.

-¿Cómo se siente ser padre de un crack?

-(Interrumpe) Futuro crack.

-Ya esa definición es de padre...

-Un crack es alguien que ya está ahí. Mi hijo puede ser un crack. El tiene todas las posibilidades, pero yo siempre le digo que entrenar bien es muy importante, pero más lo es ser humilde en la vida. No vas a crecer en la calle si no sos humilde y trabajador. Después su calidad ya va a venir, porque ya ha enseñado que tiene cosas diferentes si lo comparamos con personas de su edad. Entonces, hay que ir poco a poco. Y no ir demasiado rápido, porque si quieres ir rápido las cosas puede volverse en tu contra muy rápido. Tienes que tener la ambición y el hambre de gloria, de ser el mejor, pero él ha cumplido hace dos semanas 19 años y las cosas están por venir. Su calidad va a triunfar.

-¿Cómo te llevás con esta época de redes sociales? ¿Te preocupa por tu hijo?

-Él es de esta epoca, está habituado a todo este tipo de herramientas. En mi época había un sólo teléfono: el Nokia 1100. No se podía grabar, no tenía redes sociales, eran épocas totalmente diferentes. Y los jugadores están habituados a las redes sociales. Eso forma parte de su día a día. Es nativo para ellos. Están habituados y el cuidado en sus redes es una cosa más que ellos deben cumplir con el profesionalismo con el que también se entrenan. Es importante colocar las cosas importantes en redes y las tonterías dejarlas para uno, porque pueden ser peligrosas.

-Haz tenido relación con varios jugadores argentinos. ¿Con cuál te llevaste mejor?

-Con todos los jugadores argentinos me he llevado y entendido de maravilla. Yo tenía compañeros de otras nacionalidades y te puedo decir que disfruté mucho de jugar con los argentinos. Tuve buena relación con todos. Lo que me gusta de los jugadores argentinos es que tienen el hambre de trabajar y de ser el mejor para ganar los partidos. A mí eso me llenaba. Yo soy una persona diferente aquí, pero dentro del campo eres tú o soy yo. Gana uno u otro. Y para ganarme tienes que ir muy lejos. Esa mentalidad la noto en varios jugadores argentinos.

-Jugaste con varios...

-Saviola, Riquelme, Ayala, Aimar...

-Y llegaste a decir que Riquelme es tu amigo.

-Riquelme y Aimar son dos jugadores diferentes, pero los dos sabían dónde tenían que darme la pelota antes de recibirla. Y como yo leía bien el juego podíamos entendernos muy bien. Ese es un orgullo para mi carrera, porque no cualquiera puede entender a esos talentos. Con Saviola jugaba de memoria, me entendía, él era muy rápido, sabía donde caía la pelota y juntos le causamos muchos problemas a las defensas rivales.

-¿Qué consejos le darías a los chicos que quieren ser como vos?

Mi consejo es que los sueños que tienen los pueden lograr si luchan. A lo mejor el camino es complicado y hay piedras, pero no hay que dejar los brazos abajo. Siempre hay que querer trabajar bien y escuchar a la gente que conoce del fútbol.

-Fuiste técnico de Curazao. ¿Cómo fue eso?

-Lo hice porque mi madre es de isla Curazao y los jugadores que tenía disponibles eran futbolistas con calidad pero que no tenían pasado en la Selección holandesa. Yo tenía la sensación, y ellos me lo confirmaron, que juntos podíamos hacer cosas importantes. Que si bien el ránking FIFA cuando yo llegué era 150, ahora es 75 y hemos logrado lo que yo tenia en mente. Individualmente tienen calidad, pero a veces si los jugadores talentosos juegan en equipo hacen que todo salga mucho mejor. Ganamos partidos y jugamos con mucha alegría. Ellos jugaban con mucha alegría y eso muy importante. Eran jugadores que no han logrado lo que se imaginaban en el fútbol, pero que jugando conmigo tocaron el techo de sus posibilidades. Esa para mí es una sensación increíble. Porque como técnico era muy importante lograr eso.

-Hablaste de jugar con alegría para futbolistas que no llegaron a lo que soñaban y también quiero saber si se juega con la misma alegría cuando se llega a mucho y tenés la presión constante de seguir. ¿Messi juega con alegría?

-Messi juega con alegría. Si tú puedes jugar seis, siete, ocho años a un nivel como el que está jugando él, decidiendo un partido él sólo, ya con eso te responde la pregunta. Claro que Messi juega con alegría. 

 

Mariana Hernández Roque